Un ridículo pretexto

La estética minimalista, la luz y el paisaje solo camuflan un gusto demasiado escorado a la pulcritud de una revista de diseño

Imagen de 'You Go To My Head'. En vídeo, un avance de la película.

La amnesia es una de esas cajas vacías que parece permitirlo todo. Como si un golpe en la cabeza de pista libre a cualquier argumento, aunque este sea tan inverosímil como carente de interés. La primera incursión en la dirección del productor belga Dimitri de Clercq parte de la amnesia que padece una mujer joven que ha sufrido un accidente de coche en pleno desierto y que es rescatada por un hombre mayor que decide hacerse pasar por su marido y así brindarse una nueva oportunidad conyugal. Es decir, estamos ante la típica fantasía masculina mil veces vista que, o la gestiona un genio, o cae di...

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La amnesia es una de esas cajas vacías que parece permitirlo todo. Como si un golpe en la cabeza de pista libre a cualquier argumento, aunque este sea tan inverosímil como carente de interés. La primera incursión en la dirección del productor belga Dimitri de Clercq parte de la amnesia que padece una mujer joven que ha sufrido un accidente de coche en pleno desierto y que es rescatada por un hombre mayor que decide hacerse pasar por su marido y así brindarse una nueva oportunidad conyugal. Es decir, estamos ante la típica fantasía masculina mil veces vista que, o la gestiona un genio, o cae directamente en lo irrisorio.

YOU GO TO MY HEAD

Dirección: Dimitri de Clercq,

Intérpretes: Delfine Bafort, Svetozar Cvetkovic.

Género: drama. Bélgica, 2017.

Duración: 116 minutos.

Un pretexto que resulta demasiado barato y caprichoso para seguir los pasos aturdidos de una atractiva mujer rubia en medio de un entorno espectacular (Marruecos) y de una casa (resulta que él es arquitecto) de anuncio. La estética minimalista, la luz y el paisaje solo camuflan un gusto demasiado escorado a la pulcritud de una revista de diseño. Muy fotogénico, sí, y muy fácil también: para ahorrarse explicaciones y obstáculos argumentales el protagonista vive en una casa sin un solo objeto o recuerdo. Una estética vacía y redundante que convierte You Go to my Head en una película cursi en el fondo además de fallida en la forma. Los intérpretes Delfine Bafort y Svetozar Cvetkovic hacen lo que pueden (más bien poco), y ni la belleza del entorno o de la fotografía evitan un cantado naufragio.

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