Gregorio Marañón fusiona sus recuerdos y los de España
El empresario y presidente del patronato del Real presenta sus ‘Memorias de luz y niebla’ en una conversación con el periodista Iñaki Gabilondo
Gregorio Marañón sostiene que no tiene una memoria destacada. Sí se le da bien, en cambio, archivar. Nombres, episodios, notas. La historia de España desfilaba ante sus ojos, muy cerca de él, o incluso entrelazada con su vida. Y él apuntaba. Año tras año. Hasta construir un colosal testimonio que, de paso, es un relato del último medio siglo del país. “Enhorabuena por el libro. Y por la vida”, arrancó el periodista Iñaki Gabilondo la conversación con...
Gregorio Marañón sostiene que no tiene una memoria destacada. Sí se le da bien, en cambio, archivar. Nombres, episodios, notas. La historia de España desfilaba ante sus ojos, muy cerca de él, o incluso entrelazada con su vida. Y él apuntaba. Año tras año. Hasta construir un colosal testimonio que, de paso, es un relato del último medio siglo del país. “Enhorabuena por el libro. Y por la vida”, arrancó el periodista Iñaki Gabilondo la conversación con Marañón que presentó ayer al público, tanto presencial, en Madrid, como online —gracias a la retransmisión del Teatro Real y El Español—, la obra que reúne los recuerdos del empresario, académico y abogado: Memorias de luz y niebla (Galaxia Gutenberg).
“Quiero formar parte de una generación que deje huella firme de su paso”, respondía Marañón, poco más que adolescente, en una entrevista en Pueblo sobre su futuro. “Este proyecto de vida lo he mantenido, en lo esencial”, relataba ayer el mismo hombre, que hoy tiene 78 años. Abogado desde joven, no tenía ni 35 años cuando asumió responsabilidades en el Banco Urquijo. Participó en la fundación de UCD y de EL PAÍS; es académico de Bellas Artes, presidente del patronato del Real, directivo de Universal Music y casi fue ministro de Cultura. Gabilondo lo resumió con una pregunta: “¿Cómo has podido cubrir un espectro tan amplio?”.
Una lección
Al fin y al cabo, en su árbol genealógico también hay de todo: tenderos y reyes, “una tía santa”, un abuelo marqués y otro médico. Este último le dio, poco antes de morir, una lección clave. “La bondad importa más que la inteligencia”, le dijo Gregorio Marañón abuelo al chico que llevaba el mismo nombre. Tal vez por eso, el nieto ha abanderado el consenso durante toda su trayectoria.
Ante la presencia, entre otros, de Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno y patrona de honor del Teatro Real, Marañón se definió como “progresista” y “hombre de fe”, insistió en la necesidad de una “segunda transición” y envió un recado al Ejecutivo: “Me sorprende que ningún gobierno se haya planteado medidas que faciliten la independencia de los medios”. El empresario no olvidó la niebla, como el caso Sogecable o su choque con el exministro de Cultura José Ignacio Wert, y habló de las luces: “La cultura es esencial para el sentido identitario común”. Y, cómo no, celebró sus amores: el Teatro Real (“Ha alcanzado un modelo único”) y, sobre todo, Pilar Solís, su esposa.