Brindis a Curro

José Ruiz Muñoz dio una vuelta al ruedo ante una desigual corrida de Bohórquez con dos toros de triunfo

Curro Romero recoge la montera de José Ruiz Muñoz, su sobrino nieto.Mundotoro TV

Allí estaba Curro, a sus relucientes 89 años, en una delantera de palco para asistir a la presentación de José Ruiz Muñoz, su sobrino nieto, en La Maestranza. Cuando sonaron los clarines para el comienzo del último tercio, el joven pidió permiso y se acercó a la jurisdicción de su tío abuelo. Levantó la montera y la mirada, y dijo en alta voz: “Don Francisco, le estoy muy agradecido por haberse dedicado al toreo, que ha llenado usted esta plaza de buenos aficionados”. Curro no pudo oírlo porque estaba lejos, pero los tendi...

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Allí estaba Curro, a sus relucientes 89 años, en una delantera de palco para asistir a la presentación de José Ruiz Muñoz, su sobrino nieto, en La Maestranza. Cuando sonaron los clarines para el comienzo del último tercio, el joven pidió permiso y se acercó a la jurisdicción de su tío abuelo. Levantó la montera y la mirada, y dijo en alta voz: “Don Francisco, le estoy muy agradecido por haberse dedicado al toreo, que ha llenado usted esta plaza de buenos aficionados”. Curro no pudo oírlo porque estaba lejos, pero los tendidos se pusieron en pie y rompieron en una unánime ovación de reconocimiento al querido maestro sevillano.

Momentos antes, Ruiz Muñoz, que llevaba bordadas dos ramitas de romero en la espalda de su chaquetilla, había toreado a la verónica con sorprendente naturalidad, y un aroma currista muy familiar para todos los presentes; y galleó por chicuelinas con pinturería. Tras el brindis, quiso demostrar que tiene un concepto diferente, que su fuente es la que es, y el público se lo reconoció. Hubo detalles de personalidad, pero a toda su labor le faltó intensidad, hondura y credibilidad. Dio la impresión de que se conformaba con pinceladas, cuando el noble toro era el mejor colaborador para una labor de triunfo. No se metió en faena, no se embraguetó, no cuajó como era debido a su bondadoso oponente. Al final del trasteo, allá por la sexta tanda, quiso enmendarse con unos buenos derechazos, una trinchera de cartel y unos ayudados airosos, aunque la vuelta al ruedo fue un premio excesivo, a pesar de que le pidieron la oreja.

Otro toro que se fue con las orejas colgando fue el tercero, que correspondió a Rafael Serna. Lució ese animal un pitón izquierdo de esos de los que se dice que llevan colgando un cortijo. Su labor fue desigual e intermitente; incapaz el torero de exprimir la calidad del toro por ese lado que no pareció ver o no supo encontrar el modo de lucirlo. Fue la suya una faena larga, con algún elegante cambio de manos y muletazos sueltos estimables. No hubo la rotundidad que la ocasión merecía.

Estos dos fueron los mejores, -los únicos-, toros de una corrida muy desigual, mansa en los caballos, con escaso fondo en sus entrañas y excesiva sosería en su comportamiento.

Y en el ruedo había seis toreros sevillanos, a los que la empresa había ofrecido esta oportunidad, y todos ellos, con escasa experiencia, demostraron, cada cual a su estilo, que cuentan con mimbres para intentar subir peldaños en una profesión que no se les ha puesto fácil.

Borja Jiménez, por ejemplo, tiene planta, oficio y buen aire. Se mostró muy firme con los trastos ante el soso primer toro, de muy escasa codicia y al que le costaba un mundo acudir al cite.

Lama de Góngora, que se había lucido en un quite por chicuelinas al primero, se enfrentó a un manso que embestía sin humillar, con genio y violencia. No hubo continuidad en su labor, pero dejó constancia de su firmeza y de lo mucho que ha aprendido en tierras americanas.

Ángel Jiménez es un diestro ecijano de semblante serio, pero con el sentimiento torero a flor de piel. La embestida del toro era muy corta y sosa, y aun así dibujó detalles de torería que auguran un mejor futuro.

Y cerró la tarde Calerito, torero con oficio y desparpajo, buen concepto y valentía. Acudió al galope al caballo el toro que cerró plaza, y permitió que Borja Jiménez destacara en un quite por delantales y una revolera con mucho sabor. Pero el animal se desfondó demasiado pronto, y la música que sonó al final de la primera tanda con la mano derecha, tuvo que guardar silencio instantes después. Una pena que no le reconocieran la gran estocada que cobró Calerito. Era de premio.

(Persisten los problemas técnicos en MundotoroTV. Hubo abonados, se desconoce el número, que, al igual que el pasado domingo, no pudieron ver la corrida; y la imagen se congela con frecuencia, lo que impide la visión del normal desarrollo del festejo).

Bohórquez/Seis toreros

Toros de Fermín Bohórquez, correctos de presentación, mansos, soso, descastados y desfondados en líneas generales; destacaron el tercero, por su buen pitón izquierdo, y quinto, por su bondad.

Borja Jiménez: casi entera baja (ovación). 

Lama de Góngora: estocada (ovación).

Rafael Serna: pinchazo _aviso_ y pinchazo (ovación).

Ángel Jiménez: estocada baja (ovación).

José Ruiz Muñoz: estocada baja (vuelta).

Juan P. García Calerito: gran estocada (ovación).

Plaza de La Maestranza. 16 de abril. Segunda corrida de abono. Media entrada.


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