La confesión laica de Pau Donés

La conversación que el músico mantuvo dos semanas antes de morir con Jordi Évole llega a 245 salas de cine de España

Pau Donés y Évole, en un momento del documental-entrevista 'Eso que tú me das'.

Está delgadísimo y la sonda nasal quizá lo acentúe. El hilo de voz tiene un punto cavernoso, pero es suficiente para lo que quiere decir. “Estoy aquí para hablar de la vida y no de la muerte”, lanza a las primeras un Pau Donés que sabe que le queda poco, pero no que serían apenas dos semanas desde que ese mayo Jordi Évole subiera a su casa de la Vall d’Aran para charlar, en lo que acaba siendo “una confesión laica” del músico. Así define el periodista los 65 minutos de ...

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Está delgadísimo y la sonda nasal quizá lo acentúe. El hilo de voz tiene un punto cavernoso, pero es suficiente para lo que quiere decir. “Estoy aquí para hablar de la vida y no de la muerte”, lanza a las primeras un Pau Donés que sabe que le queda poco, pero no que serían apenas dos semanas desde que ese mayo Jordi Évole subiera a su casa de la Vall d’Aran para charlar, en lo que acaba siendo “una confesión laica” del músico. Así define el periodista los 65 minutos de Eso que tú me das, la entrevista que desde este miércoles llega a 245 cines de toda España y no a la televisión porque “aún hay cosas en esta vida que han de tener una digestión más lenta”.

El inicio de la conversación es duro, como demuestra que las dos primeras preguntas del curtido Évole sean, tras segundos de incómodo silencio, “No sé qué preguntarte” y “¿Qué has hecho esta mañana?”. Pero luego la conversación fluye, sin buscar ni rozar la fibra sensible, lo que facilitó la edición de casi dos horas y media de material. “Teníamos claro que no podía ser algo lacrimógeno, de regodearse en la pena, y que no ocurriera lo facilitó que ambos llegamos llorados a la charla, cuando me llamó para ello”, admite Évole, que trabó una curiosa amistad con el líder de Jarabe de Palo en 2002, cuando, haciendo su papel de Follonero en el televisivo programa de Andreu Buenafuente Una altra cosa, le preguntó si Bonito y Depende eran la misma canción. “No sé por qué me escogió a mí; yo aquí solo hago acompañamiento”, afirma Évole. “Él sabía que eras la persona que le podías entender mejor”, opina Marc Donés, hermano del cantante y presente en el preestreno.

“Lo que me aterroriza es ver a la gente que tiene miedo a la vida, a querer y a que le quieran”, dice el músico dos semanas antes de morir

El motivo del encuentro es que Donés, que fallecerá el 9 de junio, quiere hablar con más tiempo para huir de la imagen frívola que dan las entrevistas promocionales para mostrarse “no como nos ven, sino como somos realmente”. Y él sale de una pieza, con una entereza que casi intimida. No, no tiene miedo a morir: “Lo que me aterroriza es ver a la gente que tiene miedo a la vida, a querer y a que le quieran”, aunque, eso sí, “no quiero irme; hoy soy feliz, me siento bien”, dice. Y lo repite a lo largo de la entrevista: “Ahora no me va bien morir, tengo cosas que hacer; me pediría una prórroga de toda una vida, pero puestos a acotar, vivir hasta los 70”.

La excusa de que estaba aún muy ocupado parece ser que Donés se la daba también a los médicos y enfermeras que le trataron tanto en el hospital Moisès Broggi como en el de la Vall de Herón y en el de la Vall d’Aran, la mayoría presentes en la sala del cine Phenomena de Barcelona, donde se ha hecho hoy el preestreno, junto a familiares y músicos que le acompañaron en su trayectoria. En su casa de la Vall d’Aran, Donés apuraba la vida con sus cuatro hermanos, muy cerca de la casa de su padre, pero, sobre todo, al lado de su hija adolescente Sara, con quien se reconcilió: “Se quedó con la idea de que la había abandonado cuando me separé de su madre”, admite el cantante. La exesposa estaba también: “No creo en la pareja, pero sí a tope en la familia”. ¿Ha sido un buen padre? “No… Sí y no. No le he dado tiempo. Mi problema es que soy un capitán de barco y suena la sirena de un barco y me voy”.

Como quien no quiere, asoma en el documental (presentado en el último Festival de Cine de Málaga) la eutanasia, al hilo del suicidio de su madre, afectada de depresión crónica. “Nunca he pensado en suicidarme; yo no, yo vida, vida”, insiste mientras se perfila un amago de gota en un punto del tubo nasal. “Claro que sí”, responde a la pregunta de si tiene ganar de reírse y cita el filme El guateque, de su idolatrado Peter Sellers. Y llora, claro, “estos días, mucho: es un síntoma de debilidad terrible el no llorar; es una manera de mostrar tu humildad, tu manera de ser real”.

"Es un síntoma de debilidad terrible el no llorar; es una manera de mostrar tu humildad, tu manera de ser real”, afirma el músico en la entrevista con Jordi Évole

En una evidente paz interior, de vuelta de todo y de nada, Donés admite que la sardana le parece “la danza más aburrida del mundo mundial”. Dice que Antonio Vega y Celia Cruz son los músicos que más admira como respuesta a la pregunta de cuáles le caen peor, que al final resume, elegante, de manera anónima: “La gente que no respeta el ámbito de la música, que no se dedica a hacer buenas canciones cuando podría y solo lo hace para ser famoso y vender discos”. Tampoco entra contra los haters de Jarabe de Palo: “Me sabe mal, les diría que no odiéis. Si hay algo que no os guste, dejadlo de lado, pero no nos odiemos porque el odio no conduce a nada, sólo peleas y mala leche, malas cosas”. El éxito, en este contexto, pues, es relativo (“el de La flaca nos llegó tarde y, además, siempre hay algo en una carrera, o un amigo, que te baja de la nube”). Y la gloria, muy terrenal: “Me gustaría que los compañeros de profesión me recuerden y respeten como un compositor que necesitaba comunicar y hacer cosas bonitas, que las hacía con honestidad; y la gente, pues que me recuerde por mis canciones”.

Fue el propio Donés el que quiso llevar al periodista a una montaña cercana donde solía escribir y meditar. Conduce él mismo el coche y allí confiesa que ha pedido que se le incinere

El plano siempre es corto, en el interior de casa, pespunteado por las apariciones de Évole. Fue el propio Donés el que quiso llevar al periodista a una montaña cercana donde solía escribir y meditar. Conduce él mismo el coche, arrastra el gotero y allí confiesa que ha pedido que se le incinere: “Un poquito de cenizas aquí y otras en el pueblo; cenizas y venga, a correr”, suelta mientras constata que le coge frío, quizá porque ya piensa en que “me hubiera encantado conocer a mis nietos”.

“La pasta de la que está hecha Donés es a base de mucha conciencia, de lo que ha hecho y vivido. Aquí desaparece el personaje y el ego, se muestra hasta un punto trascendental… Quien piense que en Pau había postureo aquí verán que era más auténtico de lo que creían”, sostiene Évole, que para disipar dudas éticas sobre la idoneidad de hacer o no la entrevista (producida por Atresmedia y Producciones del Barrio y cuya recaudación, en parte, irá para el hospital de la Vall d’Hebrón) consultó con la doctora que trató más directamente a Donés. Es Elena Hélez, voz al inicio del documental y presente en la proyección: “Él quería desestigmatizar la enfermedad”, deja claro. “Mostró una clarividencia brutal, no tenía dudas en nada”, dijo ayer Marc Donés sobre la imagen de su hermano en el documental.

Sobre la pasta de Donés, el final de la entrevista lo aclara todo, si cabe: “Muchas gracias por todo, a quien sea, a todos en general. Eso que tú me das, la canción, es lo que me ha dado la vida”, señala. Y para la música de los créditos dice que escogería a Antonio Vega y su El sitio de mi recreo: “(…) donde se creó la primera luz (…) volveré a ese lugar, donde nací”. “Esto, afinado”, dice: cuesta reconocer la voz de Donés. En un momento, no llega. Pero sí, la canta.

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