¡Despropósitos…!
Álvaro Lorenzo cortó una oreja de poco peso a un toro de noble movilidad; Garrido y Cadaval, por debajo de sus lotes
¡La plaza de La Maestranza está perdida, hundida…!, lo que es nada nuevo, pero sí muy desesperanzador. El problema se atisbó hace años, pero ahora luce en todo su esplendor. Ha desaparecido la escasa afición que quedaba en Sevilla y florece en primavera un público accidental que aplaude desaforadamente cualquier lance de la lidia por muy lamentable que sea. Desde ese picador que no pica, ese par de banderillas caído o ese matador pesado que está por allí como un pegapases cualquiera aburriendo...
¡La plaza de La Maestranza está perdida, hundida…!, lo que es nada nuevo, pero sí muy desesperanzador. El problema se atisbó hace años, pero ahora luce en todo su esplendor. Ha desaparecido la escasa afición que quedaba en Sevilla y florece en primavera un público accidental que aplaude desaforadamente cualquier lance de la lidia por muy lamentable que sea. Desde ese picador que no pica, ese par de banderillas caído o ese matador pesado que está por allí como un pegapases cualquiera aburriendo a las ovejas. No importa. La gente aplaude como si le fuera la vida en ello.
Y la presidencia está como desorientada, desanimada, sin saber a qué atenerse, y muestra los pañuelos sin convicción alguna. O esa es la impresión que transmite.
Los tres toreros del cartel -Garrido, Lorenzo y Cadaval- son modestos, sin que el apelativo suponga un demérito para ellos. Ya se sabe que modestos en el argot taurinos son aquellos matadores que están en la zona media/baja del escalafón, y que no acaban de dar el paso para alcanzar el sueño que no los deja dormir.
¿Cuándo y por qué se le ocurriría a la empresa Pagés diseñar este cartel? ¿Acaso pensó el empresario que sería de interés para el aficionado, o acaso fue víctima de las componendas de los despachos taurinos? Vaya usted a saber.
Pero no hay que engañarse: los tres llegaron como modestos y como tal se marcharon al hotel. Los tres tienen ‘cositas’, pero insuficientes para el prestigio de esta plaza y para su propio futuro.
La corrida de Santiago Domecq no se los quiso comer; incluso, hubo varios toros que permitieron el toreo. Lo que sucedió es que se empeñaron en ser pegapases, aburridos y pesados, desbordados por sus oponentes y sin una razón válida que justificara su inclusión en el cartel.
Garrido, por ejemplo, se lució mucho y bien con el capote en su primer toro. Y lo hizo a la verónica, por chicuelinas y delantales, todo ellos trazados con gracia, prestancia y hasta chulería torera; pero fue incapaz de levantar los ánimos muleta en mano ante un soso animal al que estuvo dando pases insulsos una eternidad. Valiente y entregado se mostró ante el reservón cuarto, pero tampoco levantó el vuelo.
Lorenzo, por su parte, es técnico y solvente, pero frío como un témpano. Mueve con soltura el capote, y no dijo nada. Faena larga e insípida la suya al segundo, y más acompasada ante el manso quinto que se movió raudo desde que salió huido del caballo. El matador acompañó el viaje sin más ante el noble galope del animal, embebido en el engaño, y solo una tanda con la mano derecha tuvo sabor. Mató mal, de una estocada caída y perpendicular, y paseó una oreja de poco peso entre la algarabía general.
En el tercio de banderillas del toro segundo hizo una demostración de valor y entrega Raúl Ruiz, que expuso de verdad en el tercer par, y a quien hizo un quite providencial torerísimo Manuel Izquierdo, que dio toda una lección de cuál debe ser siempre la colocación de un tercero en la plaza. En el quinto, se lució, como es habitual, Curro Javier.
Y el toro más bravo y de más calidad de la tarde le tocó a Alfonso Cadaval, torero sevillano muy poco placeado, recién salido de una grave lesión, y al que se le notaron en exceso las muchas carencias de un concepto torero sin madurar.
Tiene buen aire, sí, pero ese toro necesitaba un vendaval para emocionar; y no vibró el torero, mal colocado, a merced del toro, desbordado. No dijo nada bueno y lo dijo todo. Se lució a la verónica en los lances de recibo al sexto, soso y noble, pero no pudo pasar de ahí.
En fin, que la tarde fue decepcionante y baldía. Y no pocos se acordaron de los buenos toreros que no estarán en esta feria… Un despropósito más de un festejo cargado de extrañezas.
Domecq/Garrido, Lorenzo, Cadaval
Toros de Santiago Domecq, correctos de presentación y variado comportamiento, mansurrones en general, -a excepción del segundo y tercero, bravos en los caballos-, nobles y sosones. Manso y con movilidad el quinto
José Garrido: estocada trasera y tendida, un descabello y el toro se echa (ovación); _aviso_ media y un descabello (ovación).
Álvaro Lorenzo: estocada (palmas); estocada caída y perpendicular (oreja).
Alfonso Cadaval: media muy tendida y estocada (silencio); dos pinchazos (silencio).
Plaza de La Maestranza. 19 de abril. Tercera corrida de abono. Algo menos de media entrada.