La línea chunga de ‘El Víbora’ se cuela entre las joyas del románico

El Museo Nacional de Arte de Cataluña celebra en su 40º aniversario el legado de la revista que consagró el cómic contracultural de Nazario, Max, Mediavilla o Gallardo

Algunas de las cien portadas de 'El Víbora' que pueden verse en la exposición del MNAC. Albert Garcia

La idea vino de fuera, pero el talento estaba dentro. Cuando el editor Josep Toutain vio el potencial de Barcelona, encargó a su amigo Josep Maria Berenguer que montara una revista para editar las creaciones de jóvenes underground que habían echado los dientes en publicaciones marginales como El Rrollo enmascarado o La piraña divina y se mantenían como podían en proyectos entonces agónicos como Star, Butifarra! y Ozono. A finales de 1979 salió a la calle el primer número de la revista El Víbora (editada por La Cúpula, editorial que aún se m...

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La idea vino de fuera, pero el talento estaba dentro. Cuando el editor Josep Toutain vio el potencial de Barcelona, encargó a su amigo Josep Maria Berenguer que montara una revista para editar las creaciones de jóvenes underground que habían echado los dientes en publicaciones marginales como El Rrollo enmascarado o La piraña divina y se mantenían como podían en proyectos entonces agónicos como Star, Butifarra! y Ozono. A finales de 1979 salió a la calle el primer número de la revista El Víbora (editada por La Cúpula, editorial que aún se mantiene). Iba a llamarse Goma-3,en referencia al explosivo que empleaba ETA en aquellos años del plomo, pero el ministerio lo prohibió. La cosa quedó relegada al subtítulo: “Es goma-3 para el coco”.

Obra original de Nazario para la primera portada de diciembre de 1979 de 'El Víbora'.

En su primer editorial prometían atentar “contra el muermo y las pirañas, el apalanque de los supervivientes de esta aburrida, autoritaria y, lo que es peor, descangallada y estúpida sociedad”. Y no defraudaron. El Víbora no solo sacó de sus cloacas al cómic underground, también encarnó a la perfección el sincretismo cultural que se vivía en la Barcelona del cambio político. Aquella operación ácrata y modernizadora es desde ayer también materia digna del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). La institución, que reivindica así su papel como promotor del cómic en sus salas, dedica una muestra (hasta el 29 de septiembre) para recordar esta publicación que nació en los primeros años de la democracia y que ahora cumple 40 años.

Original de Max para la portada del número 13 de 'El Víbora'.

Las críticas mordaces de sus dibujantes (Gallardo, Mediavilla, Max, Montesol, Martí, Nazario, Alfredo Pons, Roger o Sento, hoy consagrados) tenían siempre como dianas a la iglesia, la monarquía, el ejército, la política y la cultura oficial. Todo ello sazonado con fuertes dosis de droga, sexo y sátira en un producto rompedor de estética y contenido.

Las viñetas que se publicaron mensualmente entre 1979 y 2005 estaban siempre al límite. Como en el número aparecido a los 15 días del 23-F. El Víbora salió riéndose de los golpistas, en un golpe de efecto que les sirvió para aumentar su penetración en el público progre.

Cubierta del número 35 de 'El Víbora', de 1982 con dibujo de Martí.
Original de Mariscal 'Una noche particular' para el número 65 de 'El Víbora' publicado en 1985.

“Como nadie nos hacía caso, hacíamos lo que nos daba la gana”, explicó en su momento Berenguer. “Era una revista no domesticada”, afirma Max, uno de esos creadores que se autoinscribían dentro de una “línea chunga de la viñeta” en contraposición a la “línea clara” de revistas como Cairo surgida poco después. “Había un editor, pero, normalmente, todo se hacía de forma asamblearia, aprendíamos unos de otros. Mes a mes nos superábamos dentro del pique amistoso”, añade el padre de Gustavo, Peter Pank y Bardín.

Los comisarios de la muestra, Antoni Guiral y Àlex Mitrani, han reunido 100 portadas de las 300 publicadas. Entre ellas, la primera, con dibujo original de Nazario y que se quedó por el camino, víctima del control gubernamental. “Pese a eso fue una revista que no sufrió la censura ni los secuestros. Ahora sería bien diferente. Casi imposible”, explica Guiral. Antes demostrábamos que éramos más inteligentes y abiertos, ahora se ha impuesto la corrección política", ha explicado Guiral que ha calificado la muestra como "un acto de justicia, ya que esta revista, que rompió moldes, forma parte de nuestro patrimonio, de nuestra historia".

También pueden verse unos 40 dibujos originales, documentos y fotografías de los autores, entre ella, las de “un cómic en vivo” realizado en la Galería 13 de Barcelona. Se trata de la enorme Un amor en Vallvidriera, de 15X3 metros, que ha ingresado recientemente en el MNAC y está en proceso de restauración. Entre los participantes de aquella acción, estaba el artista valenciano El Hortelano, que dijo a raíz de su experiencia: "La movida madrileña nació en Barcelona".

El Víbora primaba la reivindicación de todas las sexualidades, como la que representaba el personaje Anarcoma de Nazario (nacido en 1978). Y por sus páginas desfilaban libertarios, travestis, drogadictos y ecologistas, representantes de los marginales sociales de la época, casi todos deambulando por los bajos fondos de una ciudad que tanto ha cambiado También había sitio para la degensa de la libertad sexual de la mujer (impagable el curso de cunnilingus de Isa Feu llamado Una exploración perfecta), así como del sexo libre y desinhibido.

La revista que llevaba el lema “Comix para supervivientes” fue al final la más longeva del cómic de adultos de España (solo superado por El Jueves). La primera tirada, según el editor, fue de 24.000 ejemplares, y llegó a crecer hasta los 80.000. En 2004, cuando sus ventas habían caído hasta los 6.000, se dio por inviable su continuidad. El último número salió en enero de 2005.

"No hay fugas al Archivo Lafuente"

J. Á. M.

"No estoy seguro de que haya fugas de fondos. No actuaremos a golpes de noticia y [el coleccionista José María] Lafuente ha dicho que lo que compre lo pondrá a disposición de todos", explicó ayer el director del MNAC, Pepe Serra. Se refería a la adquisición, aireada en medios barceloneses, por parte del Archivo Lafuente de Santander de 5.000 documentos de dibujantes como Montesol, Nazario, la revista Ajoblanco o Mariscal, si al final prosperan los contactos con el creador de Cobi. "El problema es que la cultura no tiene la centralidad que merece. Hacer cultura es también adquirir patrimonio", añade Serra.

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