“La vuelta del fascismo es como una especie de delirio internacional”
La directora, guionista y actriz, con cuatro décadas de trayectoria internacional, recibe la Palmera de Honor de la Mostra de València, que le dedica una retrospectiva
La Mostra de València entrega mañana la Palmera de Honor a María de Medeiros. La cineasta y música lisboeta de 55 años está siendo homenajeada durante la 35ª edición del festival por ser una “figura clave del cine mediterráneo”, ámbito geográfico y emocional al que se enfoca el certamen. El encuentro exhibe una selección de títulos recientes e inéditos en España, como sus dos últimos trabajos como directora y actriz, ...
La Mostra de València entrega mañana la Palmera de Honor a María de Medeiros. La cineasta y música lisboeta de 55 años está siendo homenajeada durante la 35ª edición del festival por ser una “figura clave del cine mediterráneo”, ámbito geográfico y emocional al que se enfoca el certamen. El encuentro exhibe una selección de títulos recientes e inéditos en España, como sus dos últimos trabajos como directora y actriz, Aos Nossos Filhos y Dos Fridas, respectivamente. Una mirada a una carrera que incluye el premio a la mejor actriz en Venecia por Três Irmãos en 1994, sus icónicos roles en Henry y June o Pulp Fiction y su huella en el cine español con Huevos de oro o Airbag.
Pregunta. Durante su infancia en Viena solo escuchaba clásica y ópera. ¿Los primeros discos de jazz cambiaron su vida?
Respuesta. ¡Y coincidieron con la Revolución de los Claveles! Yo digo que esos discos fueron mi revolución, porque llegaron de golpe. Volvimos a Portugal y descubrí el jazz y las músicas brasileñas. Sobre todo, descubrí la poesía en la música y como una letra podía ser subversiva con su tiempo. Me fascinó como en un contexto como el de la dictadura brasileña, los músicos podían ser incisivos. Más tarde, les dedicaría mi primer disco, A Little More Blue.
P. Habla seis idiomas y ha producido cine, teatro y música en varios países mediterráneos. ¿Qué es para usted el Mediterráneo?
R. Sin pensar, lo primero que viene a mi cabeza es la idea de cuna, de nacimiento de los europeos y de nuestro pensamiento. Pero enseguida pienso en el presente y en el contraste que he vivido al leer recientemente Las mil y una noches, donde Mosul, Bagdad, Alepo o El Cairo son ciudades maravillosas, llenas de vida, arte y riquezas. Pienso en cómo hemos permitido que hoy subsistan entre ruinas.
P. La Mostra estrena en España algunas de sus últimas películas, como Orden moral, que ha funcionado bien en Francia y Portugal. Sin embargo, es casi imposible encontrar su obra en plataformas de cine bajo demanda.
R. Me apena, qué puedo decir… Por eso los festivales tienen tanto sentido y yo me involucro en retrospectivas o ciclos. Las grandes plataformas están lejos de incluir todo. El cine más próximo a la autoría, experimental o independiente, seguirá existiendo. Veo cómo trabajan hoy cineastas como Ishtar Yasin (Dos Fridas), que ha levantado una película en México, con ataques de los narcos durante el rodaje… Hay una fuerza inevitable que logra que, ese milagro que es una película, exista. Hay creatividad, coraje y valentía de sobra, pero hacer cine es una lucha.
P. Menciona a Ishtar Yasin. Ganó en Venecia bajo la dirección de Teresa Villaverde y ha dirigido una docena de películas, algunas de ellas premiadas internacionalmente. Si hacer cine es una lucha, ser mujer y hacer cine, ¿qué es?
R. Es una jodida lucha. Lo es en 2020, con la diferencia de que ahora, cuando evidenciamos por qué lo es, alguien nos escucha. Antes ya lo decíamos, pero la conciencia de la gente joven hace que ahora nos escuchen. Incluso, parece que algo empieza a cambiar.
P. Su participación en Pulp Fiction surgió a partir de las conversaciones cinéfilas que mantenía con Tarantino desde un festival de Aviñón. ¿Cómo recuerda el momento, con usted acompañándole en el escenario, en el que recibe la Palma de Oro de Cannes y es insultado?
R. Ese festival fue agotador. Era la primera vez que me exponía a la maquinaria de promoción hollywoodiense Obviamente, fue una gran noticia, aunque me molestó que no se le valorase como el gran guionista que es. En cualquier blockbuster mueren cientos de figurantes en una exposición de violencia gratuita que cualquier adolescente puede ver sin que nadie se alarme. La diferencia es que Quentin escribe personajes a los que quiere. Es capaz de hacerlos existir a través del cine y logra que el espectador los acabe queriendo. Por eso nos resulta insoportablemente violento que los asesine, y por eso adoro su cine. Porque él sabe hacer que la violencia nos repugne, como debería suceder. Me molestó que no se entendiera que quien ganaba la Palma de Oro era un gran autor.
P. Como actriz ha participado en más de 120 películas. Alguna vez ha hablado de su cuerpo como un apartamento en el cual entran los roles y lo ocupan durante un tiempo. ¿Le da miedo que la ficción deje de entrar y salir de su vida?
R. La ficción es estupenda para mi salud mental. Ese ejercicio mental del apartamento me sirve para no darle una importancia excesiva a quién soy, a quitarme peso. El arte y la creación sanean mucho. La modestia que exige ponerte al servicio de una obra de arte es algo que enriquece mucho. Y sin eso, sencillamente, vivir sería más difícil.
P. En su cine hay una posición política constante, aunque nadie le percibe como una activista. ¿Todo arte es política?
R. Somos animales políticos. A veces más conscientes, a veces queremos evidenciarlo más o somos más estrategas. Tiendo a hacer una lectura política de todo lo que hago y para mí, sí, todo el arte es política. Lo que me escandaliza hoy es la vuelta del fascismo. La regresión social y la pérdida de vergüenza ante los avances sociales y los valores adquiridos. El mayor escándalo hoy, para mí, es ese. En un mundo civilizado, contemplo la vuelta del fascismo como una especie de delirio internacional.