Crónica

Más glamour, por favor

Al margen de una imensa Brenda Romero, la gala de premios del Fun & Serious se quedó muy corta como gran evento cultural

Foto de familia de los premiados del festival Fun and Serious de Bilbao.

“¿Por qué estoy llorando? En realidad, está muy bien llorar, cuando te pasan cosas buenas”. Fue el gran momento de la noche, un momento divertido, conmovedor, solemne y mundano a un tiempo. Un momento humano. Lo protagonizó la que ha sido el gran faro de este Fun & Serious 2018. Aficionados, prensa y diseñadores han sido unánimes. Este festival, incluyendo la gala de clausura de ayer con la entrega de los premios Titanium, ha sido Brenda Romero. Ha encarnado como nadie la inteligencia, la valentía, la intelectualidad, el arte y la mad...

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“¿Por qué estoy llorando? En realidad, está muy bien llorar, cuando te pasan cosas buenas”. Fue el gran momento de la noche, un momento divertido, conmovedor, solemne y mundano a un tiempo. Un momento humano. Lo protagonizó la que ha sido el gran faro de este Fun & Serious 2018. Aficionados, prensa y diseñadores han sido unánimes. Este festival, incluyendo la gala de clausura de ayer con la entrega de los premios Titanium, ha sido Brenda Romero. Ha encarnado como nadie la inteligencia, la valentía, la intelectualidad, el arte y la madurez de este medio. Más importante aún, le ha puesto un rostro y una emoción inolvidables al décimo arte.

“Le quiero decir a mi hija, que ya ha sacado su primer videojuego, que puede llegar aquí. Que la premien no por ser mujer, sino porque es la hostia [fucking good aseveró Brenda] en lo suyo”. Fue una ocasión reivindicativa para una mujer que ha cambiado la historia del videojuego, adelantándose al movimiento indie que ha supuesto la Nouvelle Vague del medio.

En 2008, después de sufrir una experiencia traumática, Brenda Romero creó seis juegos bajo el mismo título: La mecánica es el mensaje. En uno de ellos los jugadores deportan judíos a campos de concentración sin ser conscientes de lo que hacen, simplemente siguiendo los automatismos que explican el Genocidio y el silencio de la población germana ante su horror.

Premiados Gala Titanium 2018

PREMIADOS DE HONOR

Fumito Ueda (Premio Honorífico)

Brenda Romero (Premio Honorífico)

Jade Raymond (Premio Pionera)

MEJOR VIDEOJUEGO DEL AÑO

Red Dead Redemption 2

MEJOR DIRECCIÓN ARTÍSTICA

Assassin’s Creed Odyssey

MEJOR DISEÑO NARRATIVO/GUIÓN

God of War

MEJOR DISEÑO DE JUEGO

Red Dead Redemption 2

MEJOR INTERPRETACIÓN EN CASTELLANO

Spiderman, interpretado por Mario García

MEJOR BSO

Red Dead Redemption 2

MEJOR PROYECTO UNIVERSITARIO

Khion 1

MEJOR VIDEOJUEGO INDEPENDIENTE

The Return of the Obra Dinn

MEJOR DESARROLLO NACIONAL

The Red Strings Club

MEJOR JUEGO DEPORTIVO / DE CONDUCCIÓN

Forza Horizon 4

MEJOR JUEGO FAMILIAR/SOCIAL

Sea of Thieves

MEJOR SERIOUS GAME

Nubla 2 - M, the City at the Center of the World

MEJOR INDIE FS PLAY

Do not Feed the Monkeys

MEJOR JUEGO VASCO

Submersed

PREMIO AL MEJOR JUEGO DE ACCIÓN

Far Cry 5

MEJOR JUEGO DE AVENTURA / ROL

God of War

MEJOR JUEGO DE LUCHA

Dragon Ball FighterZ

PREMIO HONORÍFICO A TODA UNA SAGA

NBA 2K

PREMIO AL MEJOR RPG

Dragon Quest XI

Por contraste, la gala fue bastante mediocre. Hubo un collage de presentadores —la actriz Bárbara Goenaga, el presentador Xosé Castro, el doblador Claudio Serrano— que no acabaron de coger un tono consistente. No se cayó en el bochorno ofensivo de Toni Garrido entregando las pulgas del Gamelab, pero desde luego no se logró darle ni lustre ni espectáculo.

Recuerdo que la gala de 2014, la más llamativa a la que he asistido, al menos tenía de lo segundo, con asesinos del Assassin’s creed descolgándose del telón y unos bailarines a lo Tron para las transiciones que eran una maravilla. Es el precio, en cierto modo, de hacerla más recogida y solemne con el Guggenheim como marco. Esto último me sigue pareciendo un acierto. Le da fuste y los invitados salen con la percepción de que han estado en un lugar de máxima relevancia cultural siendo honrados por su arte: diseñar videojuegos.

Luego hay otro problema, si hacemos el paralelismo con un festival de cine, pues el Fun & Serious intenta, con acierto, ser más evento cultural que feria y jolgorio para los bilbaínos (aunque también muestra ese rostro). La inmensa mayoría de los premios eran recogidos por responsables de marketing de las divisiones españolas de las compañías.

Amén de los invitados, y de un mensaje de Lukas Pope (creador de The return of Obra Dinn, premio al mejor indie del año), los creadores no subían a la tarima. Esto resulta inconcebible en un festival como San Sebastián, sin ir más lejos, que los premios no sean recogidos por sus creadores. Pero los videojuegos —y esto no es un problema solo del Fun & Serious, sino estructural— siguen aquejando un desapego con mostrar los rostros tras los píxeles. Doy por hecho, mejor dicho, lo sé, que la organización se desvive por tener a cuanto premiado puede tener. Unos premios recogidos por sus creadores deberían convertirse en el estándar si este festival aspira, como nos repitieron diversas autoridades y voces del sector en el hemiciclo, a ser “la referencia europea del sector”. Más cultura, más glamour.

De los premiados, poco más que decir. Amén del fogonazo de Romero, Jade Raymond y Fumito Ueda, los otros dos homenajeados, estuvieron correctos, agradecidos y previsibles. Melissa MacCoubrey, directora narrativa de Assassin’s creed oddyssey, estuvo divertida y ocurrente recogiendo el premio. Y especial ilusión para la industria española supuso los premios a Alberto Olivan por Do not feed the monkeys y a Jordi De Paco por The Red Strings Club, dos ejemplos magistrales de narrativa en videojuegos a la altura de los mejores del año aquí y en cualquier rincón del mundo. Por cierto, Red dead redemption 2 ganó Mejor Juego del Año y fue, junto con God of war, el gran triunfador de la noche. En el guion previsible.

En resumen, la gala confirma que los Premios Titanium siguen apostando por ese molde cultural en el que el videojuego se quiere sentir cada vez más cómodo. Pero a la vez son síntoma de todo lo que queda por hacer para lograr que no se vean como el hermano chico que pretende pero no logra ser lo que es el cine. Y hacen falta mejores presentadores y mejores guionistas. La gala paralela hecha por los indies españoles, en su tono desenfadado, estaba infinitamente mejor planificada en ritmo, diversión, emotividad e implicación del público. Y vendrían bien unos presentadores que de verdad amaran el videojuego. Porque por profesionales que sean los que se suben al escenario, se los nota a una distancia sideral del medio. Tener a un Pérez Reverte, por ejemplo, no estaría mal. 

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