Un festival contra la pandemia

Manuela Carmena, Soledad Gallego-Díaz y la entrega del premio Eñe a Vargas Llosa marcan la penúltima jornada del encuentro literario

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Soledad Gallego-Díaz y Manuela Carmena, en un momento de su encuentro en el Festival Eñe.

Hablaron de medios de comunicación y de política, de las distopías y utopías que han visto y ven crecer en la realidad, y en su conversación hubo espacio para el optimismo. En la soleada azotea del Círculo de Bellas Artes de Madrid es donde se dieron cita la exjueza y exalcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena, y la periodista Soledad Gallego-Díaz, exdirectora de EL PAÍS.

Su conversación fue uno de los actos estrella el viernes en la XII Edición del Festival Eñe, que e...

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Hablaron de medios de comunicación y de política, de las distopías y utopías que han visto y ven crecer en la realidad, y en su conversación hubo espacio para el optimismo. En la soleada azotea del Círculo de Bellas Artes de Madrid es donde se dieron cita la exjueza y exalcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena, y la periodista Soledad Gallego-Díaz, exdirectora de EL PAÍS.

Su conversación fue uno de los actos estrella el viernes en la XII Edición del Festival Eñe, que este año se vuelca en el ciberespacio. El único acto con público presencial de la semana se celebró en el teatro del Círculo de Bellas Artes y reunió al novelista y premio Nobel Mario Vargas Llosa con el director literario de estos encuentros, el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla. El autor de La casa verde recibió el premio del festival y habló de su proceso de escritura y de su descubrimiento de la lectura. “El detonante de mis novelas siempre es la experiencia personal”, confesó, antes de contar que a unos cientos de metros del Círculo, en la calle del Doctor Castelo, fue donde arrancó a escribir La ciudad y los perros.

En su charla, Carmena se definió como “optimista” y habló de otros momentos en la historia no tan lejana en los que la sociedad estaba aterrorizada por catástrofes aniquiladoras, como la destrucción nuclear. También ofreció una definición de las utopías asequible y cercana: “Para que sean un concepto útil tienes que entender esas cosas que funcionan mal y que hay que cambiar”, apuntó, antes de añadir, como ejemplo de utopía realizable, la educación universal que muchos consideraban algo inalcanzable y hoy es una realidad. Partidaria y defensora de “agilizar el contrato de representación” que vincula a los ciudadanos con los servidores públicos, la exalcaldesa cree que hay que redefinir las obligaciones de los políticos electos.

“No buscábamos sociedades perfectas, sino sociedades mejores”, aclaró Gallego-Díaz al hablar sobre los ideales de su generación. “Muchas de esas utopías eran cosas difíciles de conseguir que se alcanzaban poco a poco, como el feminismo. Y el avance ha sido muy grande”. La periodista habló de los peligros que enfrentan las democracias de la suma fatal de pandemia, crisis medioambiental y capitalismo de la vigilancia. “Ha habido una normalización de malos usos democráticos”, explicó.

La comunicación directa que han impuesto las redes sociales conlleva también un gran peligro. “No es que la política mienta, es que hay un sistema basado en la mentira”, añadió y se refirió al uso de las redes del derrotado presidente Donald Trump.

El presidente del Círculo de Bellas Artes, Juan Miguel Hernández León, recordó antes de la charla de Vargas Llosa la primera conversación hace más de una década que tuvo con Alberto Anaut sobre el Festival Eñe impulsado por La Fábrica. Dio así la bienvenida al público que, con mascarilla y distancia entre los asientos, llenaba el teatro para la entrega del premio del festival al premio Nobel. Anaut se refirió a su propia osadía de entregar un galardón más al archipremiado novelista, y encima “sin dotación económica”, y recordó las palabras de Esther Tusquets cuando recibió el Biblioteca Breve en 1962.

La novela, afirmó el premiado, es un gesto de insumisión, la lectura también. Y, por supuesto, un festival en plena pandemia.


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