En busca de la filosofía
La reflexión y el conocimiento que guarda la disciplina la convierte en una guía de vida en momentos de pandemia
Los tiempos de crisis ponen a prueba al ciudadano, que se lanza con urgencia vital a la búsqueda de soluciones en las herramientas que tiene a su alcance. Hay quien durante esta pandemia de la covid-19 ha invertido tiempo en formarse profesionalmente. Otros han reflexionado sobre la propia vida apoyándose en la filosofía. En la librería Meta de Madrid, especializada en esta disciplina, han experimentado un incremento de ventas en los meses poster...
Los tiempos de crisis ponen a prueba al ciudadano, que se lanza con urgencia vital a la búsqueda de soluciones en las herramientas que tiene a su alcance. Hay quien durante esta pandemia de la covid-19 ha invertido tiempo en formarse profesionalmente. Otros han reflexionado sobre la propia vida apoyándose en la filosofía. En la librería Meta de Madrid, especializada en esta disciplina, han experimentado un incremento de ventas en los meses posteriores a la cuarentena. Lo mismo reporta una gran distribuidora como la FNAC, donde han vendido un 5% de este tipo de libros en comparación con el mismo periodo del año pasado. Los temas y autores escogidos son evocadores: Marco Aurelio, el emperador y filósofo de vida austera; Nietzsche y “la voluntad de poder” sobre uno mismo o los demás, y aquellos que recogen la corriente estoica, que profundiza en el control de los sentimientos.
“No creo que sea el mero afán teórico de saber, aunque este también pueda ser importante. Me da la impresión de que hay más bien una necesidad práctica”, apunta Gerardo López, Catedrático de Filosofía en la Universidad de Castilla-La Mancha. Considera que hacer balance de prioridades y reflexionar sobre la propia vida y su incertidumbre ha sido el común denominador de muchas personas que no habían podido detenerse a pensar sobre ello hasta que se vieron encerradas por un virus y han encontrado en la filosofía un medio de conocimiento, refugio y guía.
Aunque muchos se han podido encontrar un aparente problema que López plantea con un ejemplo. El personaje de Toni Soprano, capo de la mafia en Los Soprano, acude a un médico porque sufre ansiedad y este le receta terapia y algunos medicamentos. Si en cambio acudiese a la filosofía en busca de una solución, probablemente encontraría más cuestiones: ¿Cuáles son sus objetivos en la vida? ¿Qué aporta a la sociedad? ¿Le gustaría que le trataran como él trata a muchas otras personas? López recuerda que así funciona la filosofía, pues tiene un contenido ético y social que va mucho más allá de la mera instrumentalidad.
Sin saberlo, el profesor coincide en la respuesta con María José Guerra Palmero, catedrática de Filosofía Moral y presidenta de la Red Española de Filosofía. “El arte de interrogar la realidad es el arte filosófico por excelencia, el que se remonta a ese mítico padre fundador que es Sócrates”, apunta. Cada pensador, sin importar la época, ha desconfiado de los tópicos y “lo fosilizado de las creencias sin fundamento”, ha reflexionado sobre su mundo y el camino lo han marcado las preguntas.
Con tantos interrogantes y tan pocas respuestas ¿hay entonces que olvidarse de la filosofía? Todo lo contrario. Guerra advierte que la democracia enfrenta un reto por la “emergencia de los irracionalismos antifilosóficos y anticientíficos y por las amenazas de la ultraderecha”, que provoca una “producción industrial de mentiras” que se valen del malestar para generar odio. La reacción ante esa situación es “redoblar esfuerzos en el frente filosófico”, que tiene como cimientos el diálogo y el cuestionamiento. “Pensadores como Hannah Arendt, Hans Jonas o Emmanuel Levinas, por citar solo a tres, siguen siendo cruciales para enfrentar las amenazas de hoy”, apunta la experta.
López ensalza además de la capacidad de esta disciplina para desenmascarar “respuestas falsas y los consuelos ilusorios” y que nos insta a preocuparnos de la vida, aunque después empiecen lo debates sobre qué hacer con ella.
Y es el que la filosofía tiene para estos dos catedráticos sentido en sí misma, pues va más allá de ofrecer pautas u orientación sobre las metas personales, aspira a hacer reflexionar sobre el bien y el mal, sobre los presupuestos de una determinada cultura. Ambos advierten que la pérdida del conocimiento filosófico, sería aceptar la falta de pensamiento crítico, de debate y democracia en nuestras sociedades. “Los saberes meramente científicos y técnicos no son suficientes para articular la empresa humana, sobre todo, porque necesitan, ellos mismos, de guías éticas y políticas”, sentencia Guerra.
La necesidad de guía y reflexión se hace patente, en una sociedad que viaja a toda velocidad por la vida, en algunos datos que van más allá de los libros. La plataforma de formación online edX registró un incremento del 1.400% en la demanda de sus cursos de humanidades durante la cuarentena. Este interés responde a un mayor tiempo en casa, pero entre ellos destacan algunos dedicados a la inteligencia emocional o el mindfulness, un ejemplo de que los estudiantes buscan la comprensión personal y del entorno.
Nos enfrentamos a un panorama especialmente insólito con la pandemia de la covid-19. “¿Quién se atreve a planificar su vida hoy?”, se pregunta la presidenta de la Red Española de Filosofía. “La incertidumbre, en sí misma, es una de las categorías filosóficas necesitada de elucidación aquí y ahora”. Leer y aprender filosofía en tiempos de incertidumbre parece un imperativo frente a tantos desasosiegos.