El placer de despertar y ver el sol puesto
La infancia en su más pura esencia,
la nostalgia alegre en la piel, el olor a asfalto.
La casa de los abuelos, las vacaciones con los de siempre,
la familia, las noches que se alargan,
los atardeceres en la playa,
los amores fugaces, intensos e inolvidables.
El placer de despertar y ver el sol puesto.
Esa sonrisa que se filtra entre la multitud
y te llega dentro.
No saber qué helado elegir.
El teatro en la calle.
La vida diciéndote: vive de una vez.
El verano es eso: intensidad, felicidad, ganas de todo....
La infancia en su más pura esencia,
la nostalgia alegre en la piel, el olor a asfalto.
La casa de los abuelos, las vacaciones con los de siempre,
la familia, las noches que se alargan,
los atardeceres en la playa,
los amores fugaces, intensos e inolvidables.
El placer de despertar y ver el sol puesto.
Esa sonrisa que se filtra entre la multitud
y te llega dentro.
No saber qué helado elegir.
El teatro en la calle.
La vida diciéndote: vive de una vez.
El verano es eso: intensidad, felicidad, ganas de todo.
Al éxito por las redes sociales
Luis García Piedehierro (Almendralejo, 1986), autor del autoeditado Si aquel día me hubieras mirado y que este año publicó con Planeta Inesperadamente, achaca a las redes sociales su éxito. Gracias a ellas dio el paso de mostrarse al mundo, perdió la vergüenza y empezó a subir sus frases y a compartirlas con sus seguidores. Se le pregunta por si el verano distrae y dice que consigue de todo menos distraernos: "Nos ayuda a soltarnos más. Pasamos más tiempo en la calle, nos relacionamos más, se dan situaciones más favorables para que afloren nuestros instintos amorosos". Para él, la poesía no entiende de obligaciones, ni de etiquetas, ni de tener que encajar en ningún puzle. "Solo entiende de libertad, de provocar en quien la lee una explosión en la piel y el alma".