El poder de los referentes en la juventud

La comunicación familiar puede compensar los estereotipos que los contenidos de internet más populares perpetúan

Una adolescente consulta su teléfono móvil.Mònica Torres

EL PAÍS lanza la colección ‘Mujeres extraordinarias’ el domingo 7 de marzo, una serie de libros dirigidos a niños con la que podrán descubrir referentes femeninos que cambiaron la historia con sus ideas y su creatividad.

El impacto del mundo digital en la vida de los niños y adolescentes es innegable. La edad media a la que los menores piden su primer teléfono móvil, desde el que acceden a internet, son los 9 años. Entre los 12 y los 13 la mayoría lo consiguen. En ocasiones e...

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EL PAÍS lanza la colección ‘Mujeres extraordinarias’ el domingo 7 de marzo, una serie de libros dirigidos a niños con la que podrán descubrir referentes femeninos que cambiaron la historia con sus ideas y su creatividad.

El impacto del mundo digital en la vida de los niños y adolescentes es innegable. La edad media a la que los menores piden su primer teléfono móvil, desde el que acceden a internet, son los 9 años. Entre los 12 y los 13 la mayoría lo consiguen. En ocasiones esto origina una brecha entre los padres y los menores, pues estos comienzan a solicitar independencia e invierten su tiempo libre en pasatiempos que sus padres no han tenido, como los youtubers. En la Red han encontrado los iconos de su generación, tanto clásicos, como pueden ser cantantes o actores, como más modernos, como los influencers de moda. La mayoría de ellos no suponen una amenaza en sí mismos, pero los más populares suelen repetir patrones cuyo consumo prolongado puede perpetuar estereotipos de géneros y otros conceptos poco realistas.

El estudio EU Kids on line 2020, realizado en 19 países, entre ellos España, y con menores de 9 a 16 años, ofrece respuestas sobre qué hacen los chicos en internet. Con datos globales, destaca el uso lúdico, especialmente el relacionado con los vídeos y la música. En el orden de preferencias le siguen el uso de las redes sociales y los videojuegos en línea. Los jóvenes españoles siguen el mismo patrón que el resto de europeos, aunque en su caso se cuela en el primer puesto comunicarse con la familia y los amigos. Los datos muestran que los menores tienen poco interés por las actividades participativas y cívicas.

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Estos consumos no son en sí mismo nocivos, pero Laura Picazo, doctora en Comunicación, especialista en educación mediática y profesora e investigadora en la Universidad Internacional de Valencia, advierte de los posibles peligros de una exposición prolongada a algunos de los contenidos más populares en internet: “El patrón de los mensajes que reciben los jóvenes es muy marcado y estereotipado”.

Si se echa un vistazo a los personajes públicos españoles más seguidos en Instagram, una de las redes sociales en la que más tiempo pasan los menores, destacan las actrices Ester Expósito, con 26,5 millones de seguidores, y Úrsula Coberó, con casi 21 millones. También el youtuber El Rubius, que acumula 14 millones de fans. En el plano internacional el listado lo lidera Cristiano Ronaldo con más de 260 millones y la cantante Ariana Grande, superando los 220 millones de seguidores.

“El tipo de mensajes que recogen en su contenido, especialmente el de las cuentas más seguidas por las chicas, está basado en la belleza, un modelo de familia en concreto, en el dinero y el éxito, una serie de valores que se repiten constantemente”, expone Picazo. Los chicos también reciben estos impactos y moldean la imagen de la mujer según esos referentes. Estos estereotipos llegan también a partir de los videoclips, a los que dedican buena parte de su tiempo de ocio en la Red, donde la mujer es habitualmente sexualizada.

Este efecto no se restringe a los jóvenes, sino que también se extiende hasta la edad adulta. Picazo se pone a ella misma de ejemplo: “Trabajo e investigo sobre este tema y cuando estoy en Instagram sigo clicando sobre ese tipo de contenido y el propio algoritmo me ofrece siempre perfiles iguales”.

Los propios menores, además, advierten diferencias de género en el uso de internet, según el estudio anteriormente citado. Los padres tienden a animar a los chicos a explorar en línea, mientras que restringen más a menudo las actividades de las chicas. Ellas perciben en mayor medida un peligro en la Red y hasta un 49%, frente a un 29% de chicos, se ha encontrado en situaciones molestas en la web.

Otro aspecto que la investigadora destaca es el concepto del éxito para los jóvenes. Picazo lo equipara con la aceptación social de grupo que tradicionalmente buscan los adolescentes; no obstante, en internet esto se traslada a cifras desorbitadas de seguidores que se convierten en aspiraciones para los menores desde muy pequeños. “Han normalizado el éxito porque su entorno así lo hace, lo incluyen en sus expectativas y quieren alcanzarlo pronto”, explica. Puntualiza que se produce un fenómeno “curioso” a este respecto, pues los jóvenes aspiran a obtener lo mismo que los iconos de internet, pero no se identifican con ellos. “Solo quieren alcanzar lo que ellos tienen”, advierte señalando que no buscan generar buenas reacciones, sino solamente reacciones. “No les importa recibir un mal comentario, solo quieren el comentario”.

Las alternativas

La falta de capacidad crítica de los jóvenes los lleva a interpretar estos modelos estereotipados y, en muchos casos, irreales como posibles. Picazo recuerda que esto no es culpa de ellos, sino del adulto, pues instituciones, docentes y padres deben trabajar para ofrecer una buena educación audiovisual y mediática a los niños para que así desarrollen mecanismos de análisis.

“Tendemos a ser más restrictivos que dialogantes con aquello que no nos gusta o que desconocemos”, advierte Picazo como un error. Gloria Pérez de Albéniz, doctora en Ciencia de la Educación y profesora del área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Burgos, coincide con ella. Recuerda que la familia es un entorno jerárquico, pero en el que se deben establecer canales de comunicación bidireccionales desde la infancia. De esta manera en la adolescencia los jóvenes se sentirán en un entorno seguro en el que pueden tratar cualquier tema. “Es lógico que busquen independencia a través de sus relaciones sociales, pero si se han establecido bien esos canales, podremos darles el contexto que necesitan”, abunda.

Abrir conversaciones sobre sus intereses, lo que están viendo en la Red y los personajes que más les gustan, aunque sean incomprensibles para los padres, generará experiencias que ayudan a los niños a madurar. La profesora sostiene que “incluso cuando no nos vienen bien, porque los adolescentes no siempre hablan cuando nosotros queremos, sino cuando ellos quieren”, es importante prestar atención y mostrar interés por su forma de pasar el tiempo libre.

Además de la comunicación, ofrecer referentes a los hijos es otra herramienta para equilibrar sus influencias. Estudios como Girls in STEM: Is It a Female Role-Model Thing? (Las niñas en STEM: ¿es una cuestión de modelos femeninos?, en español), relacionado con la presencia de las mujeres en las carreras de Matemáticas o Tecnología, muestra que el contacto y conocimiento de figuras femeninas de referencia reduce la brecha de género y los estereotipos entre las jóvenes adolescentes. Pérez de Albéniz señala los cuentos como una de las herramientas “imprescindibles” para construir vías de comunicación en este sentido durante la infancia. A través de ellos se inculcan valores, gracias a los personajes admirables con los que se identifican y a los que pueden entender desde edades muy tempranas. “Además sirven para fortalecer el vínculo entre padres e hijos porque son momentos de lectura y cercanía”, apoya.

Ambas expertas coinciden en recordar que la familia y entorno directo de los menores siguen siendo sus mayores referentes a pesar del poder de internet. “Aunque a veces nos ponen a prueba y parece que nos están retando, si pudiésemos verlos por una mirilla cuando están con sus amigos muchos de los valores que hemos trabajo son los que comentan fuera de casa”, tranquiliza Pérez de Albéniz.

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