La ‘rentrée’ literaria: pasión por las historias, espejo de Francia

Las relaciones felices o traumáticas y abusivas entre padres e hijas son una de las tendencias en el inicio del curso que ha traído 521 novelas a las librerías francesas

La escritora Amélie Nothomb, retratada en Barcelona en 2019.Joan Sánchez

Pasan las pandemias, los gobiernos y las modas en Francia, pero hay una institución inamovible, fiel a la cita anual: la rentrée, el inicio del curso literario.

Entre finales de agosto y principios de septiembre, se publican de golpe en este país centenares de novelas. Las revistas y suplementos culturales dedican decenas de páginas a la literatura de ficción. Los programas radiofónicos de máxima audiencia entrevistan a escritores. Las librerías se inundan de las novelas que todo lector medianamente culto querrá haber leído si quiere estar al día y mantener una conversación munda...

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Pasan las pandemias, los gobiernos y las modas en Francia, pero hay una institución inamovible, fiel a la cita anual: la rentrée, el inicio del curso literario.

Entre finales de agosto y principios de septiembre, se publican de golpe en este país centenares de novelas. Las revistas y suplementos culturales dedican decenas de páginas a la literatura de ficción. Los programas radiofónicos de máxima audiencia entrevistan a escritores. Las librerías se inundan de las novelas que todo lector medianamente culto querrá haber leído si quiere estar al día y mantener una conversación mundana en un café o una cena.

En esta rentrée, se han publicado 521 nuevas novelas. Entre ellas, destacan las que tratan de relaciones entre padres e hijas. Algunas, traumáticas, marcadas por el abuso, como Voyage dans l’Est, de Christine Angot. Otras, felices como Premier sang, de Amélie Nothomb.

La rentrée coincide con las primeras eliminatorias de los grandes premios literarios del otoño, con el Goncourt recortándose en el horizonte. Los miembros de los jurados seleccionan las mejores y consagran, al decidir los vencedores en noviembre y diciembre, a los autores del año, que serán traducidos a otras lenguas y emprenderán una carrera internacional.

Estos días, en las sedes de las editoriales en París, en las librerías y cenáculos literarios, se deciden algunos de los libros que dentro de un año se leerán en Barcelona o Nueva York, en Londres o Berlín, en Roma o Madrid.

“En Francia, entre septiembre y noviembre, la literatura asciende en la jerarquía de la curiosidad y la atención”, resume un veterano de las rentrées, Éric Fottorino. Vencedor en 2007, con la novela Baisers de cinéma, del premio Fémina, acaba de publicar Mohican. “En este momento, Francia —la Francia de los que leen, evidentemente— se entusiasma, se pelea, debate, discute sobre objetos que son ficciones, historias”, explica.

La rentrée literaria es una operación comercial: se trata de inundar el mercado de un producto en un tiempo muy breve. Aunque se circunscribe exclusivamente al género más literario y culto: los best sellers de ventas masivas, la literatura popular, tienen otros ritmos y mercados. A principios de septiembre, entre los 10 libros más vendidos en Francia, según la clasificación de la publicación Edistat, cinco eran cómics manga, cuatro diccionarios y una novela, la de Nothomb.

Una maquinaria engrasada

El origen del fenómeno se remonta a la posguerra mundial, explica Pierre Assouline, miembro de la Academia Goncourt, que concede el premio del mismo nombre. Fue entonces cuando los editores decidieron publicar sus libros más valiosos en septiembre, coincidiendo con la vuelta al cole, el fin de las vacaciones y el inicio del curso político. Y a tiempo para que estos libros pudiesen optar a los grandes premios literarios.

La librería Shakespeare and Company Bookshop, en noviembre de 2020, justo después de su reapertura tras el levantamiento de algunas medidas contra la covid.Kiran Ridley (Getty Images)

La maquinaria, en realidad, se pone en marcha antes, en primavera, cuando las editoriales envían a periodistas y críticos las primeras versiones de las novelas que llegarán a las librerías al final del verano y entrarán en esta feria de las vanidades y talentos que es la rentrée.

En el mundillo literario-periodístico, es una época de actividad desbordada y nervios desatados. Los autores quieren que sus editores publiquen sus libros en la rentrée para aspirar a los premios. Las editoriales quieren que los medios de comunicación se fijen en sus títulos. Los periodistas, críticos y miembros de los jurados se ven desbordados por una sobreabundancia que cada año provoca críticas y debates pero que no deja de repetirse. En 2020, año de pandemia y confinamientos en el que las librerías estuvieron meses cerradas, se publicaron 511 novelas, casi como en un año normal.

Nadie está capacitado para leer tanto en unas semanas. Hay que hacer una criba, guiándose por el olfato, las sugerencias y el prestigio de autores ya conocidos.

“Hay libros que, leyendo 10 páginas, ya basta”, dice Assouline, quien calcula haber leído este verano más de medio centenar de los 521 títulos de esta rentrée.

“Para mí, el verano es todo menos vacaciones”, añade este escritor, que conjuga su actividad como jurado del Goncourt con la de novelista y cronista literario. Él, aunque haya recibido algunos libros antes, no empieza a leerlos hasta el 15 de junio por consejo de Bernard Pivot, el hombre que revolucionó el periodismo literario en televisión y presidió durante años la Academia Goncourt. “Bernard Pivot me dijo: ‘Si empiezas antes del 15 de junio, en septiembre los habrás olvidado”, asegura.

Tenemos la impresión de que un gran espejo se pasea ante la sociedad francesa y todo el mundo puede mirarse en él
Éric Fottorino

“Este año”, valora, “hay mucha diversidad, los premios están muy abiertos. Hay años con pesos pesados como Michel Houellebecq que aplastan la rentrée. Este, no”.

En esta rentrée no hay ningún Houellebecq, ni ningún Emmanuel Carrère, la estrella de la anterior con su novela Yoga. Entre los nombres más conocidos figuran la superventas Nothomb, autora de fábulas minimalistas y de línea clara, y Angot, referencia de la autoficción. Ambas abordan la figura del padre desde experiencias opuestas.

Nothomb se identifica tanto con su padre, el diplomático belga Patrick Nothomb (1936-2020), que se mete en su piel y escribe en primera persona su vida entre el nacimiento y el día que estuvo a punto de ser fusilado en Congo. “Me encuentro ante un pelotón de ejecución”, arranca Premier sang. “El tiempo se estira, cada segundo dura un siglo más que el precedente. Tengo 28 años. Frente a mí, la muerte tiene el rostro de doce ejecutantes”.

El padre de Angot fue lo contrario, no un padre admirable sino un depredador sexual que abusó durante años de su hija desde su adolescencia, experiencia que ella lleva abordando en sus narraciones desde los años noventa. Voyage dans l’Est, escrito con ritmo trepidante y sin eufemismos, llega tras la publicación en Francia de varios libros en primera persona que han colocado los abusos incestuosos en el centro del debate social y han forzado cambios legislativos. “A un niño maltratado se le humilla a golpes, a un niño violado con caricias”, dice la narradora. “En ambos casos se trata de una estrategia de humillación. El incesto es una denegación de la filiación que pasa por el sometimiento del menor para la satisfacción sexual del padre”. La novela de Angot figura en la primera lista de finalistas del Goncourt. Nothomb, eterna aspirante, no.

Hay pocas personas que tengan la visión de conjunto de las novedades. Jurados del Goncourt como Assouline, por ejemplo. O periodistas literarias como Nathalie Crom, del semanario cultural Télérama. “Veo dos tendencias”, describe Crom. “Una es la subida, con más fuerza todavía, de la autoficción y la no ficción narrativa, especialmente de mujeres”. El libro de Angot es un ejemplo. “Otra tendencia es la cuestión ecológica, con un número considerable de obras que de uno u otro modo, ya sea descriptivo o como novela de anticipación, abordan la crisis climática”. Cita Hors-gel, de Emmanuel Salas, y Climax, de Thomas B. Reverdy.

“Entre 500 novelas hay para todos los gustos: novelas históricas, sentimentales, de costumbres”, apunta Fottorino, quien fue director de Le Monde y ahora compagina la escritura de novelas con la dirección de las publicaciones Le 1 y Zadig. “Tenemos la impresión de que un gran espejo se pasea ante la sociedad francesa y todo el mundo puede mirarse en él”.

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