Milo Rau impulsa la renovación del teatro poscovid
El director participa en dos festivales en Madrid y Salamanca y publica un libro con reflexiones de 100 artistas
A mediados de marzo pasado, paralizado en casa a la espera de que amainara la pandemia del coronavirus, el director de escena suizo Milo Rau (Berna, 43 años) pensó que quizá no era tan malo parar un poco. ¿Por qué no aprovechar el parón para repensar su trabajo? Invitó a un centenar de artistas e intelectuales de todo el mundo a responder a la cuestión “¿por qué el teatro?” y reunió sus respuestas en un libro que lleva esa pregunta como título y ...
A mediados de marzo pasado, paralizado en casa a la espera de que amainara la pandemia del coronavirus, el director de escena suizo Milo Rau (Berna, 43 años) pensó que quizá no era tan malo parar un poco. ¿Por qué no aprovechar el parón para repensar su trabajo? Invitó a un centenar de artistas e intelectuales de todo el mundo a responder a la cuestión “¿por qué el teatro?” y reunió sus respuestas en un libro que lleva esa pregunta como título y que publicará el 1 de octubre (en inglés) el Teatro Nacional de Gante, institución que dirige Rau. Entre los participantes se encuentran los artistas más influyentes de la escena internacional: el alemán Thomas Ostermeier, la británica Katie Mitchell, los belgas Ivo van Hove, Alain Platel o Jan Lawers, el portugués Tiago Rodrigues, el ruso Kiril Serébrennikov, las francesas Ariane Mnouchkine e Isabelle Huppert, la brasileña Christiane Jatahy, la española Angélica Liddell, la argentina Lola Arias, el chileno Marco Layera y el suizo Stefan Kaegi, entre otros.
Lejos de la reflexión sesuda, el libro es una especie de caleidoscopio emocional. Por ejemplo: “Es una potencia que produce la energía de su propia destrucción”, opina Serébrennikov; “¿Cómo puedo confiar en un coreógrafo, director, compañía de danza o teatro que contribuya al calentamiento global?”, se pregunta Jérôme Bel; “Debemos preservar los momentos en los que nos dedicamos a los misterios”, anota Tiago Rodrigues. “Es difícil decir cuál me ha impactado más. Hay voces muy diferentes que se expresan de muy distintas maneras: manifiestos políticos, reflexiones más poéticas, descripciones, dibujos, recuerdos. Quizá esto último es lo que más gusta: cuando alguien cuenta algo que ha vivido haciendo teatro o como espectador”, explica Rau en una conversación con EL PAÍS. Y cuál es su respuesta: “Para mí el teatro es lo que no conoces. Saltar hacia el vacío en compañía de otras personas. Entrar en un lugar solo para ver qué pasa”.
El libro es también un reflejo de la poderosa corriente reflexiva que atraviesa las artes escénicas en este momento. Bien es cierto que obligado por la paralización de la actividad en los escenarios, nunca antes el teatro se había pensado tanto a sí mismo ni había meditado tanto sobre su futuro como en los últimos seis meses. Tampoco nunca antes esa reflexión fue tan global como la que han propiciado ahora las decenas de foros virtuales que han organizado los principales teatros y festivales del mundo, ofreciendo a creadores de muy diferentes orígenes la oportunidad de debatir e intercambiar experiencias. La pandemia ha forzado un punto de inflexión irremediable.
Sin ir más lejos, este mes en España se celebran dos festivales con un importante contenido político y reflexivo: ayer se inauguró en Madrid el ÍDEM de la Casa Encendida (hasta el 30 de septiembre) y en Salamanca se desarrollará el Festival de las Artes y la Cultura de Castilla y León (FACYL, del 22 al 26 de septiembre). Ambos han programado sendos ciclos de debates online entre creadores de distintos países y en ambos participa Rau, además de presentar dos documentales que podrán verse en streaming de manera gratuita: Hate Radio en el ÍDEM y Orestes in Mosul en el FACYL (los dos el jueves 24 en la web del festival correspondiente).
“Estamos en un momento crítico. Esa reflexión a la que nos ha forzado la pandemia seguro que va a tener consecuencias. Aún no se sabe cuáles, pero lo que sí está claro es que hay un deseo de transformación. No solo artística, sino también social. Y los artistas cada vez más están buscando cómo contribuir con su trabajo a ese cambio. En general, nadie quiere volver al estado anterior al coronavirus”, comenta Marisa Lull, comisaria del ÍDEM. “Hay muchos artistas que ya estaban en ese proceso antes de la pandemia, entre ellos Milo Rau, por supuesto, pero también otros como Katie Mitchell, Lola Arias o Duncan McMillan, que igualmente participan en el ciclo del FACYL. Lo bueno es que ahora muchos otros se están sumando gracias a la generalización de los foros online”, añade María Caudevilla, responsable de la sección de artes escénicas del FACYL.
No es casualidad la presencia de Rau estos foros. En todo su trabajo se advierte ese deseo de transformación. Hate Radio, por ejemplo, es un documental que muestra el proceso de investigación que realizó para la obra teatral del mismo título, que escenifica emisiones verdaderas de la RTLM, la radio que fue clave en la difusión del discurso racista que propició el genocidio de Ruanda. La película no solo muestra grabaciones del montaje escénico, sino que además exhibe las entrevistas que el director realizó a los locutores que trabajaban en aquella emisora, una de ellas todavía hoy en la cárcel, Valérie Bemeriki, que se muestra arrepentida de haber contribuido a la masacre. “La idea era entrar en el interior de ese discurso no a través de las víctimas, sino a través de quienes lo expandieron, para ofrecer una perspectiva diferente a la habitual”, explica.
Convencido siempre de que el teatro puede contribuir a mejorar el mundo, Rau también cree que también tiene un papel en la reconstrucción de la sociedad tras la pandemia. “El teatro es una representación simbólica de lo que es nuestra sociedad. Esto incluye tanto a quien está en el escenario como entre el público, así como las palabras que utilizan y la realidad que aparece. Mi objetivo es hacer el teatro cada vez más inclusivo: que en esa representación quepan más realidades, sobre todo las que generalmente olvidamos”, argumenta. Y se muestra a favor del streaming como una manera de ensanchar ensanchar esos límites: “Nos hemos dado cuenta de que las nuevas tecnologías nos permiten llegar a mucha más gente que antes. Eso es bueno y espero que continúe”.
Dos semanas de encuentros en La Casa Encendida
El festival ÍDEM de la Casa Encendida reúne estos días a un buen puñado de creadores de muy variados orígenes pero con un punto de convergencia esencial: su convencimiento y compromiso con la capacidad transformadora del arte. La artista italiana Chiara Bersani dialogará con la española Bárbara Bañuelos. El italiano Pippo Delbono enviará un saludo y presentará cuatro de sus obras online. Desde Beirut, Tania El Khoury conversarán con los españoles Tomàs Aragay y Sofía Asencio (fundadores de la compañía Societat Doctor Alonso), quienes además representarán físicamente su obra 'Sobre la belleza' (25 y 26 de septiembre). El colectivo Radio Nikosia (Barcelona), compuesto por personas con discapacidad, entrevista a la coreógrafa y maestra de danza Léna Blou (Guadalupe). Y Milo Rau charlará con Nora Chipaumire, coreógrafa iconoclasta nacida en Zimbabue, que además presentará un documental sobre su performance '#PUNK'.
Chipaumire, como Rau, es una gran conocedora de la escena africana y utiliza sus performances para desafiar los estereotipos del continente y del cuerpo negro. Ella también participa en el libro ¿Por qué el teatro? y su respuesta, según cuenta a EL PAÍS, es muy sencilla: “Porque importa en el día a día de la gente. El teatro no está encerrado en un teatro, está en todas partes. En la calles, en el metro, en las ambulancias, en el trabajo. Eso es el teatro para mí: teatro de la gente real, de la vida cotidiana, hospital. Estos son los temas”.