Núria Espert: “Lorca abre puertas, sean de cristal o de hierro”

La actriz, de 85 años, continúa su gira del espectáculo ‘Romancero gitano’, interrumpido por la pandemia

La actriz Núria Espert, en una imagen sin fechar.Sergio Parra

Núria Espert va de la mano de Lorca desde que era niña y no sabía quién era Federico. Muchos años después, Lluís Pasqual (tocado también por el duende del español más famoso, con Cervantes) hizo con ella La oscura raíz, y desde 2019 van de la mano (y de la de Lorca) en el espectáculo Romancero gitano, que se tuvo que interrumpir por la pandemia cuando iban por el centenar de representaciones. Una de las últimas fue en el teatro Romea de Barcelona, donde se estrenó la actriz cuando tenía 13 años y adonde no volv...

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Núria Espert va de la mano de Lorca desde que era niña y no sabía quién era Federico. Muchos años después, Lluís Pasqual (tocado también por el duende del español más famoso, con Cervantes) hizo con ella La oscura raíz, y desde 2019 van de la mano (y de la de Lorca) en el espectáculo Romancero gitano, que se tuvo que interrumpir por la pandemia cuando iban por el centenar de representaciones. Una de las últimas fue en el teatro Romea de Barcelona, donde se estrenó la actriz cuando tenía 13 años y adonde no volvía desde que, hace 35, representó allí La tempestad, de Shakespeare, esta vez de la mano de Jorge Lavelli. Ahora, Espert (L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 85 años), ha reemprendido sus actuaciones, que continuarán en los próximos días en Benicarló, Getafe, Vitoria y Valencia. En esta entrevista, por teléfono, la actriz explica su amor absoluto por Federico García Lorca y lo que significa en estos tiempos sombríos.

Pregunta. ¿Qué hilo le une a Lorca? ¿Cómo se siente cuando lo interpreta?

Respuesta. Como si esas palabras fueran mías. Cada poema suyo es un mundo e intento incorporarlo al mío. Descubrí Romance de la luna, luna con nueve años y lo incluí en mi repertorio sin saber ni quién era Lorca. Recitaba desde niña. Empecé con Rubén Darío, luego con poemas populares catalanes y Luna, luna fue como si fuera escrito para mí. Me apoderé de él y me ha acompañado toda la vida. Cuando fui a ver Yerma, el texto me produjo una profunda impresión, mucho más que la que me había producido su lectura, y sentí que podría ser algo muy importante para mí. Lo fue hasta muchos años después. Si has leído a Lorca por devoción, por obligación llegas a un nivel de entendimiento que abre puertas, sean de cristal o de hierro.

P. ¿Qué hay en la raíz de España que tenga que ver con el Lorca que interpreta y quiere?

R. Ignoro dónde está la oscura raíz. He leído hace poco una primera biografía suya de los años cincuenta, un impresionante libro de claves de un Lorca muy joven que leía en casa de sus amigos hasta las tres de la mañana y ya era el gran poeta. La gente lo ve ahora como un ídolo, como un milagro, pero en ese libro es aún un muchacho muy humano que, aunque no hubiera tenido el don de la poesía, algo de su figura, de su manera de hablar, de cómo las palabras se vuelven luminosas en su boca, flotaría a su alrededor.

P. Y tiene la potencia de la realidad, no es un poeta que se queda en la metáfora, porque en ella hay hueso, dolor y alegría.

R. Da hasta miedo cómo se acerca a la realidad. El poema Grito hacia Roma, de Poeta en Nueva York, con el que cerramos Romancero Gitano por decisión de Lluís, me aterroriza, porque muestra lo peligrosa que puede ser la poesía. “Poesía es un arma cargada de futuro”, decía Celaya. Federico lo sintió al pie de la letra y Grito hacia Roma es uno de los poemas más bellos y peligrosos que se haya escrito nunca.

P. “Los maestros enseñan a los niños/ una luz maravillosa que viene del monte,/ pero lo que llega es una reunión de cloacas/ donde gritan las oscuras ninfas del cólera”. Parece para este momento español. ¿Todo Lorca puede leerse como recién escrito?

R. Sí. Tiene ese componente mágico, no solo en sus poemas, también en sus pequeñas canciones. Y la profundidad de sus poemas de amor serán difíciles de igualar por cualquier otro poeta.

P. Lorca es su interpretación y ha sido decisivo en su vida.

R. Absolutamente. Me enamoré de sus poemas, se convirtieron en parte de mi profesión, la apuntaló y me convirtió en otra actriz, pero no podía imaginar hasta qué punto formaría parte de mi vida, como mujer de Armando [su marido, fallecido en 1994], como madre de mis hijas. Es anímicamente contagioso. Todos a mi alrededor saben de ese amor.

P. Ha dicho: “Cuanto recito sobre un escenario nace de él”. ¿Y cuando interpreta a otros?

R. Lorca ha cambiado mi forma de recitar. Alberti también me aportó muchísimo, pero Federico me ha tocado en otros sentidos más íntimos.

P. Marcos Ordóñez publicó en EL PAÍS cuando usted y Pasqual estrenaron Romancero Gitano en La Abadía: “Pasqual y Espert son como esos artistas flamencos bendecidos por el duende, y decir duende es decir Lorca”. Los que están en el patio de butacas la oyen y pueden sentir que quien recita es Lorca vestido de Núria Espert.

R. ¡Ojalá pensara eso alguien! ¡Ja, ja, ja! Lo que ven en las representaciones es que soy yo la que se pone su vestido y lo lleno todo con lo que he aprendido de memoria, ensayado y leído. Cada uno de los poemas del Romancero gitano podría ser una maravillosa obra de teatro de dos horas. Yo trato de que todo ese contenido esté ahí, no solo los personajes que se increpan entre ellos, que se contestan. Como actriz, trato de que todo se vuelva carnal, como si me estuviera ocurriendo en ese momento.

P. ¿A qué obliga el escenario cuando tiene tan entrañados los textos?

R. El deseo es que crean que es él quien lo está diciendo, que es él quien trata de que lo entiendan, porque es Federico puro. Él lo ha visto y todo aparece ante sus ojos. Dice: “Si ustedes me preguntan por qué digo ‘mil panderos de cristalería en la madrugada’, les contestaré que eso es lo que he visto en manos de ángeles, pero no sé decirles más porque no sé qué significa”. Para el público al que le guste la poesía es muy valioso. Si me aceptan, me quieren: con que sepan cuatro cosas se llevan como una declaración de amor de él.

P. Ordóñez también decía que Lorca acude cuando alguien le pide ayuda “en épocas turbias o mediocres”. ¿Le ha servido a usted para este tiempo?

R. Creo que a mí y a todo el mundo que lo lee. Al principio se dijo que estábamos tan aterrorizados que solo la cultura podría ayudarnos. Suena a verdad, aunque no sé si al final eso se ha quedado solo en palabras. A mí me ha servido. Este desastre me ha cogido en medio de la gira de Romancero gitano. Cuando me preparo para reemprender la gira, los versos me alejan los pensamientos que tengo cuando a mediodía los informativos transmiten las tremendas noticias.

P. ¿Qué significó volver al Romea?

R. Menos de lo que esperaba. Temía emocionarme demasiado, pero fue tan normal volver a tener el público, a vestirme en ese mismo camerino... Yo pensé que sería melancólico, pero fue alegre, como volver a mi casa después de una gira muy larga. Cuando la gente respondió de esa manera, con los problemas que ya tenía Cataluña antes del virus, fue como una paz enorme. El mes que estuvimos me llenó de cosas buenas.

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