La revolución poética de Asturias
El Principado aspira a convertirse en la capital mundial de los versos con un club que cuenta con más de 15.000 socios
La revolución de los poetas tiene a 15.000 soldados dispuestos a combatir con pasión y versos para reivindicar un arte creciente. El capitán del batallón se llama Graciano García, tiene 81 años, es asturiano y dará toda la guerra necesaria hasta que el Principado se convierta en la capital mundial de la poesía. Al creador de la Fundación Príncipe de Asturias, ahora Princesa, lo bendicen el Parlamento Europeo, las instituciones autonómicas y el cariño de la calle: Graciano ha conseguido que los establecimientos cuelguen poesías en sus cristaleras. También hay cola por hacerse amigo suyo en Face...
La revolución de los poetas tiene a 15.000 soldados dispuestos a combatir con pasión y versos para reivindicar un arte creciente. El capitán del batallón se llama Graciano García, tiene 81 años, es asturiano y dará toda la guerra necesaria hasta que el Principado se convierta en la capital mundial de la poesía. Al creador de la Fundación Príncipe de Asturias, ahora Princesa, lo bendicen el Parlamento Europeo, las instituciones autonómicas y el cariño de la calle: Graciano ha conseguido que los establecimientos cuelguen poesías en sus cristaleras. También hay cola por hacerse amigo suyo en Facebook, germen del reclutamiento de adeptos, a quienes se otorga un carnet. El irreductible periodista jubilado esgrime esta arma intangible: “La poesía es esperanza y concordia, donde hay versos no triunfa el mal”. Pronto paseará por la plaza de la Poesía que se está ultimando en Oviedo y será replicada en otros municipios.
El también poeta, autor de varios libros, ríe al explicar por qué Asturias merece tal reconocimiento: “Nos gusta crear y arriesgar”. García se puso versos a la obra “fruto de la reflexión, no de la improvisación” e impulsado por su amigo, el fallecido Isidoro Álvarez, expresidente de El Corte Inglés, que le animó a desarrollar el concurso global de poesía Jovellanos hace 26 años. El éxito inesperado del certamen le hizo buscar un distintivo para su comunidad. El premio se falla cada 21 de marzo, día mundial de la poesía para la Unesco, y el inquieto promotor decidió hermanar la poesía con Asturias para erigirla como “patria de los amantes de la cultura y la libertad”.
Graciano García, que por si cabían dudas de su origen tiene por timbre de llamada música de gaitas y supera dignamente una contundente fabada, afirma que estampas como la cordillera nevada que se vislumbra desde su casa alimentan su creatividad. El respaldo político procede del presidente regional, Adrián Barbón (PSOE), admirador de Gabriel Celaya y con varios poetas aficionados en su Gobierno, y de Alfredo Canteli (PP), alcalde ovetense que respalda la que será la primera, pero no última, plaza de la Poesía en Asturias. El Parlamento Europeo, la Unesco y múltiples entidades autonómicas han respaldado esta iniciativa única, pues no existen territorios proclamados como “de la poesía”. El impulsor resume su ímpetu con un “los asturianos no pedimos permiso”. “La gente necesita sueños”, insiste, porque “la poesía es del pueblo”.
El templo de los libros en Oviedo, la librería Cervantes, difunde la idea entre su parroquia. La librera Conchita Quirós ensalza la literatura como antídoto de la “bazofia televisiva”. La poeta más vendida es Anne Carson, premio Princesa de Asturias de las Letras en 2020. La librera Natalia González celebra el auge de autores locales incluso en asturiano, con un “público fiel”. Los paneles del establecimiento muestran a Graciano y su mensaje. Patricia Viesco, dueña de una librería y club de lectura en Benia de Onís, alaba esta “libertad y espíritu crítico”. Su predilecto, este del ovetense Ángel González: “Le comenté: —Me entusiasman tus ojos. Y ella dijo: —¿Te gustan solos o con rímel? —Grandes, respondí sin dudar. Y también sin dudar me los dejó en un plato y se fue a tientas”. Misma ciega implicación la de Ramón y Noelia González, que regentan la tienda de productos típicos Alcordances, tan afectada por la falta de clientela como concienciada en nutrirla de poesía. “Jamás pensé que llegaría tan lejos”, confiesa Ramón.
La vista panorámica de la futura plaza de la Poesía embarga a la profesora Elisa Fernández, que mira el horizonte como embargada por un verso. Después, suspira: meditaba sobre “lo agradable que es Oviedo”. Este paraíso natural inspira: “Tenemos suerte de ser de Asturias”. Las generaciones venideras, celebra Graciano, mantendrán viva la llama porque muchas familias han alistado a sus bebés al imparable y pacífico ejército de poetas asturianos.