Aldabonazo de Escribano
El torero cortó una meritoria oreja al único toro de Miura que destacó por su codicia y nobleza
Un feo bajonazo impidió que el público pidiera con intensidad la segunda oreja para Escribano en el cuarto toro de la tarde. Hubiera sido la culminación de una exitosa feria del torero sevillano en la que se ha reivindicado más allá de la atención que recibe de los despachos taurinos. Es uno de los triunfadores de este ciclo que, incomprensiblemente, no figura en los carteles de San Isidro.
Estuvo bien, muy bien, valiente, entregado, templado y muy decidido con el único miura que se pres...
Un feo bajonazo impidió que el público pidiera con intensidad la segunda oreja para Escribano en el cuarto toro de la tarde. Hubiera sido la culminación de una exitosa feria del torero sevillano en la que se ha reivindicado más allá de la atención que recibe de los despachos taurinos. Es uno de los triunfadores de este ciclo que, incomprensiblemente, no figura en los carteles de San Isidro.
Estuvo bien, muy bien, valiente, entregado, templado y muy decidido con el único miura que se prestó al lucimiento de una corrida bien presentada, seria y con cuajo, que pasó con nota en el tercio de varas, pero desarrolló un feo estilo en el tercio final e imposibilitó el toreo moderno.
Escribano lo recibió de rodillas en los medios con una larga cambiada y vistosas verónicas abrochadas con una media. Lo banderilleó, como a sus otros dos toros, con más voluntad que brillantez, brindó al público y se plantó en los medios.
Allí recibió al toro con dos pases cambiados por la espalda, y, a esas alturas, ya estaba claro que el animal era encastado, noble y codicioso, de modo que podía colaborar en la faena que sus hermanos estaban impidiendo.
Y así fue. Repitió largo el animal en dos tandas de derechazos largos y templados que dieron paso a otras dos de naturales de trazo limpio, largos y hermosos. Destacó la calidad de la embestida del miura así como la disposición, la entrega y las buenas maneras del torero, poderoso y hondo, que acabó con un armonioso cambio de manos antes de perfilarse y cobrar ese bajonazo que emborronó lo que hubiera sido el mejor broche a un feria exitosa. Queda, no obstante, el aldabonazo de un torero que exige por su disposición y sus condiciones más y mejores atenciones por parte de las empresas.
Lastimosamente, no hubo más. Los toros del legendario hierro sevillano no permitieron que Escribano alcanzara otro momento de brillantez a pesar de su denodado esfuerzo. También esperó de rodillas en los medios al sexto, pero embestía con la cara por las nubes, descastado y sin entrega. Del mismo tenor fue su primero, muy dificultoso a pesar de la firmeza del torero.
Tampoco tuvo opciones Antonio Ferrera en su única tarde en este ciclo, lo que también supone una injusticia ante sus muchos méritos contraídos en esta plaza. Ninguno de sus tres toros le permitió estar más allá de digno y solvente ante una miurada muy descastada y deslucida.
En las cuadrillas, destacaron Ángel Otero, Alberto Carrero, Joao Ferreira, y Mambrú con los palos, y los picadores Manuel Sánchez y Juan Francisco Peña.
Acabó la Feria de Abril triunfal y triunfalista, con muchas orejas y salidas por la Puerta del Príncipe, y con un listón de la exigencia muy por debajo del prestigio del que siempre ha hecho gala esta plaza.
Miura/Ferrera, Escribano
Toros de Miura, muy bien presentados, cumplidores en los caballos, descastados y deslucidos en el tercio final, a excepción del noble y codicioso cuarto.
Antonio Ferrera: estocada desprendida (silencio); pinchazo y estocada (silencio); estocada algo contraria (silencio).
Manuel Escribano: estocada baja y dos descabellos (silencio); bajonazo (oreja); estocada baja (ovación).
El festejo quedó en un mano a mano ante la baja de El Fandi, aquejado de una dolencia lumbar.
Plaza de La Maestranza. 1 de mayo. Decimoquinta y última corrida de abono. Tres cuartos de entrada.