El baile de María Moreno agita la Bienal de Flamenco

El estreno del nuevo trabajo de la gaditana enamora al público en Sevilla

María Moreno, durante su actuación en la Bienal de Flamenco de Sevilla.Claudia Ruiz Caro

Se podría recurrir a aquello del estado de gracia, ese momento en el que todo es favorable y las cosas parecen salir bien de forma natural. Trasladada esa idea al arte, se concretaría en el instante en que observas que una artista, como la que nos ocupa, parece ser capaz de dar todo lo que lleva dentro y luciendo, además, su mejor versión.

Obviamente, se hace necesaria una explicación: la bailaora gaditana María Moreno no es una desconocida y ha llegado a esta cita después de que sus dos obras anteriores en solitario recibieran sendos reconocimientos en Jerez y aquí, en Sevilla, donde o...

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Se podría recurrir a aquello del estado de gracia, ese momento en el que todo es favorable y las cosas parecen salir bien de forma natural. Trasladada esa idea al arte, se concretaría en el instante en que observas que una artista, como la que nos ocupa, parece ser capaz de dar todo lo que lleva dentro y luciendo, además, su mejor versión.

Obviamente, se hace necesaria una explicación: la bailaora gaditana María Moreno no es una desconocida y ha llegado a esta cita después de que sus dos obras anteriores en solitario recibieran sendos reconocimientos en Jerez y aquí, en Sevilla, donde obtuvo el premio Giraldillo Revelación en la pasada edición de la Bienal de Flamenco. Su proyección es, pues, más que conocida, y el estreno de su nuevo trabajo la ha venido a confirmar de una forma que sorprende de apoteósica: que el personal salga en un estado tan enfervorecido de un espectáculo solo se explica por un excepcional episodio de transmisión o de enamoramiento. La artista había trasladado tal intensidad a su audiencia que esta terminó llevándosela a la calle.

Es cierto que la obra estuvo bien planteada, en tono ascendente y con tramos diversos y contrapuestos, que condujeron al clímax final: su baile de la soleá y el remate por bulerías, un sinfín de formas y figuras. Pero, antes de ello, el espectáculo ya había ofrecido momentos de mucha enjundia y mantenido una sostenida tensión, que sorteó las inevitables transiciones gracias a un elenco que estuvo al máximo nivel y a una dirección de escena que encadenó los cuadros de forma precisa e inteligente.

Resulta obligado reseñar que la artista gaditana, en una decidida apuesta generacional, había incorporado a su proyecto al joven y premiado director operístico Rafael R. Villalobos en su primera incursión en el flamenco, y al diseñador de moda Palomo Spain. No cabe duda de que las aportaciones de ambos contribuyeron a la bondad del resultado final. Ha quedado dicho cómo de ordenada resultó la puesta en escena. Del vestuario diseñado para la ocasión bastaría con decir que no constriñó en ningún momento los movimientos y mudanzas de la bailaora. La enorme bata blanca de cola que lució fue, por ejemplo, vehículo de unas preciosas estampas estáticas que prolongaban su pequeña figura, descalza en ese cuadro.

Pero, ante todo, en el espectáculo se impone el baile que María Moreno despliega de forma incesante y con una inagotable multiplicidad de formas. Podríamos detenernos en su interpretación del taranto de Pepe de Pura, pleno de fuerza y fantasía, o en su juego con el mantón, donde acumula instantes de gran plasticidad. Y está su expresividad, que en María se extiende a todo su cuerpo, especialmente a los ojos, en los que, además de disfrute, transmite por momentos diversión y juego, travesura casi. Ocurrió, cómo no, con las alegrías, a las que entró con una fuerza especial y, sobre todo, durante el diálogo que estableció con Roberto Jaén, figura recurrente en sus espectáculos, todo arte y compás, al que roba su cajón para marcarse un impetuoso juego de baile y compás sentada sobre él.

En el juego, la obra cobró un ritmo casi frenético impulsado por la fuerza de los pies de María Moreno y por la gracia de su braceo. En el anunciado juego de contrastes, la soleá supuso la pausa, la concentración para, de nuevo, volver al frenesí con la bulería. La iluminación final del espectáculo nos ofrece la sombra engrandecida de la artista, metáfora quizás visual de su crecimiento artístico.

'María Moreno. More (No) More'

Baile: María Moreno. Cante: Pepe de Pura, Ismael De La Rosa. Guitarras: Oscar Lago, Juan Requena. Percusión: Roberto Jaén. Dirección artística y coreografía: María Moreno. Dirección y espacio escénico: Rafael R. Villalobos. Música: Oscar Lago, Juan Requena, Rafael Riqueni. Diseño de luces: Antonio Valiente. Diseño de sonido: Ángel Olalla. Diseño vestuario: Palomo Spain,

Teatro Central, 18 de septiembre

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