Vuelvo a Vivien Merchant
Es irónico que para definir a una actriz feroz tenga que recurrir a otras
Cada vez que releo a Pinter o veo una de sus obras pienso en Vivien Merchant. Quizás sea porque en muchos de los personajes femeninos de Pinter late, para mí, el espíritu de Merchant. Aunque la que esté en escena no se le parezca, sea más alta o más baja, Vivien Merchant representa para mí “la mujer pinteriana”. ¿Cómo definirla? Se me ocurren dos palabras: feroz y misteriosa.
Es irónico que para definir a una actriz feroz tenga que recurrir a otras. A bote pronto se me ocurren Helen Mirren, Billie Whitelaw y Glenda J...
Cada vez que releo a Pinter o veo una de sus obras pienso en Vivien Merchant. Quizás sea porque en muchos de los personajes femeninos de Pinter late, para mí, el espíritu de Merchant. Aunque la que esté en escena no se le parezca, sea más alta o más baja, Vivien Merchant representa para mí “la mujer pinteriana”. ¿Cómo definirla? Se me ocurren dos palabras: feroz y misteriosa.
Es irónico que para definir a una actriz feroz tenga que recurrir a otras. A bote pronto se me ocurren Helen Mirren, Billie Whitelaw y Glenda Jackson. Billie Whitelaw fue megamusa de Beckett. Y Merchant más que pareja de Pinter. Fueron compañeros de cama y de escenario, de amor y de gritos, durante más de veinte años, desde 1956 hasta 1977. Y su misterio era, creo yo, indefinible: un tipo de mujer inalcanzable, indescifrable, pero sin necesitar, atención, que nadie, hombre o mujer, la descifre. Diría que Pinter escribió mucho tiempo inspirado en la intensidad de Merchant, y Merchant encarnó como nadie a los personajes de Pinter, que son múltiples. Rose, de The Room, su primer trabajo pinteriano, es inquietante, pero atrapada en una nube de extrañeza. Y son distintas las mujeres de A Slight Ache, A Night Out, The Collection, The Lover y Tea Party.
Pinter y Vivien fueron compañeros de cama y de escenario, de amor y de gritos, durante más de veinte años
El otro día, hablando con Pablo Remón, que acaba de traducir Betrayal, descubrimos que habíamos entrado en la puerta de Pinter por The Homecoming, llevada al cine por Peter Hall, y quedamos fascinados por el texto y el gran personaje de Ruth, que bordó la señora Merchant. Que por lo visto era su nombre de guerra, aunque el verdadero era mucho más novelesco: Ada Thompson. Ruth es soberbia, pero no pude ver a Merchant interpretando a otra gran criatura, libre, feroz y misteriosa: Anna de Old Times, la última obra en la que trabajó con Pinter.
Corre la teoría de que Betrayal (“Traición”, que acaba de dirigir Israel Elejalde) nace de cuando el dramaturgo dejó a Merchant en 1975 para irse con Lady Antonia Fraser, con la que se casó en 1980. Pero hubo otra historia muy anterior: la periodista Joan Bakewell, entre 1962 y 1968. La actriz dio entrevistas contando la historia, y el matrimonio se divorció en 1977. Ella murió a los 53 años, en 1982. “Víctima de alcoholismo agudo”, dijo el forense. Y cabe imaginar que de amargura y de dolor. Me sorprende que nadie haya escrito, que yo sepa, una novela o el guión de una película centrada en Vivien Merchant.