Oreja a Fonseca en el cierre de Feria

Excelente novillada de Montealto, desaprovechada por los novilleros

Isaac Fonseca en el inicio de faena al primero de la tarde.Hermanos Mateo

Al feucho novillo que abrió la tarde no terminó de cogerle el aire Isaac Fonseca. Su proverbial toreo lo dejó claro en el recibo: larga cambiada y un racimo de chicuelinas. Listo el novillo en varas, Fonseca lo saludó con la muleta con sendos cambiados de rodillas, ligados, de igual guisa, con un par de naturales limpios. Pareció tomar vuelo la faena, ante novillo de buen son, pero la gente no terminó de entrar en aquello. Otra serie en redondo, con remate de una arrucina, pareció darle eco a esa labor. Pero a partir de aquí, la faena se convirtió en un quiero y a veces puedo y otras no. No to...

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Al feucho novillo que abrió la tarde no terminó de cogerle el aire Isaac Fonseca. Su proverbial toreo lo dejó claro en el recibo: larga cambiada y un racimo de chicuelinas. Listo el novillo en varas, Fonseca lo saludó con la muleta con sendos cambiados de rodillas, ligados, de igual guisa, con un par de naturales limpios. Pareció tomar vuelo la faena, ante novillo de buen son, pero la gente no terminó de entrar en aquello. Otra serie en redondo, con remate de una arrucina, pareció darle eco a esa labor. Pero a partir de aquí, la faena se convirtió en un quiero y a veces puedo y otras no. No todo salió ya tan limpio y ligado como al principio. De final de fiesta, las abusivas luquecinas de marras. Al matar, el novillo lo levantó del suelo y el milagro apareció: salió ileso de un trance peligroso. La voltereta animó a la gente, aunque en este caso la presidencia no se dejó llevar por sentimentalismos.

Precioso castaño el cuarto. Y en la línea de la tarde ganadera. Buen novillo. Obediente en cuanto le hacían bien las cosas; rebelde en cuanto le llevaban la contraria. Sin pensarlo, Fonseca se plantó de rodillas y una primera seria con la izquierda le salió limpia y clara. Pero ya de pie, con el novillo comiéndose literalmente la muleta, la faena subió y bajó casi a partes iguales. No acertó Fonseca en las distancias y el novillo le ganó terreno y partida. Con la voluntad por bandera, el diestro azteca no se rindió, aunque la faena pasó a ser un pequeño barullo. De final, un híbrido entre manoletinas y bernadinas, sin ayuda del estoque, de las que salió atropellado. La oreja, un regalo generoso. Muy generoso.

De más a menos la faena del Niño de las Monjas al segundo, sobrero sustituto del titular. Novillo de finas puntas que miraban al cielo, pero que descolgó en bueno sobre todo por el pitón izquierdo. El de las Monjas vio pronto cual era esa virtud del novillo, el lado izquierdo, sin ser malo, ni mucho menos, el derecho. La primera serie al natural tuvo limpieza y largura, pero se le agolparon las ideas y no supo gestionar. Todo lo demás fue como un pequeño lío, con mucho afán por parte del torero. Dos desarmes descarrilaron definitivamente la faena. Luego, con la espada, un bajonazo en los costillares acabó por desmoronarlo todo.

Bien llevado el quinto, un colorado ojo de perdiz de bonita estampa, era un lujo de embestir. Y se entregaba. Pero unas veces mandaba el Niño y otras el novillo, y así no había quien se aclarase. Faena de muchos pases, en donde entraba de todo en la docena. El final de faena, de cercanías y a topetazo limpio, un poco de barullo. Los rodillazos finales no aportaron gloria. Para colmo, se sumó otro bajonazo.

Un bonito castaño hizo de tercero. Bonito por fuera y bonito por dentro, pues se puso a disposición de su matador sin condiciones. Claudicó en los primeros muletazos, pero se repuso para los restos. Álvaro Alarcón montó una faena por el buen gusto, pero con saldo muy irregular. Un diente de sierra esa labor. Junto a muletazos limpios, otros que salían sin ton ni son. Medios pases, también. Todo como un poco amontonado en faena larga que terminó con las cansinas luquecinas como postre. Para colmo, se sumó a la fiesta del bajonazo que en esta Feria ha imperado. También la impresión de que otro novillo se fue sin torear.

Un torito el sexto. Y otra estampa de buen ver. Manseó en varas, pero brindó sus virtudes a su matador sin poner condiciones. Fue algo distraído a la salida de los muletazos, pero metió la cara en la muleta con franca claridad. Álvaro Alarcón entre dos aguas, en faena muy irregular. Una serie, al principio, con la mano izquierda fue lo mejor. El resto fue como buscar un tesoro que nunca encontró. Impresión final: una excelente novillada muy desaprovechada. Pena.

Montealto/ Fonseca, Niño de las Monjas, Alarcón

Novillos de Montealto, el segundo como sobrero, desiguales de presentación. De excelente juego en líneas generales. Varios, aplaudidos en el arrastre.

Isaac Fonseca: estocada -aviso-, descabello (vuelta al ruedo); pinchazo y estocada trasera -aviso- (oreja).

Niño de las Monjas: bajonazo en el costillar, pinchazo -aviso- estocada pasada perdiendo muleta (saludos); bajonazo trasero y pinchazo -aviso- (vuelta al ruedo).

Álvaro Alarcón: bajonazo que hace guardia -aviso- y estocada (silencio); pinchazo, bajonazo -aviso- dos pinchazos, media, descabello -2º aviso- y tres descabellos más (silencio).

Plaza de Valencia. 17 de julio. Cuarta y última de Feria. Un cuarto.

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