Muere Bunny Wailer, confundador de The Wailers con Bob Marley
El artista, uno de los impulsores del ‘reggae’ a escala global, ha fallecido a los 73 años en Jamaica
Bunny Wailer, cantante y compositor, ha muerto en Jamaica a los 73 años. Fue miembro fundador de los Wailers. A diferencia de sus compañeros, Peter Tosh y Bob Marley, no buscó desarrollar una carrera global y prefirió vivir tranquilamente en su isla natal, entre gente que compartía sus creencias rastafarianas.
De verdadero nombre Neville Livingston, nació el 12 de abril de 1947 en Kingston. Criado por su padre, conoció pronto a Bob Marley y Peter Tosh en el pueblo de Nine Mile, donde se emparejaron el padre de Neville y...
Bunny Wailer, cantante y compositor, ha muerto en Jamaica a los 73 años. Fue miembro fundador de los Wailers. A diferencia de sus compañeros, Peter Tosh y Bob Marley, no buscó desarrollar una carrera global y prefirió vivir tranquilamente en su isla natal, entre gente que compartía sus creencias rastafarianas.
De verdadero nombre Neville Livingston, nació el 12 de abril de 1947 en Kingston. Criado por su padre, conoció pronto a Bob Marley y Peter Tosh en el pueblo de Nine Mile, donde se emparejaron el padre de Neville y la madre de Bob. Los tres jovencitos se quedaron fascinados por las armonías de iglesia de los Impressions, el grupo fundado en Chicago por Curtis Mayfield, y, aunque intentaron grabar en solitario, terminaron por formar en 1963 un grupo vocal llamado inicialmente los Wailin’ Wailers.
Los Wailers, como terminarían por ser conocidos, pasaron el resto de los años sesenta rebotando entre diferentes productores y sellos discográficos, en el envenenado negocio musical jamaicano. En una economía tercermundista, aquella no era una gran opción profesional: Bob Marley tuvo que emigrar a Estados Unidos, para trabajar como obrero en Delaware. Los Wailers continuaron con otro miembro, y Livingston, ya conocido como Bunny, pasó de hacer exclusivamente coros a cantar como solista, sobre todo en temas de su autoría.
Wailer se convirtió en rasta y pronto llamó la atención por sus pelos dreadlocks y sus canciones con mensaje. Puede que su nueva visibilidad explique que, detenido en 1967 por posesión de marihuana, fuera condenado a 14 meses de cárcel. Cuando los Wailers originales se volvieron a reunir, seguían siendo tan pobres como siempre, pero les alimentaba la furia ante la injusticia y la explotación.
La ascensión de los Wailers ha sido ampliamente documentada. Tras experiencias musicales muy productivas, pero apenas remuneradas, con Lee Perry y Johnny Nash, aceptaron lo que parecía una propuesta disparatada de un jamaicano blanco, Chris Blackwell: ser lanzados para el mercado del rock, a través de su sello Island. Se modificaron los arreglos pero no se tocaron las canciones, frecuentemente airadas y ocasionalmente sensuales.
A partir de 1973, la conquista del público internacional fue lenta pero segura. En el proceso, Bunny descubrió que detestaba girar por tierras extrañas y actuar ante gente rara. Discretamente, dejó su puesto a Joe Higgs para los directos fuera de Jamaica. Al igual que Tosh, pronto entendió que el plan de Blackwell consistía en entronizar a Marley como solista. Con las primeras regalías, Bunny fundó su propio sello, Solomonic, inicialmente distribuido internacionalmente por Island.
En solitario, Bunny grabó discos cuidados que se editaban en single para Jamaica y que se reunieron en un álbum formidable, Blackheart man. Allí estaban piezas que ya habían interpretado los Wailers y temas frescos. Su gran himno fue Dreamland, donde soñaba con la vuelta a África; el recuerdo de su condena todavía dolía, como explicitó en Fighting Against Conviction.
Convertido en un pilar del roots reggae, Bunny contó con una audiencia fiel, tanto dentro como fuera de la isla. Creativamente, pinchó con discos como Protest, pero recuperó la forma con In I’s Father House. La muerte de Marley en 1981 y el asesinato de Peter Tosh en 1987 le dejaron como único superviviente de los Wailers; inevitablemente, le empujaron a grabar álbumes enteros del repertorio del viejo grupo, lo que hizo con gran dignidad. Recibía regularmente visitas de seguidores foráneos, que se asombraban de que viviera en una casa modesta, sin aparentes medidas de seguridad. “Mi gente me quiere”, solía responder.