Toreros heroicos
Dignísima actuación de la terna ante una corrida muy cornalona, deslucida, complicada y descastada de Samuel Flores
Había que tener mucha sangre fría para estar delante de unos toros tan cornalones, astifinos y deslucidos como los de Samuel Flores; y no solo sangre fría, sino mucha dignidad para andar sobrado de actitud y disposición, no perderles la cara e intentar algún lucimiento de donde no era posible.
La corrida, complicadísima, descastada, sin recorrido, muy desigual en varas, y solo el quinto hizo una pelea aceptable en el caballo y se ‘tragó’ algunos estimables muletazos de Morenito.
Y los toreros, heroicos. ...
Había que tener mucha sangre fría para estar delante de unos toros tan cornalones, astifinos y deslucidos como los de Samuel Flores; y no solo sangre fría, sino mucha dignidad para andar sobrado de actitud y disposición, no perderles la cara e intentar algún lucimiento de donde no era posible.
La corrida, complicadísima, descastada, sin recorrido, muy desigual en varas, y solo el quinto hizo una pelea aceptable en el caballo y se ‘tragó’ algunos estimables muletazos de Morenito.
Y los toreros, heroicos. Robleño, Morenito de Aranda y Damián Castaño sí que merecen un azulejo en los pasillos interiores de Las Ventas que deje constancia de su valor y vergüenza torera.
Suelen decir los toreros que no les preocupan los pitones, sino el comportamiento del toro. Eso lo dirán los que nunca se han puesto delante de uno como Recobo, de 591 kilos de peso, el cuarto de la tarde, que no tenía en los suyos un cortijo sino dos puñales afilados y prestos para mandar a las nubes a Robleño, que no es precisamente Maciste el coloso. Era un toro de una seriedad impresionante, el de mayor arboladura de toda la feria, con unos cuernos abiertos y largos como una autopista, y, además, con unas entrañas de manso, sin entrega y dificultoso, que lanzaba gañafones al aire con aviesas intenciones.
Por allí anduvo Robleño, que tampoco encontró opciones en su primero, como si tal cosa en apariencia; pero no se le cambió el semblante, aguantó impávido las tarascadas y no perdió los papeles en ningún momento. Cuando montó la espada, la plaza guardo un silencio de profundo recogimiento, y la tensión se masticaba en el ambiente. El toro se le vino al torero antes de que le echara la muleta a la cara, y humilló lo suficiente para que Robleño, en un segundo de instintiva inteligencia, prefiriera clavar la espada antes que pasar en falso. Y dejó una estocada en lo alto de enorme mérito. A poco, muy poco, supo la ovación que le tributó el público, porque su actuación había sido valerosa en extremo y un derroche de técnica y entrega.
Dignísimo se mostró también Morenito de Aranda ante su lote. Con su primero, un noble e invalido sobrero de José Cruz, pudo dibujar algunas pinceladas de su toreo elegante, pero estuvo mejor ante el quinto, el único toro que se ‘dejó’ -es un decir-, con el que hizo un gran esfuerzo, estuvo muy firme, consiguió muletazos meritorios, y, en especial, una última tanda de hondos naturales, la mejor de toda la tarde.
Tampoco quedó atrás Damián Castaño, que confirmó la alternativa, venía a Madrid a darse a conocer y se encontró con un lote infumable donde los haya. No pudo decir cuál es su concepción del toreo, pero sí dejó claro que tiene lo que hay que tener para abrirse camino en la profesión. No estuvo acertado -ninguno de los tres- con la espada, pero vaya en descargo de la terna que el trance se presentaba más que complicado.
Flores/Robleño, Morenito, Castaño
Cuatro toros de Isabel Flores -el tercero, devuelto- y dos, cuarto y sexto, de Samuel Flores, bien presentados, muy cornalones, astifinos, mansurrones, descastados y deslucidos. Sobrero de José Cruz, bien presentado, manso, noble y muy blando.
Fernando Robleño: pinchazo, estocada atravesada que hace guardia,
cuatro descabellos y el toro se echa (silencio); estocada (ovación).
Morenito de Aranda: estocada (ovación); _aviso_, pinchazo, estocada atravesada _2º aviso_ y un descabello (ovación).
Damián Castaño, que confirmó la alternativa: pinchazo, bajonazo y un descabello (silencio); dos pinchazos, estocada que hace guardia y dos descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. 30 de mayo. Vigesimotercera corrida de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada (15.344 espectadores, según la empresa).