La historia del maltrato infantil de Hulk que nunca se contó

El dibujante y guionista Barry Windsor-Smith presenta ‘Monstruos’, nueva versión de un proyecto que ideó para Marvel hace casi cuatro décadas pero fue publicado por otro autor entre acusaciones de plagio

Una página de 'Monstruos'.Barry Windsor-Smith (Dolmen)

Todo el mundo teme los enfados de Hulk. Pero casi nadie le entiende. ¿Por qué el buen Bruce Banner se enfurece tanto como para convertirse en una máquina de destrucción? Hace 37 años, al dibujante y guionista Barry Windsor-Smith (Londres, 71 años) se le ocurrió una respuesta. Y empezó a volcarla en un tebeo que se titularía Acción de gracias: la furia del monstruo venía del dolor, de los malos tratos sufridos en la infancia por parte de su padre. El entonces editor jefe de Marvel, Jim Shooter, se entusiasmó con una trama m...

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Todo el mundo teme los enfados de Hulk. Pero casi nadie le entiende. ¿Por qué el buen Bruce Banner se enfurece tanto como para convertirse en una máquina de destrucción? Hace 37 años, al dibujante y guionista Barry Windsor-Smith (Londres, 71 años) se le ocurrió una respuesta. Y empezó a volcarla en un tebeo que se titularía Acción de gracias: la furia del monstruo venía del dolor, de los malos tratos sufridos en la infancia por parte de su padre. El entonces editor jefe de Marvel, Jim Shooter, se entusiasmó con una trama madura, atrevida, incluso adelantada para la época. Y ambos pactaron publicarla cuando estuviera lista, sin grandes anuncios, para que el impacto fuera mayúsculo.

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La sorpresa colosal, sin embargo, se la llevó el propio Windsor-Smith, junto con una rabia digna del gigante verde: un año después, el número 312 de la serie El increíble Hulk, firmado por Bill Mantlo, contó una historia prácticamente idéntica a la suya. ¿Plagio? ¿Robo? ¿Error? Muchas preguntas siguen todavía en el aire. Aunque, al fin, se resuelve la incógnita mayor: cómo era aquel cómic que el creador británico nunca pudo mostrar. Él mismo se lo siguió preguntando a lo largo de casi cuatro décadas: lo reescribió, lo retocó, lo propuso sin éxito a varios sellos, cambió a Hulk por un protagonista desconocido, el soldado Bobby Bailey. Y lo alargó hasta las 362 páginas que hoy componen Monstruos (Dolmen).

Mucho ha cambiado desde aquel proyecto original. Ahora en el tomo caben hasta eugenesia nazi, cartas de amor y visiones sobrenaturales. Y el tiempo arrebató literalmente la voz a Bobby Bailey, el protagonista: Windsor-Smith ha explicado que el paso de los años envejeció las hojas que guardaba y despegó del papel los bocadillos que explicitaban sus gruñidos, lo que terminó de convencerle para dejar en silencio al personaje. “Pensaba que sería el típico relato de Hulk perseguido por el ejército —que lo es, pero solo durante 20 páginas—; luego son tres historias duras como la vida misma, que se entrecruzan. Está mucho más cerca de Los puentes de Madison que de Hulk”, afirma Vicente García, editor de Dolmen. Otros le han visto ecos de Frankenstein o El resplandor. Pero en el corazón de Monstruos todavía hay un niño indefenso. Y un viaje psicológico, en blanco y negro, hasta los límites del sufrimiento que una mente humana puede aguantar.

Viñetas de 'Monstruos', de Barry Windsor-Smith.Barry Windsor-Smith (Dolmen Editorial)

“La publicación ofrece el perfecto colofón para una historia que comenzó de manera trágica a principios de los ochenta, cuando le robaron su idea”, sostiene García. Monstruos también supone la culminación de un proyecto reelaborado una y otra vez. Y la posibilidad de leer en España la novela gráfica más importante de un icono quizás menos conocido del tebeo. “Antes de Alan Moore, Neil Gaiman, Mark Millar […] y todos los demás creadores británicos que tuvieron un impacto desproporcionado en los cómics de EE UU, estaba Windsor-Smith”, defendía The Guardian en la introducción de una de las escasísimas entrevistas que concede el autor. En realidad, apenas contestó de forma escueta algunas preguntas del periodista por correo electrónico e ignoró unas cuantas más.

Al fin y al cabo, Windsor-Smith siempre ha protegido su libertad. A toda costa, profesional y personal. “Ha hecho lo que le ha apetecido y va a su ritmo, sin preocuparse por el tema económico. Es de los que dibujan primero y presentan el proyecto más tarde, y si no se lo aceptan lo deja aparcado sin importarle el tiempo invertido”, apunta García. Célebre sobre todo por su trabajo con Conan el bárbaro y por la historia de Lobezno Arma X, el autor debe su fama también a un recorrido incendiario: idas y venidas con Marvel y DC, fugas al cómic independiente y regresos, retrasos en las entregas, polémicas con varios editores.

Una imagen sin datar de Barry Windsor-Smith, facilitada por la editorial.Dolmen

La aplaudida calidad de sus obras siempre se cocinó a fuego lento. Demasiado para una industria que le indignaba con sus prisas. Y un lenguaje y unas temáticas adultas que él consideraba necesarios y que a menudo no encajaban con el deseo censor y comercial de sus jefes. “En ocasiones, quiere trascender más de la cuenta. Me recuerda cuando [el tenista Andre] Agassi cuenta en Open que le decían que no hacía falta que todos sus puntos fueran ganadores, que en ocasiones bastaba con devolver la bola. Windsor-Smith es incapaz de llevar a cabo lo que se denominan trabajos alimenticios, que haces y cobras. Él quiere transmitir algo en cada página, y eso es muy complicado y provoca que en ocasiones pueda cambiarte el carácter o incurrir en depresiones”, admite García. Ejemplo real, como también lo fueron, al menos para el autor, varias experiencias paranormales que aseguró haber vivido.

Monstruos llega ahora como la sublimación de esta trayectoria. Toda letra, trazo o tinta del tebeo procede de casi cuatro décadas de esfuerzo de Windsor-Smith. “Comúnmente le definen como prerrafaelita [por la corriente pictórica inglesa del siglo XIX]. Pero es una mezcla tan inmensa de fuentes que tiene un estilo inconfundible y un dominio de la narrativa gráfica como pocos”, insiste García. “Ha sido una experiencia lenta y difícil que absorbía toda mi energía entre un proyecto y otro para pagar el alquiler”, dijo el autor a The Guardian. Pese a todo, Windsor-Smith nunca quiso abandonar aquella historia. Año tras año, superó la rabia y siguió trabajando, hasta publicarla. La firma, esta vez, es la correcta: la suya.

Cuatro décadas de una presunta copia

Mucha polémica rodea aquella publicación de Acción de gracias, la historia de acoso infantil que Barry Windsor-Smith concibió para Hulk en 1984 y terminó saliendo firmada por Bill Mantlo un año después. Un apéndice de Monstruos, firmado por Sergio Aguirre, repasa lo sucedido. Y recuerda que, tras alcanzar un acuerdo con el editor Jim Shooter, el autor empezó a mostrar “ilusionado” su trabajo a otros creadores de Marvel a medida que avanzaba. Al Milgrom, fascinado, le pidió fotocopiar algunas páginas para “disfrutarlas a gusto” y las dejó en la cajonera de proyectos de Hulk. Allí debió de encontrarlas Mantlo, guionista entonces de la serie de cómics del héroe verde. Y finalmente editó una historia casi idéntica, en octubre de 1985.

Tanto Windsor-Smith como Shooter acusaron a Mantlo de plagio. Y el británico retiró enfurecido su propia trama, ya que creía que había perdido valor y el efecto sorpresa. Las difíciles condiciones de salud del guionista desde hace décadas impiden conocer su versión. Aunque otros sostienen que Mantlo tan solo pretendía homenajear a Windsor-Smith, algo difícil de defender, según Aguirre. Vicente García, editor de Dolmen, no tiene dudas: “Como se trata de un artista lento y de un número que se podía incluir en cualquier momento, se lo tomó con calma. De modo que, cuando Mantlo estaba finalizando su etapa en Hulk, decidió que no estaría mal utilizar la idea integrándola dentro de la obra que estaba acabando. Además, era bien conocido por hacer este tipo de cosas, y reciclaba historias antiguas. Por desgracia, el editor jefe no fue consciente hasta que se publicó. Es un caso claro de plagio, o de idea prestada”. García agrega que el resultado, en el número 312 de El increíble Hulk, fue decepcionante: “Mantlo se quedó con el mero concepto que había escuchado por la redacción. A partir de ahí, el tebeo se convierte en uno más de superhéroes, en algo intrascendental”.

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