La fábrica de gas de Oviedo, un debate entre pisos y cultura
Movimientos ciudadanos tratan de evitar su demolición parcial
Asturias, otrora una orgullosa y combativa región industrial, es ahora una región industrial en ruinas. Hace dos años desapareció definitivamente la minería, después de una lenta agonía, y la industria que el carbón propiciaba está ahora cerrada o en declive. A falta de actividad económica, queda patrimonio. La fábrica de gas de Oviedo, que trajo la modernidad a la ciudad y la cambió para siempre, fue clausurada en 1985. Desde entonces, envejece en el corazón de la capital asturiana, junto a la muralla medieval, cerca de la catedral. En el corazón, también, de una controversia sobre sus usos f...
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Asturias, otrora una orgullosa y combativa región industrial, es ahora una región industrial en ruinas. Hace dos años desapareció definitivamente la minería, después de una lenta agonía, y la industria que el carbón propiciaba está ahora cerrada o en declive. A falta de actividad económica, queda patrimonio. La fábrica de gas de Oviedo, que trajo la modernidad a la ciudad y la cambió para siempre, fue clausurada en 1985. Desde entonces, envejece en el corazón de la capital asturiana, junto a la muralla medieval, cerca de la catedral. En el corazón, también, de una controversia sobre sus usos futuros entre tres actores principales: la multinacional energética EDP, propietaria del recinto, el Ayuntamiento de Oviedo (de diferente signo político través de los años, ahora una coalición de PP y C’s) y las asociaciones ciudadanas.
“Tenemos la única fábrica de gas que permanece completa en España”, dice el arquitecto y urbanista Felipe Díaz de Miranda, miembro de la Plataforma Fábrica de Gas e Ideas, “sería una pena perder esta joya”. El actual plan especial vigente, de 2012, obra del arquitecto César Portela (llamado Plan Portela), contempla la conservación de algunos elementos (aproximadamente un 20% de la superficie) pero también la construcción de 100 viviendas.
A los movimientos ciudadanos les parece poco: quieren que se conserve todo el complejo y, además, se dé a la fábrica un uso cultural, científico o empresarial, siguiendo el modelo del exitoso Matadero Madrid o del Centro Tejo, que la propia EDP mantiene en Lisboa a través de su fundación.
El complejo, de unos 11.000 metros cuadrados y levantado a mediados del siglo XIX, sufrió diversas reformas ya en el XX, de mano de ingenieros y arquitectos como Sánchez del Río o Vaquero Palacios, con trazas arquitectónicas del Movimiento Moderno. La estructura cilíndrica y esquelética del gasómetro, según por donde se mire, se solapa con la torre de la catedral formando un pedacito de skyline provincial. En 1999 la vecina Violeta Suárez, que vivía cerca, inició el movimiento para evitar su demolición. No se demolió, pero desde entonces se vive este tira y afloja en torno a su futuro.
Otro factor es el de la descontaminación del suelo al que obligan las autoridades medioambientales. “Aprovechando esa descontaminación, EDP pretende efectuar una demolición dentro del recinto siguiendo el plan vigente, ya han pedido los permisos”, dice Díaz de Miranda. “Eso no es construir ciudad, es empobrecerla y mermar su potencial futuro. Si algo le sobra a Oviedo es suelo residencial, ya que tiene una población en declive”, añade.
En la empresa defienden el rigor con el que se ha llevado a cabo el proyecto de actuación. “La compañía lleva más de una década tramitándolo”, alegan fuentes de EDP, “en estos momentos está a la espera de la licencia municipal que le permita cumplir su obligación legal de descontaminar los suelos protegiendo aquellos elementos que tienen algún tipo de valor cultural”. Es decir, no todo el recinto sino el porcentaje que el informe técnico considera valioso.
Vivero de empresas
“Nuestro plan es conocido: que EDP descontamine la fábrica, después llegar a un acuerdo para la compra y posteriormente darle un uso cultural y de vivero de empresas”, aseguran fuentes municipales. El Ayuntamiento parece más preocupado por el uso futuro que por la conservación, y así lo ha señalado el teniente de alcalde y concejal de Urbanismo, Nacho Cuesta, en la prensa local: “Es vital darle usos más allá del afán de conservación”, declaró al diario La Nueva España. Imagina una futura comunidad de “coliving” para jóvenes empresarios y artistas.
En el propio Oviedo hay otras dos grandes y notorias dotaciones vacías: la Fábrica de Armas de la Vega y el antiguo hospital, sin contar la plaza de toros o la célebre fábrica de loza de San Claudio, donde todavía descansan miles de piezas sin barnizar, rotas y abandonadas. Una ciudad llena de fantasmas urbanísticos. “A través de estos 20 años la fábrica ha pasado de ser una olvidada para los ovetenses a ser un lugar conocido: se ha despertado interés por el patrimonio de la ciudad. Llevamos varias temporadas de esta serie, y todavía nos queda alguna pelea”, observa el historiador Diego Díaz, miembro de la asociación vecinal Oviedo Redondo y de Plataforma Fábrica de Gas e Ideas.
El patrimonio como tabla de salvación
Asturias está plagada de patrimonio, legado de épocas mejores, en una región en continua crisis, cada vez más despoblada y envejecida. En las cercanas cuencas mineras algunas minas e industrias se dedican ahora a la actividad turística y museística. Es el caso del Pozo Sotón, en El Entrego, el poblado minero de Bustiello, el museo de la Siderurgia, etc. En Gijón, Laboral Ciudad de la Cultura se inauguró en 2007 con grandes esperanzas. De singular arquitectura, mastodóntica y franquista, fue obra de Luis Moya a mediados del XX. Existe controversia sobre si el ambicioso proyecto, endeudado y poco visitado ha cumplido con las expectativas. También en Gijón había una fábrica de gas, que fue demolida: hoy en día la recuerda el nombre de una plaza.