Una banda en la que (casi) todo se deja a la improvisación

Con sus contundentes directos y sus álbumes psicodélicos, Garcia Peoples reclaman su lugar en el rock estadounidense

Los miembros de Garcia Peoples posan en su cartel general de Nueva York.Riot Act

El bautizo no engaña o puede despistar. Que una banda estadounidense se llame Garcia Peoples lleva a pensar inmediatamente en Grateful Dead. El epítome de la era psicodélica y la mentalidad hippie liderado por Jerry Garcia surgió en la bahía de San Francisco en los sesenta. En Nueva York emerge ahora este sexteto de indie-rock y psicodelia con raíces en Nueva Jersey y tres guitarristas que cantan y componen. Dos de ellos, Tom Malach y Derek Spaldo, ejercen de portavoces. “El nombre obed...

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El bautizo no engaña o puede despistar. Que una banda estadounidense se llame Garcia Peoples lleva a pensar inmediatamente en Grateful Dead. El epítome de la era psicodélica y la mentalidad hippie liderado por Jerry Garcia surgió en la bahía de San Francisco en los sesenta. En Nueva York emerge ahora este sexteto de indie-rock y psicodelia con raíces en Nueva Jersey y tres guitarristas que cantan y componen. Dos de ellos, Tom Malach y Derek Spaldo, ejercen de portavoces. “El nombre obedeció a una broma privada ajena a Grateful Dead, pero lo conservamos porque nos gusta su música, aunque no los señalaría como influencia en nuestro sonido. Admiramos más su actitud como banda —estrellas fuera de la comercialidad volcadas con el directo— y respetamos su repertorio —maleable por la improvisación instrumental—”, puntualiza Malach.

Con ocupaciones paralelas o bien en paro, las edades de Garcia Peoples oscilan entre los 28 y los 31 con la excepción del teclista, Pat Gubler (50 años), veterano de la psicodelia folk de interesante carrera en solitario como P.G. Six. “Anoche hicimos en Brooklyn nuestro primer concierto desde el principio de la pandemia. Teníamos una gran agenda veraniega de recitales y festivales que se canceló, imagina el bajonazo”, señalan.

Y más al ser un grupo de actuaciones incesantes, múltiples residencias en clubes y frenesí en el estudio: cuatro discos de creatividad y personalidad notables en poco más de dos años. “Cuando Nueva York comenzó a ser más segura, al menos los cuatro que residimos aquí pudimos ensayar. Y en el último mes y medio, ya en pleno, contribuimos enormemente a nuestra salud mental finalizando el próximo álbum”, ironiza el locuaz Malach.

Como para la salida de ese quinto trabajo no transcurrirá mucho, centrémonos en el aún humeante Nightcap At Wits' End. “El primero en el que nos desviamos del plan previsto: entramos con las canciones al estudio, pero cuando empezamos a tocar surgieron improvisaciones que añadimos a los temas de la cara B con arreglos al vuelo”, apuntan. La obra ofrece pues distintas vertientes de Garcia Peoples: el formato de canción (lo extremaron en su segundo álbum, Natural Facts) y desarrollos instrumentales improvisados (esencia del tercero, One Step Behind, de solo dos temas).

Las letras (canta quien escribe cada una) se abren a la interpretación, pero parecen poseer un halo de esperanza y optimismo ante la adversidad: “Es cierto", interviene Derek, más tímido, "giran sobre cosas similares, con un mensaje general de empoderamiento”. Y para ambigüedades, el título del álbum: “Wits' End alude a una taberna cercana donde solíamos grabar, aunque también como expresión —at wit’s end— casi significaría frustración máxima”.

La banda de Demis Roussos

Garcia Peoples pasaron del indie “algo punkarra”, según Derek, de cuando se llamaban Harpoon Forever a una “visión holística de la música que evita encasillarse”, en palabras de Malach. Este prosigue: “Con el indie-rock siempre como punto de partida, la otra clave proviene de nuestra inmersión en la psicodelia rock de finales de los 60 (por ejemplo, la banda Aphrodite’s Child, donde militó Demis Roussos) y primeros 70, década de la que hemos escuchado también mucho jazz. Pero al final las influencias son blablabla y simplemente haces lo que puedes”. Más tangible resulta el influjo familiar para Tom: su padre es Bob Malach, un experimentado saxofonista de jazz que ha ejercido de músico de acompañamiento de nombres ilustres en géneros diversos, del R&B al pop. “Siempre me mostró buena música. En los últimos años hablamos mucho, aunque nunca me ha empujado a hacer las cosas a su modo. Y para mí fue un puntazo en el disco 10-10-2019, Nublu, NYC por fin compartir escenario”.

Sí, porque Garcia Peoples también ha publicado discos en directo. Otro se titula Peoples Motel Band, junto al as de la guitarra Chris Forsyth. “He tomado de él un par de lecciones. Su maestro fue Richard Lloyd, el de Television, enorme modelo para nosotros. Y de Lloyd dicen que aprendió Hendrix”, festeja Tom. Lo que no es broma es el apoyo rendido de David Fricke, gurú de la revista Rolling Stone. “Esperen lo inesperado”, dijo de ellos Fricke.

Tampoco la euforia por el productor del disco (“más ornamentado”, asegura Derek) todavía por llegar: el prestigioso guitarrista Matt Sweeney. “Nos ha guiado a áreas que sin él no habríamos pisado”, señala. Y menos aún la simpatía por el taping neoyorquino, movimiento que ofrece grabaciones en vivo gratuitas con permiso de los artistas: “Con sus desvelos, aunque cometamos fallos en la actuación, ¿cómo les vamos a decir que no?”

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