Columna

‘La primera tentación de Cristo’: sacrilegio en Netflix

La plataforma sufre la furia conservadora por una parodia brasileña con Jesús y un amigo gay. Un humor salvaje y eficaz, menos fino que el de Monty Python

Cuando hace unos meses se cumplieron 40 años de La vida de Brian, la genial comedia de Monty Python sobre un judío del siglo I al que confunden con el Mesías, se dijo que una película así no sería posible hoy, con tantos ofendidos armando ruido en las redes. No es del todo cierto: la obra ya se enfrentó a ataques feroces en su día, que agrandaron su mito. Los últimos setenta eran años gamberros, pero hoy también hay sitio para la transgresión: en las plataformas de televisión.

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Cuando hace unos meses se cumplieron 40 años de La vida de Brian, la genial comedia de Monty Python sobre un judío del siglo I al que confunden con el Mesías, se dijo que una película así no sería posible hoy, con tantos ofendidos armando ruido en las redes. No es del todo cierto: la obra ya se enfrentó a ataques feroces en su día, que agrandaron su mito. Los últimos setenta eran años gamberros, pero hoy también hay sitio para la transgresión: en las plataformas de televisión.

La última parodia evangélica es La primera tentación de Cristo y tiene bajo asedio a Netflix, que produjo y estrenó por Navidad el telefilme del irreverente grupo brasileño Porta dos Fundos. Se cuenta la fiesta sorpresa que preparan a Jesús en su 30º cumpleaños: él viene de pasar 40 días en el desierto, pero llega con un compañero inesperado, un joven abiertamente gay, para sorpresa de María, José, el mismísimo Dios padre, los Reyes Magos y otros invitados. El enredo irá a más cuando Jesús sepa quién es su auténtico padre.

Esta Nochebuena, la oficina de Porta dos Fundos en Río de Janeiro fue atacada con cócteles molotov sin causar heridos. Grupos cristianos batallan sin éxito contra la película en los tribunales. Y dos millones de brasileños han firmado pidiendo que Netflix la retire y sus autores sean enjuiciados. Todo esto en un país cuyo presidente dice que preferiría un hijo muerto que homosexual.

El humor de estos brasileños es salvaje y eficaz, menos fino que el de los Python. Puede llevar a la carcajada y puede turbar. Lo bueno de la tele a la carta es que nadie tiene que ver nada que no desee. Y uno se atreve a imaginar que aquel predicador que eligió rodearse de parias y pecadores y plantó cara a los poderosos estaría hoy más cerca de los del arcoíris que de quienes se enfurecen en su nombre.

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