Francia descubre el universo Gaudí más allá de la Sagrada Familia
El Museo de Orsay de París realiza la primera gran exposición francesa del arquitecto catalán
El viaje a París que nunca emprendió en vida Antoni Gaudí (Reus, 1852-Barcelona, 1926), lo hace, por fin, parte de su obra casi un siglo después de la muerte del arquitecto catalán más universal. El Museo de Orsay de París inaugura el próximo lunes la primera gran exposición monográfica de Gaudí en Francia, una muestra que trata de desgranar a un artista cuyo nombre conocen prácticamente todos los franceses gracias a su obra cumbre, la Sagrada Familia de Barcelona, pero que muy pocos comprenden en toda su magnitud y comple...
El viaje a París que nunca emprendió en vida Antoni Gaudí (Reus, 1852-Barcelona, 1926), lo hace, por fin, parte de su obra casi un siglo después de la muerte del arquitecto catalán más universal. El Museo de Orsay de París inaugura el próximo lunes la primera gran exposición monográfica de Gaudí en Francia, una muestra que trata de desgranar a un artista cuyo nombre conocen prácticamente todos los franceses gracias a su obra cumbre, la Sagrada Familia de Barcelona, pero que muy pocos comprenden en toda su magnitud y complejidad.
La exposición parisiense toma el testigo de la muestra (Re)conocer Gaudí. Fuego y cenizas, que se exhibió desde finales del año pasado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de Barcelona. Y ha sido supervisada por el mismo comisario general, Juan José Lahuerta, uno de los mayores especialistas en el arquitecto barcelonés, director desde 2016 de la cátedra Gaudí de la Universitat Politècnica de Catalunya.
Pero no una réplica exacta, puesto que no está dirigida al mismo público ni se muestra en una ciudad como Barcelona, que respira Gaudí por todos sus poros, sino en un París que también convive, aunque de otra manera, con el art nouveau que llevó hasta los extremos más inimaginables e innovadores el arquitecto catalán.
La parisiense es una exposición más “comprimida” que la de Barcelona, pero que “mantiene toda su originalidad” y que busca demostrar que Gaudí fue un “artista muy complejo que está lejos de la leyenda del artista aislado, fue un artista apasionante y apasionado”, aseveró en la presentación de la muestra el presidente del Museo de Orsay, Christophe Leribault.
Es por ello, acotó Isabelle Morin Loutrel, una de las comisarias de la exposición parisiense, que esta sigue una lógica diferente. “Hemos intentado reducir la lista de objetos y obras [en Barcelona eran más de 600] para mostrar verdaderamente lo indispensable y espectacular”, explicó a periodistas en vísperas de la apertura oficial, que contará con la presencia, el lunes, del presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. Además, como los visitantes de París “no van a poder visitar después una construcción de Gaudí”, la muestra francesa privilegia fotografías y escenografías que acerquen el taller tanto físico como el “mental” del arquitecto catalán.
Pese a ello, confía la conservadora francesa, los visitantes podrán conocer a un Gaudí “en toda su personalidad de creador y arquitecto y de lo plástico”. El hilo conductor para ello es la archiconocida Sagrada Familia. Pero su obra cumbre no es el núcleo de la exposición, puntualiza. “El corazón de la muestra es todo el proceso de creación de Gaudí, el personaje como arquitecto que revolucionó la ciudad de Barcelona, pero también los códigos de la construcción, de la decoración, gracias a la ayuda muy importante que tuvo de su amigo (y mecenas) Eusebi Güell, que le permitió desarrollar toda su imaginación” y con quien el arquitecto compartía “excentricidad, singularidad y un gusto por Cataluña y por el arte para todos, a pesar de proceder [Güell] de la burguesía”, señala.
Simbólicamente, el visitante parisiense entra en la muestra de Gaudí, que permanecerá abierta hasta el 17 de julio, a través del recibidor que concibió el arquitecto para otra de sus obras más conocidas, la Casa Milà (La Pedrera). A partir de ahí, podrá imbuirse en el taller de Gaudí con una reproducción en 3D del espacio donde imaginó y modeló su particular mundo artístico, muy inspirado en la naturaleza y con referencias internacionales. Como la del arquitecto francés Eugène Viollet-le-Duc, responsable de la renovación de la catedral de Notre Dame, a un tiro de piedra del Museo de Orsay, y creador también de la famosa aguja del templo gótico que resultó destruida en el devastador incendio de la iglesia parisiense del que la semana que viene se cumplen tres años.
Precisamente, la muestra actual hace constantes guiños a esta relación en el espacio y el tiempo —Viollet-le-Duc pertenece a una generación anterior a la de Gaudí— y a las posibles inspiraciones del catalán en el francés, al que seguramente estudió. El Museo de Orsay de hecho aprovecha la exposición gaudiana para mostrar, por primera vez en público, unos diseños que el arquitecto francés realizó para la decoración del bestiario de la fachada del palacio de Abbadia en Hendaya, que tienen una sorprendente coincidencia con algunos elementos del catalán. El cocodrilo sobre una escalera que diseña Viollet-le-Duc se asemeja sorprendentemente (o no) a la famosa salamandra de la entrada del Parc Güell barcelonés, igual que los caracoles que también imaginó el arquitecto galo se reencuentran en forma similar en la Sagrada Familia que, pese a todo, vuelve una y otra vez en la obra de Gaudí y en su nuevo homenaje en París.