Daniel Barenboim dimite de la Staatsoper de Berlín por motivos de salud
El director de orquesta sufre una “grave enfermedad neurológica”
El pasado octubre el director de orquesta Daniel Barenboim (Buenos Aires, 80 años) anunció que se retiraría de parte de sus actividades profesionales en los próximos meses. Hoy ha dado un nuevo paso: ha anunciado que a partir del día 31 cesará sus actividades en la Staatsoper de Berlín, la Ópera Estatal de Berlín. “Mi salud se ha deteriorado en los últimos meses y me han diagnosticado una grave enfermedad neurológica. Ahora d...
El pasado octubre el director de orquesta Daniel Barenboim (Buenos Aires, 80 años) anunció que se retiraría de parte de sus actividades profesionales en los próximos meses. Hoy ha dado un nuevo paso: ha anunciado que a partir del día 31 cesará sus actividades en la Staatsoper de Berlín, la Ópera Estatal de Berlín. “Mi salud se ha deteriorado en los últimos meses y me han diagnosticado una grave enfermedad neurológica. Ahora debo concentrarme al máximo en mi bienestar físico”, dijo Barenboim hace tres meses. Este viernes ha añadido en un comunicado: “Desafortunadamente, mi estado de salud se ha deteriorado notablemente durante el último año. Ya no puedo brindar los servicios que con razón se le exigen a un director musical”.
Nacido en Argentina en 1942, Barenboim debutó internacionalmente como pianista a los 10 años, antes de convertirse en un destacado director de orquesta. También ha creado una fundación y una orquesta, el West-Eastern Divan, para promover la cooperación entre jóvenes músicos de Israel y los países árabes.
Recientemente, EL PAÍS Semanal publicó en exclusiva un extracto de sus memorias, donde cuenta: “Recuerdo que la gente se reía porque cuando yo era pequeño pensaba que todo el mundo tocaba el piano. Mis padres impartían clases de piano, de manera que, aparte de la familia, las únicas personas que venían a casa durante el día eran estudiantes y otros pianistas. No conocí a nadie de fuera que no tocara. A la gente esto le resultaba muy gracioso y yo no entendía por qué. La música me rodeaba, después de todo. Instintivamente, entendí que la música era un lenguaje en el que podía comunicarme, aunque, por supuesto, entonces no era capaz de articularlo. La música era un asunto serio, pero siempre fue, sobre todo, una enorme fuente de placer para mí”.