Aquel verano de... Óscar Camps: en el que oí el canto de Josepha
El rescatista y fundador de la ONG Proactiva Open Arms recuerda cómo su embarcación logró salvar a la única superviviente de un naufragio en medio del Mediterráneo en 2018
Más de la mitad de los veranos de mi vida los he pasado en el Mediterráneo y es para mí difícil encontrar una historia fuera del mar. Una gran parte han transcurrido en la costa, protegiendo a diversas generaciones y nacionalidades de bañistas, y la última década la he pasado navegando, para evitar que miles de personas se ahoguen sin ningún sentido. Pero de todos estos, me viene a la memoria uno: el de Josepha y su canto.
Todo comenzó en el mes de julio del 2018, cuando un...
Más de la mitad de los veranos de mi vida los he pasado en el Mediterráneo y es para mí difícil encontrar una historia fuera del mar. Una gran parte han transcurrido en la costa, protegiendo a diversas generaciones y nacionalidades de bañistas, y la última década la he pasado navegando, para evitar que miles de personas se ahoguen sin ningún sentido. Pero de todos estos, me viene a la memoria uno: el de Josepha y su canto.
Todo comenzó en el mes de julio del 2018, cuando un prestigioso deportista de élite de la NBA, Marc Gasol, sugirió acompañarnos en una misión a bordo del Astral, el buque insignia que casi tiene mi edad. Antes de embarcar, la cadena ESPN nos entrevistó en un hotel de Malta. Me preguntaron qué esperaba de esta misión y respondí: “No sé, como en todas las misiones: si salvas una sola vida, ya es suficiente. Habrá valido la pena el esfuerzo”.
Mientras navegábamos, oímos una transmisión de radio de los mal llamados “guardacostas libios” (milicias financiadas por la UE a través de Italia) al mercante Triades, indicando a su capitán que pusiera rumbo hacia una embarcación que llevaba días a la deriva con más de 150 personas a bordo, entre ellas muchas mujeres y niños.
Aunque estaban a 10 horas de distancia, decidimos poner proa hacia esa posición con el Astral y el Open Arms (donde estaba mi hija Esther), acompañados también por un reconocido diputado italiano. Sabíamos que, si los interceptaba la patrullera libia, estas personas serían restituidas a un país en guerra, un estado fallido y, con el objetivo de documentar e intentar evitar una devolución en caliente, mantuvimos el rumbo.
Unas horas más tarde, el capitán del mercante anunciaba que no podía esperar más, dejando a las personas abandonadas a su suerte. Nosotros continuamos hacia la posición indicada, pero al llegar, solo hallamos los restos destrozados de lo que alguna vez fue la embarcación.
Desde el Open Arms, que estaba a cierta distancia, se divisaron cuerpos aparentemente sin vida flotando entre los restos. Aun así, desde el Astral bajamos nuestra embarcación auxiliar.
Mientras nos acercábamos, alertamos que uno de los cuerpos se había movido. Aceleramos nuestra marcha y, al llegar, nos encontramos con una escena desgarradora: el cuerpo sin vida de un niño de aproximadamente 10 años, fallecido pocas horas antes y cerca de él, una mujer, aparentemente su madre. Aun me pregunto por qué los abandonaron allí, condenándolos a una muerte segura. Nunca lo entenderé. ¿Por qué dejarías a un niño y su madre en medio del mar?
Sólo había una superviviente: Josepha.
Ella se sostenía precariamente de un trozo de madera. Exhausta, casi sin aliento, Josepha susurraba un canto: “Madre, tú eres mi madre, tú eres la estrella del mar y sólo estamos tú y yo. Haz un milagro, ven a mí y encuéntrame”.
Josepha llevaba días a la deriva y había perdido la cuenta, pero casualmente ese día era la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Como marino, me sorprendió y conmovió tanta coincidencia.
Para garantizar la seguridad de Josepha, contactamos con la justicia española y la desembarcamos en el puerto español más cercano, Palma de Mallorca, bajo la seguridad y protección de la Cruz Roja Española. La actuación de estas milicias dejó en clara evidencia la necropolítica estructural en el Mediterráneo. Apenas denunciamos los hechos, nos enfrentamos a innumerables críticas y fake news por parte de la administración italiana, liderada por Matteo Salvini, quien nos exigía que la desembarcáramos en Italia.
Desplegamos todo un gran dispositivo de rescate para salvar una sola vida, la de la inquebrantable Josepha. Ella salió de Camerún, donde ejercía como maestra. Huyendo de la violencia doméstica, decidió ir a Europa para reunirse con su hermano.
Este verano Josepha se ha casado. Nos invitó a su boda, en una céntrica capital europea, como parte de su familia.
Y cantó.
Cada vida cuenta.