Marta Ramoneda: “He visto historias de amor en la librería”

La copropietaria de La Central, en Barcelona, con 30 años de oficio, señala que el secreto está en la selección de títulos y denuncia la existencia de mafias que roban por encargo

Marta Ramoneda, dueña de la librería La Central.Massimiliano Minocri

Marta Ramoneda (Olot, Girona, 56 años), librera de La Central barcelonesa, siempre brujuleando entre las mesas de volúmenes apilados en el local de la calle de Mallorca, como un Puck en un bosque de papel. Treinta años de oficio, de estudiar, valorar y apreciar libros y clientes. Tomamos un cortado en la terraza de la cafetería, un ambiente de librería inglesa de solera. Y entre libros, como en casa.

Pregunta. Es usted librera. Va, recomiéndeme un libro.

Respuesta. Uf, ...

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Marta Ramoneda (Olot, Girona, 56 años), librera de La Central barcelonesa, siempre brujuleando entre las mesas de volúmenes apilados en el local de la calle de Mallorca, como un Puck en un bosque de papel. Treinta años de oficio, de estudiar, valorar y apreciar libros y clientes. Tomamos un cortado en la terraza de la cafetería, un ambiente de librería inglesa de solera. Y entre libros, como en casa.

Pregunta. Es usted librera. Va, recomiéndeme un libro.

Respuesta. Uf, qué difícil uno sólo, casi imposible. A día de hoy, entre las novedades… ¿puedo decir dos?

P. Uno, uno.

R. Bueno, una autora, Ottessa Moshfegh, Mi año de descanso y relajación, La muerte en sus manos, Nostalgia de otro mundo.

P. ¡Eso son tres, tramposa!

R. Una escritora sensacional, muy original. Una literatura muy propia. Llena de imaginación, pero que repta en la realidad.

P. ¿Y un libro todoterreno, que guste a todos?

R. Limónov, de Emmanuel Carrère, ¿o está muy visto?

P. A punto de Sant Jordi, el Día D de los libros en Cataluña. Hay grandes expectativas en el aire.

R. Es una cita agotadora, pero los libreros tenemos muchas ganas, vuelta a la normalidad, en Barcelona con la súper isla peatonal quedará muy bien. Hay la sensación de que va a ser algo muy especial. Es el gran momento del año. En un día se factura tanto como en toda la Feria del Libro de Madrid, o como en medio mes de actividad normal.

P. ¿Cómo se hace librera una?

R. Yo no tengo grandes aficiones ni ambiciones en la vida. Entré a trabajar en la librería Laie de Barcelona en el 92, me gustaba lo de colocar libros y moverlos de un lado a otro. A los tres años montamos con Antonio Ramírez La Central.

P. ¿Lleva bien lo de tener libros en casa y en el trabajo?

R. Para mí, en ese sentido, la librería es una extensión de la casa, sólo que en la librería los he de ordenar y en casa no. Y aquí hay unos cuantos más, claro.

P. ¿Qué puede decir de los clientes?

R. Me fijo mucho en qué compran, cómo se mueven por la librería. Los hay muy regulares, que recorren todo el espacio, siempre igual y a la misma hora. Algunos dos días a la semana. Y compran tres, cuatro o cinco libros cada vez. Otros son más esporádicos. Los hay muy enfrascados y extrovertidos; los cómodos, que te preguntan enseguida. Ves que hay mucha gente para la que la lectura es una parte esencial de su vida. Y tienen un concepto patrimonial de la librería, la han hecho suya.

P. ¿Excentricidades?

R. Sí, hay quienes esconden libros y luego los vienen a buscar. Los hay que tienen la manía de que el ejemplar esté perfecto.

P. Las anécdotas de librero son todo un género literario.

R. Sí, los errores de títulos y esas cosas. Aquí hay quien confunde Dostoievski y Tolstói. No solemos tener anécdotas mucho más estrambóticas, aunque el otro día me pidieron Almas muertas de Google... [es de Nicolai Gógol] Recuerdo las visitas de Woody Allen y la familia Auster, y a un cliente que se precipitó por las escaleras con un montón de libros en las manos y dijo que al caer sobre ellos le habían salvado la vida. Una persona se llevó la pila de los que había seleccionado otro cliente y apartado mientras seguía buscando. “Magnífica selección”, dijo.

P. ¿Qué hace buena una librería?

R. El criterio de selección, lo que hay, que no sea poner un libro al lado del otro. Y el ambiente, la iluminación, el suelo, los rincones.

P. ¿Sus preferidas del mundo?

R. Daunt Books, de Londres; Compagnie, de París; Ombres Blanches, de Toulouse; la porteña Eterna Cadencia…

P. ¿Por qué tenemos más libros de los que podemos leer?

R. Esa es la gracia.

P. ¿Amazon?

R. No juegan en las mismas condiciones. El lector de verdad combina. Pero la librería ofrece mucho más. Salir, el ritual, curiosear, dejarte sorprender.

P. ¿Se sigue robando libros?

R. Sí, y hay mucho robo por encargo. Verdaderas mafias. Los que más se roban son los de Acantilado.

P. ¿Se liga en las librerías?

R. Sí, mucho. El libro da mucho juego. Y he visto historias de amor aquí.

P. ¿Sexo?

R. Ves a saber. Eso no lo he visto. Bueno, una vez sí. Un hombre a solas.

P. Vaya, ¿en qué sección?

R. En la esquina de terror y ciencia-ficción. Le dije: “Por favor, no es el lugar”.

P. ¿Llevaba un libro en la mano?

R. Te puedo asegurar que no.

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