El gran salto de la fotografía: cuando pasó de sirvienta a forjadora de un imperio
El Museo Reina Sofía muestra en una exposición con más de 500 piezas el periodo entre las revoluciones de 1848 y 1917, un recorrido en el que las imágenes evolucionaron de invento burgués a denunciar la vida de los desheredados
En sólo unos pocos años desde su presentación en sociedad, en 1839, la fotografía pasó de ser un invento burgués, de disfrute para realezas, nobles y clases acomodadas, de retratar salones y palacios, a mostrar lo que pasaba en las calles y a quienes malvivían en ellas: mendigos, niños en duros trabajos, obreros, presos, enfermos... “La función documental es tan antigua como la propia fotografía, es un arte transversal, pero estuvo monopolizada por el Estado y las clases más pudientes, durante un siglo”, ha explicado este martes Jorge Ribalta, comisario de la exposición ...
En sólo unos pocos años desde su presentación en sociedad, en 1839, la fotografía pasó de ser un invento burgués, de disfrute para realezas, nobles y clases acomodadas, de retratar salones y palacios, a mostrar lo que pasaba en las calles y a quienes malvivían en ellas: mendigos, niños en duros trabajos, obreros, presos, enfermos... “La función documental es tan antigua como la propia fotografía, es un arte transversal, pero estuvo monopolizada por el Estado y las clases más pudientes, durante un siglo”, ha explicado este martes Jorge Ribalta, comisario de la exposición Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917, en el Museo Reina Sofía hasta el 27 de febrero de 2023. Se trata de un paseo por los orígenes de la fotografía en su versión documental a través de más de 500 piezas, que incluyen, junto a las imágenes, daguerrotipos, álbumes, postales, publicaciones en prensa... “Presentamos una historia a contrapelo de ese discurso entonces dominante”, añadió Ribalta. Esa capacidad para contar todo lo que nos rodea la catapultó de ser “una sirvienta de otras artes”, como la tildó Baudelaire, a configurar “un imperio de la imagen”, recordó el comisario en una expresión del historiador de la fotografía André Rouillé.
El primer grupo de tres imágenes que se encuentra el visitante obliga a moverse de un lado a otro, a encontrar el ángulo para distinguir en estos daguerrotipos que tomó el propio Louis Daguerre, su inventor, las calles de París. En seguida, uno de los primeros ejemplos fotográficos de trabajadores, los leñadores que plasmó en 1845 William Fox Talbot, otro de los pioneros de este arte, y lo que el comisario ha calificado como “el conjunto más grande jamás mostrado” de la revolución en París de 1848, “la primera fotografiada”, aunque solo nos hayan llegado “media docena de imágenes”.
Es uno de los casos que ha sido posible gracias a la cantidad y calidad del medio centenar de instituciones que han prestado piezas: la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de Orsay, en París; el Victoria & Albert londinense, el MoMA de Nueva York o la George Eastman House, de Rochester. En España, la Biblioteca Nacional, Patrimonio Nacional o el Museo Nacional de Antropología, entre otros. Muchas son un delicado material que ha llevado “hasta a negociar un grado más o menos la temperatura de las salas; los prestadores han sido muy estrictos en las condiciones de iluminación y conservación”, ha explicado Ribalta. Con esta cita, además, “se cierra una tetralogía de exposiciones sobre fotografía documental que el museo inició en 2010″, ha explicado el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel.
La segunda sala muestra, por un lado, tipos populares, desclasados y obreros, como el que es posiblemente “el primer corpus representativo de la clase trabajadora en la historia de la fotografía”, los pescadores en Newhaven, Escocia, en un conjunto de calotipos (placas con nitrato de plata) obra del dúo Hill y Adamson hacia 1845. En paralelo, se puede ver el esfuerzo que hicieron diferentes Estados por recoger su patrimonio y monumentos, como sucedió en España con el galés Charles Clifford, bajo el patrocinio de la reina Isabel II, con vistas de lugares como la Alhambra. El avance tecnológico multiplicó la creación de imágenes y permitió la aparición de los primeros álbumes.
El recorrido continúa con el testimonio gráfico de los cambios urbanísticos que transformaron las grandes ciudades, derrumbando murallas y abriendo avenidas, como hizo el genial Eugène Atget en París. También hubo quien se ocupó del subsuelo parisiense, como Félix Nadar, que mostró sus alcantarillas y catacumbas. Entre las curiosidades, una colección de postales de la Viena de cambio de siglo, con sus limpiabotas o estibadores en plena faena. La parte española muestra la madrileña Puerta del Sol en 1857, antes de su reforma, tomada por Clifford.
En el siguiente espacio predominan diversos oficios: mineros de Pensilvania, los obreros que construyeron el Canal de Isabel II, en Madrid, fotografiados también por Clifford en 1858, o las poderosas imágenes de operarios (de perfil, en pleno esfuerzo) de la metalúrgica alemana Krupp de finales de siglo.
La fotografía se usó como instrumento en otras disciplinas: como la antropología, con el conocido álbum enciclopédico del alemán Carl Dammann, una especie de juego de las familias del mundo que se empezó a publicar en 1874 por entregas: los egipcios, los caucásicos, los australianos... Como testimonio de la guerra: los cadáveres, heridos y trincheras de la Guerra de Secesión en EE UU; o para la investigación policial, con otra de las piezas más interesantes, un mueble de madera con placas de vidrio que muestran a sospechosos con las conocidas poses de perfil y de frente. Su autor fue un policía de París, Alphonse Bertillon.
La muestra se cierra en una sala con, por un lado, revoluciones. Se pueden contemplar las consecuencias del primer autogobierno obrero y popular, la Comuna de París, en 1871, con edificios y monumentos incendiados, los cadáveres de los insurgentes, las ejecuciones y las barricadas en la plaza de la Bastilla, “toda una iconografía contrarrevolucionaria”, precisó Ribalta. Hay asimismo una colección de postales de la Revolución rusa, con las muchedumbres en protesta o dispersadas por cargas policiales, e imágenes de la Semana Trágica de Barcelona, de 1909. Por otro, la fotografía social, término que acuñó uno de los representados, Lewis Hine, el estadounidense que avergonzó a la sociedad de comienzos del siglo XX con sus imágenes del duro trabajo infantil. A su lado, fotografías de su discípulo, Paul Strand, con su descorazonadora y conocida imagen de una anciana ciega, de 1917, y la de un hombre anuncio. Los fotógrafos ya eran conscientes de que se podía y se debía retratar lo que habitualmente no había estado en el objetivo.
136 vigilantes de sala fijos para el Reina Sofía
El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, ha anunciado tras la presentación de la exposición Genealogías documentales que "el Ministerio de Hacienda ha autorizado la contratación de 136 plazas de vigilantes de sala fijos", que previsiblemente llegarán en 2023, tras una convocatoria que se anunciará en diciembre, y que ayudará a solventar el cierre de espacios que sufre el museo desde hace años por falta de personal. Además, hasta que lleguen esos nuevos trabajadores, habrá otra convocatoria de 140 plazas, pero temporales, "por unos tres meses", según Borja-Villel, para aliviar la actual situación.