El arpa debuta en el flamenco

Ana Crismán introduce el instrumento en la Bienal de Sevilla, en un ciclo en el que la guitarra cede parte del protagonismo al piano y a los vientos

Algunos de los artistas que participan en el ciclo del Real Alcázar de la Bienal de Flamenco, este martes en Sevilla. La arpista Ana Crismán es la tercera por la derecha. / PACO PUENTESPACO PUENTES (EL PAÍS)

“Vi el arpa, me enamoré de ella y la quise flamenca”, así explica Ana Crismán su historia de amor con el instrumento de cuerda tan asociado a la música clásica. El romance comenzó en Irlanda, donde la pianista jerezana de 37 años se topó con un arpista callejero, y quedará consolidado en esta edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla donde, por primera vez, el arpa sonará a compás. Crismán es una de los 11 instrumentistas que a partir del 17 desfilarán por el Real Alcázar en una edición que ha querido que la guitarra comparta protagonismo con el piano, el saxo, la flauta o el clarinete.
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“Vi el arpa, me enamoré de ella y la quise flamenca”, así explica Ana Crismán su historia de amor con el instrumento de cuerda tan asociado a la música clásica. El romance comenzó en Irlanda, donde la pianista jerezana de 37 años se topó con un arpista callejero, y quedará consolidado en esta edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla donde, por primera vez, el arpa sonará a compás. Crismán es una de los 11 instrumentistas que a partir del 17 desfilarán por el Real Alcázar en una edición que ha querido que la guitarra comparta protagonismo con el piano, el saxo, la flauta o el clarinete.

“He estudiado piano clásico y soy docente, pero desde que en 2019 di mi primer concierto en el teatro Repertorio Español de Nueva York y de ahí me salió una gira por Europa, lo he dejado para centrarme solo en el arpa. Hace cuatro años decidí gastarme todos mis ahorros en un arpa sin saber si podría hacer flamenco con ella. Ha sido un camino en solitario porque no he encontrado referencias, pero he conseguido tocar y componer muchos de los palos”, ha explicado Crismán, que nació en el barrio de La Plazuela y se ha criado escuchando flamenco.

Con Soníos del arpa negra, el espectáculo que estrenará el 2 de octubre y en el que la acompañará otra jerezana, Tomasa la Macanita, Crismán estrenará también un arpa construida especialmente para ella. “Después de mucho investigar y de acudir a festivales, aprendí que existen distintos materiales y formas que podían ser más adecuadas para el flamenco. Así que mi arpa negra es el trabajo de cuatro luthiers de Estados Unidos, Francia, España y Venezuela. Se han ido enviando las piezas y cada uno completaba el trabajo del otro. Ha sido una locura, especialmente con el venezolano porque vive en medio de la selva y para hablar por teléfono tenía que desplazarse a una cantina, donde yo lo tenía que llamar en plena noche por la diferencia horaria”, ha relatado la arpista.

También se presenta por primera vez en la cita flamenca por excelencia Diego Villegas (Sanlúcar de Barrameda, 33 años), un multiinstrumentista que estrenará su nuevo trabajo discográfico, Cinco, el 23 de septiembre junto a la Electro-Acoustic Band y María Terremoto. “Con esto del covid he tenido mucho tiempo y me propuse hacer algo a lo grande. Somos 11 en el escenario y yo tocaré flamenco con cinco instrumentos, pero cada uno inspirado en un tipo de música distinta. La flauta tendrá ecos orientales; el clarinete, de Medio Oriente; el saxo soprano, de música clásica, y el saxo tenor, como no podía ser de otra forma, llegará con sonidos norteamericanos del soul, el blues y el góspel”, ha adelantado Villegas.

“Casi todos los artistas que están aquí hoy han nacido en los setenta y están ligados a familias flamencas. La Bienal es un escaparate horizontal con un corte no solo sincrónico, sino también diacrónico. En cada nueva cita vemos como las generaciones van sucediéndose. De los 11 instrumentistas que veremos en esta edición, seis de ellos son cabeza de cartel por primera vez”, ha apuntado este martes Antonio Zoido, director de la Bienal de Flamenco.

Los conciertos serán el patio de la Montería del Alcázar, que habitualmente tiene 1.000 localidades y cuyo aforo se ha reducido a 300 para cumplir con las medidas de seguridad impuestas durante la pandemia. “El público de la Bienal, y en general de todos los teatros en España, está siendo ejemplar. Hasta ahora no se han producido contagios de coronavirus en espectáculos. Creo que las autoridades sanitarias podrían ser más espléndidas con el mundo de la cultura. Produce mucha desazón ver esos patios de butacas medio vacíos”, ha lamentado Antonio Muñoz, delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla, en referencia al límite del 50% del aforo impuesto en los espacios cerrados.

El ciclo comenzará el día 17 con el piano de Pedro Ricardo Miño que llega con Universo jondo. “Cada vez que conozco más el flamenco me doy cuenta de que sé menos. El flamenco no tiene límites”, apunta Miño, un trianero que ha recibido dos Giraldillos de la Bienal, en 2004 y 2008. Le seguirán los guitarrista Javier Patino (día 18), Manuel de la Luz (día 19), el pianista Andrés Barrios (24) y los guitarristas Daniel Casares (25), Joselito Acedo (26), Antonio Rey (27) y José del Tomate (1 de octubre), hijo de Tomatito y el más joven del ciclo con tan solo 20 años que presentará su primer disco: Plaza Vieja. Los espectáculos en el Real Alcázar terminarán el 3 de octubre con un guitarrista ya consolidado Dani de Morón, con su Creer para ver.

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