Marilú Marini: la leyenda del teatro debuta en España a los 83 años
La intérprete argentina, afincada desde 1975 en Francia, donde ha trabajado con directores como Peter Brook, estrena en Madrid un monólogo sobre las relaciones maternofiliales
Uno se pregunta: ¿cómo es posible que una actriz de la talla de Marilú Marini no haya pisado nunca un escenario en España como protagonista? Leyenda viva del teatro en Argentina y Francia, donde vive desde 1975 ―ella pone los ojos como platos y hace muecas cuando oye la palabra leyenda―; actriz querida por el director Peter Brook, con el que trabajó mucho, la última vez en La tempestad en 2021; intérprete de cine a las órdenes de Claire Denis, ...
Uno se pregunta: ¿cómo es posible que una actriz de la talla de Marilú Marini no haya pisado nunca un escenario en España como protagonista? Leyenda viva del teatro en Argentina y Francia, donde vive desde 1975 ―ella pone los ojos como platos y hace muecas cuando oye la palabra leyenda―; actriz querida por el director Peter Brook, con el que trabajó mucho, la última vez en La tempestad en 2021; intérprete de cine a las órdenes de Claire Denis, Diego Lerman y muchos otros; directora ella misma de teatro como la que presentó la temporada pasada en los teatros del Canal Matate amor, la bonaerense Marilú Marini, salvo algunas actuaciones esporádicas en un par de festivales, se estrena sobre las tablas en España con un papel protagonista en El corazón del daño, adaptación de la exitosa novela de su compatriota María Negroni (Random House).
Ella lo explica así: “Hubo varios amagos, pero los calendarios nunca cuajaron”, asegura la actriz, para a continuación añadir, como una especie de lamento: “Con lo mucho que yo amo la literatura española. Uno de mis grandes sueños no realizados, hasta ahora, es representar a Sancho Panza, ese personaje maravilloso. Me encantaría”. Y cuando dice “hasta ahora”, explica que ella, que rechaza con rotundidad el término “maestra”, nunca termina de aprender. “Nunca me doy por terminada, estoy siempre en construcción. La tradición que yo tenga es una tradición transformadora”, proclama.
Con El corazón del daño se salda así una deuda con esta mujer que, a sus 83 años, deja al espectador sobrecogido por la fuerza y el coraje de su interpretación. Marilú Marini estará en el Teatro Español de Madrid desde este jueves 21 de septiembre hasta el 24 de octubre, bajo las órdenes del director de escena argentino Alejandro Tantanian, quien también se estrena en nuestro país. La función, un monólogo adaptado de la novela del mismo título de María Negroni, es todo un ajuste de cuentas de una hija con una madre desesperante y desesperada, un viaje poético de cómo esas relaciones atávicas terminan conformando a una persona y a una creadora.
Marilú Marini, de madre prusiana y padre italiano, no habla de ajuste de cuentas personal, pero sí de algo que ella misma ha vivido. “Hay algo muy carnal, muy íntimo, en lo que me pasa a mí con este texto. No tuve una relación fácil con mi madre. Era una mujer muy distante, muy poco cariñosa, nunca hubo complicidad con ella, siempre me sentí juzgada por ella y eso era muy difícil para mí. Ahora lo veo con más claridad. Antes de mi nacimiento ella había sufrido la pérdida de una hija, hecho del que nunca se recuperó. Fue un duelo muy grande, bajaba las cortinas y no se comunicaba. Lo hacía de una forma amable, no violenta, pero no estaba”, confiesa la actriz, madre de una hija a la que ella toquetea y abraza sin descanso.
“Cuando empecé a leer el libro de María Negroni tuve un rechazo inicial como intérprete, porque sé lo difícil que es la relación madre-hija, un rechazo que desapareció pronto. Lo maravilloso de este texto tan poético y carnal al mismo tiempo es la cruda honestidad con la que está descrita la relación con la madre y cómo esa relación conflictiva, en la que conviven el amor, el odio, el rechazo y la necesidad de abrazo, va motivando y gestando a una artista”, continúa Marini, para quien esta función también desacraliza de alguna manera las relaciones maternofiliales y la maternidad. “La maternidad no es miel sobre hojuelas. Hay que bajar la maternidad de la idealización. Todo esto es fruto de la sociedad patriarcal, que nos dijo: ‘Lo mejor que pueden hacer ustedes, chicas, es ser madres, que es algo enaltecedor, así que a callarse la boca y cuidar a los niños’. ¿Perdón?”, se revuelve esta mujer elegante y amable pero muy contundente.
Bailarina de carrera ―”De ahí el deterioro de mis rodillas”, dice―, Marini formó parte del respetado y elogiado Instituto Di Tella en Buenos Aires, un verdadero laboratorio de artistas y creadores, donde Roberto Villanueva ―”Una persona reveladora para el teatro argentino“― la impulsó hacia la interpretación, y con el que todavía se identifica a la hora de afrontar su trabajo. “Uno aprende de las cosas más cotidianas y humildes y, sobre todo, de los errores. Son los errores los que nos transforman, los que nos señalan. Hay que tener coraje y entereza de no ver esos errores como algo que nos destruye, sino como algo que nos transforma. Como mujer de 83 años, vivo ciertas cosas de este siglo XXI que me parecen aterradoras. Todo tiene que ser exitoso y estar siempre bien. Pues no, a veces estamos mal y caídos, pero eso no quiere decir que estemos rotos. Somos humanos, horribles y maravillosos, capaces de lo peor y de lo mejor”.
Vive en Francia desde 1975, cuando huyó de Argentina, apenas un año antes de la dictadura militar que asoló de muertes y de terror su país natal. No fueron amenazas directas, pero sí advertencias verbales e insinuaciones veladas por una obra que estaba representando en Buenos Aires, Madame Marguerite, dirigida justamente por Roberto Villanueva, y en la que se hablaba de manera clara de torturas, lo que le abrió el camino para aceptar una propuesta de trabajo en un teatro de París, donde se quedó de manera definitiva.
No volvió a Argentina, hasta que se acabó la dictadura militar, y lo hizo como parte de la comitiva artística de la visita oficial a Buenos Aires del entonces presidente francés François Mitterrand. “Viví la dictadura en París como algo muy doloroso. Me sentía culpable por estar protegida, aunque el miedo no cesaba por la presencia de los servicios secretos de la dictadura por todas partes. Viví años de impotencia, culpabilidad, dolor y miedo”, confiesa Marini, quien se muestra también aterrada ante la posibilidad de que el candidato de extrema derecha argentino, Jaime Milei, pueda ganar las elecciones generales en octubre próximo. “Es un desvío, una locura que este candidato haya llegado hasta donde está. Si la gente vota a Milei es porque está en un estado de desesperación grande, porque no tiene confianza en ningún personaje político. El despojo que han hecho del pueblo argentino los distintos gobiernos es enorme. ¿Cómo se puede vivir con esos sueldos y la inflación disparada? ¿Es que no hay nadie del centro derecha o de la izquierda que permita a las personas sentirse seguras y protegidas?”.