La nueva revista de la discordia que acerca a los extremos de izquierda y derecha en Francia
El popular filósofo Michel Onfray, autoproclamado “socialista libertario”, lanza la revista ‘Front Populaire’ entre aplausos ultras
No es habitual que una revista haga tanto ruido sin haber salido a la calle, sin que nadie haya leído ni uno de sus artículos. Algo así solo podía ocurrir en Francia, país donde la palabra ‘intelectual’ no ha perdido todo su lustre, donde aún es posible encontrar un elenco de revistas académicas en los quioscos, y donde las opiniones de filósofos, sociólogos, antropólogos se recogen en la portada de diarios y semanarios, o se escuchan en los programas radiofónicos de máxima audiencia.
La revista en cuestión, destinada alimentar las discusiones sobre el mundo postcovid-19 y que sale hoy ...
No es habitual que una revista haga tanto ruido sin haber salido a la calle, sin que nadie haya leído ni uno de sus artículos. Algo así solo podía ocurrir en Francia, país donde la palabra ‘intelectual’ no ha perdido todo su lustre, donde aún es posible encontrar un elenco de revistas académicas en los quioscos, y donde las opiniones de filósofos, sociólogos, antropólogos se recogen en la portada de diarios y semanarios, o se escuchan en los programas radiofónicos de máxima audiencia.
La revista en cuestión, destinada alimentar las discusiones sobre el mundo postcovid-19 y que sale hoy a la venta, se llama Front Populaire, nombre de resonancias izquierdistas. Su responsable es Michel Onfray, filósofo prolífico y superventas que se describe a sí mismo como “socialista libertario”, y tiene como referentes a izquierdistas antitotalitarios como George Orwell y Albert Camus.
“Se trata de reunir a los soberanistas de ambas orillas”, declara Onfray en la web de la revista. “Existe una línea de fractura entre quienes, en la derecha y la izquierda, defienden el ‘estado mastriquiano’, y estos son los liberales, y quienes defienden un retorno de la política francesa, y estos son los soberanistas, de derechas y de izquierdas”, añade. El ‘estado mastriquiano’ alude al Tratado de Maastricht, firmado en 1992, que puso en marcha la unión económica y monetaria en la UE, con considerables cesiones de soberanía por parte de los socios comunitarios. Para los soberanistas, Maastricht es el lobo feroz asimilado al gobierno supranacional de burócratas no electos y a la globalización neoliberal.
La nómina de colaboradores de Front Populaire —desde el exministro en gobiernos socialistas Jean-Pierre Chevénement hasta una figura de la derecha tradicionalista más dura como Philippe de Villiers— y algunos de sus apoyos en el mundo político e intelectual acreditan la voluntad de encarnar, en el combate de las ideas, la sensibilidad que congrega a una parte de la extrema derecha con una parte de la extrema izquierda: el rechazo del liberalismo y de la globalización, el euroescepticismo, la defensa del estado-nación y la bandera del pueblo contra las élites. Les separa un punto como mínimo: la inmigración.
Una iniciativa que busca defender la libertad de expresión y reunir en un medio a quienes creen en la nación y se han opuesto al mundialismo no puede más que alegrarmeMarine Le Pen
“Una iniciativa como la de Michel Onfray, que busca defender la libertad de expresión y reunir en un medio de comunicación a quienes creen en la nación y se han opuesto al mundialismo, es positiva y no puede más que alegrarme”, ha celebrado Marine Le Pen, jefa del Reagrupamiento Nacional, formación heredera del viejo partido de extrema derecha Frente Nacional.
La operación tiene algo de macronismo a la inversa. Fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien en Francia decretó que las viejas categorías de izquierda y derecha habían quedado obsoletas: ahora la oposición sería entre europeístas y nacionalistas, o entre liberales y soberanistas. Hoy estos observan con satisfacción como la pandemia de coronavirus lleva al propio Macron a reclamar la bandera del soberanismo. Curiosamente, tanto Chevénement como De Villiers son próximos al presidente de la República, aunque sobre el papel sus ideologías se opongan.
Que un autor tradicionalmente asociado a la izquierda, como Onfray, seduzca a personalidades de extrema derecha no es tan sorprendente como puede parecer. La revuelta antielitista y provinciana de los chalecos amarillos, en 2018, ya conectó en las calles y rotondas a ambas orillas. Onfray fue uno de los intelectuales que aplaudió la revuelta, como otro filósofo influyente de la izquierda antiliberal que cuenta con devotos en la derecha extrema: Jean-Claude Michéa. En 2014, el periodista de Le Figaro Alexandre Devecchio etiquetó como “la izquierda reaccionaria” a Onfray, a Michéa y a Christophe Guilluy, el geógrafo que diagnosticó el abismo entre la Francia urbana y globalizada y la Francia de las pequeñas ciudades y pueblos alejada de los centros de poder económico y político.
El debate es si, en la práctica, el intento de unión transversal entre la izquierda y la derecha soberanista es factible, o si acabará traduciéndose por una absorción de la sensibilidad izquierdista por la de extrema derecha. “Cuando una aproximación entre las dos orillas acaba reforzando una, es que ha fallado en su objetivo”, dice Alain de Benoist, pope intelectual de la llamada nueva derecha y defensor desde hace tiempo de la convergencia entre ambas orillas del populismo nacional.
El filósofo de izquierdas Alain Jugnon, autor del ensayo Contre Onfray, cree que el proyecto se inclina claramente a la derecha. Jugnon ve Onfray como “el reinventor de un fascismo francés posmoderno”. “La creación de una revista política por parte de Michel Onfray es muy coherente con su proyecto de reunir ahora a las fuerzas de la extrema derecha en Francia, entre ellos a los convertidos a la extrema derecha procedentes de la izquierda ‘mélenchoniana’ [es decir, de Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, partido hermano de Podemos en Francia], los ‘populistas de izquierdas”, escribe en un correo electrónico. “Onfray”, añade, “entra por la extrema derecha histórica y clásica en la guerra de las ideas, contra la izquierda de la izquierda, por nacionalismo, soberanismo, antihumanismo e islamofobia”.
Que un autor tradicionalmente asociado a la izquierda, como Onfray, seduzca a personalidades de extrema derecha no es tan sorprendente como puede parecer
Onfray rechaza estas críticas. “En Francia”, dice en un mensaje a EL PAÍS, “quienquiera que no piense según el orden de las razones ‘mastriquiana’ se ve transformado por la prensa en vichyista, pétainista, fascista, antisemita, etcétera. Existo desde 1989 en el terreno mediático y editorial: pido que se encuentra una sola línea mía, y he publicado decenas de miles, que permita decir objetivamente que soy de extrema derecha. ¡No encontrarán ni una!”.
Hasta ahora, la conexión entre la izquierda y la derecha populista es intelectual; no tiene traducción política. Alain de Benoist es escéptico que pueda desembocar en una candidatura en las elecciones presidenciales de 2022: “El trabajo de una revista se sitúa a otro que el de la política electoral o politiquera. Por otro lado, traducir ideas políticamente es notoriamente difícil”, afirma.
Onfray deja abiertas todas las puertas. “Nuestro objetivo no es preparar a un candidato para las presidenciales, y sin duda no yo, puesto que no me interesa en absoluto”, dice. Pero concluye: “Crearemos herramientas de comunicación y de federación. Y, después, se convertirá en lo que se tenga que convertir”.