Puñales por la espalda

Paco Ureña, afligido y espeso de ideas, solo cortó una oreja en su encerrona con toros muy desdibujados de seis hierros distintos

Paco Ureña, con la oreja del quinto toro de la tarde.Fernando Villar Efe

No fue posible. Paco Ureña fracasó en su encierro con seis toros en San Isidro. Ha triunfado de largo el ideólogo de esta corrida, y ahora, presumiblemente, la utilizará para tratar de hundir de manera definitiva al torero murciano.

Porque lo de esta tarde no ha sido una gesta de un torero en plenitud que se quiere medir a sí mismo, sino una auténtica encerrona del...

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No fue posible. Paco Ureña fracasó en su encierro con seis toros en San Isidro. Ha triunfado de largo el ideólogo de esta corrida, y ahora, presumiblemente, la utilizará para tratar de hundir de manera definitiva al torero murciano.

Porque lo de esta tarde no ha sido una gesta de un torero en plenitud que se quiere medir a sí mismo, sino una auténtica encerrona del sistema que, por motivos inconfesables, pretende borrar del mapa taurino a Paco Ureña. No lo contrataron ni en Castellón ni en las Fallas, entró como sustituto de Emilio de Justo en Sevilla, y en Madrid le ofrecieron este plato de lentejas envenenado. Y como no ha triunfado, el torero deberá soportar a partir de ahora las consecuencias. Es verdad que todo resulta un poco misterioso, pero así es: el diestro triunfador de 2019 se las verá canutas para entrar en las próximas ferias; y si no, al tiempo.

Es cierto, por otra parte, que una encerrona es siempre un arma de doble filo, y hacerla en Madrid es una apuesta muy dificultosa. Y lo sucedido hoy es buena prueba de ello.

Para empezar, una corrida muy desigual de presentación, mansa de principio de principio a fin, en la que ningún toro ofreció una oportunidad de triunfo: muy protestado por su escaso trapío e invalidez el de La Ventana del Puerto; noble pero rajado el de Domingo Hernández; imposible el muy deslucido ‘adolfo’, que medía a su sombra; cornalón y desfondado el de José Vázquez; anovillado e inválido en devuelto de Juan Pedro Domecq; manso y encastado el sobrero del Conde de Mayalde y muy descastado el de Victoriano del Río.

Y Ureña no estuvo bien. Toda la tarde se le vio espeso de ideas, afligido, entristecido, derrotado, cansado y desdibujado.

Solo dos quites, uno por templadísimas chicuelinas en el segundo, y otro por apretadas gaoneras en el sexto; y unas airosas verónicas de recibo al primero y segundo. Y, muleta en mano, muchos detalles sueltos, sin que hubiera una faena medianamente conjuntada.

Lo intentó sin éxito ante el protestado que abrió plaza; brindó al público el segundo, y el inicio, por estatuarios, tres naturales y del pecho hicieron abrigar las mejores esperanzas. El toro de Domingo Hernández se fue apagando como una vela, mientras Ureña insistía, y dibujó, es verdad, un extraordinario muletazo circular con la mano derecha y algunos más de evidente hondura, pero todo se diluyó en la espesura de una labor tan larga como cansina.

El toro de Adolfo Martín se hizo el amo del ruedo en el tercio de banderillas, y en menos de diez minutos ya había obtenido el sobresaliente cum laude en sosería, bronquedad y peligro. A Ureña le costó un mundo descabellarlo.

Con dos derechazos largos comenzó la faena al cuarto, pero fue ante el cornalón ejemplar de José Vázquez en el que se le vio vencido y apocado. Robó algún natural estimable, pero todo quedó demasiado insulso.

Para que no faltara un perejil, una inoportuna tormenta se hizo presente y llovió torrencialmente durante el último tercio del quinto de la tarde, el sobrero encastado del Conde de Mayalde, con el que Ureña estuvo más entonado con varias tantas estimables por ambas manos mientras el público huía despavorido de los goterones. Y un descastado animal de Victoriano acabó con la última esperanza.

Fin. Otra encerrona más que suena a venganza. El tiempo próximo dará o quitará razones. Hay quien piensa que a Ureña lo quieren hundir y la cuenta atrás ha comenzado. La corrida de hoy ha sonado, y mucho, a puñales por la espalda…

Seis ganaderías/Paco Ureña, único espada

Toros de distintas ganaderías. 1º, de La Ventana del Puerto, justo, manso, noble, soso y blando; 2º, Domingo Hernández, bien presentado, manso y noble; 3º, de Adolfo Martín, bien presentado, manso, bronco y peligroso; 4º, de José Vázquez, astifino y cornalón, manso y bronco; 5º, de Juan Pedro Domecq, devuelto por inválido (sobrero del Conde de Mayalde, manso y encastado); 6º, de Victoriano del Río, bien presentado, cumplidor en varas, soso y descastado.

Paco Ureña: pinchazo hondo y tres descabellos (silencio); media tendida (ovación); pinchazo, estocada tendida y atravesada y 11 descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada (silencio); estocada (oreja); pinchazo y estocada (silencio).

Plaza de Las Ventas. 21 de mayo. Decimocuarta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno (19.992 espectadores, según la empresa).

 


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