Más fino, pero enchufado a su pasado

Noel Gallagher actuó con su banda en el célebre programa musical de la BBC Later… with Jools Holland el 31 de octubre. El exlíder de Oasis se presentaba para interpretar dos temas de su tercer largo tras abandonar el grupo que le hizo una celebridad en los noventa. La suya había sido y es todavía una fama forjada a base de reconfortar a las audiencias recordándoles que, a pesar de que todo está inventado, aún existe alguien que puede reproducir lo mismo y hacerles sentir que todo está por hacer. Ese alguien es, claro, él. Bien, pues Noel, un tipo cuya idea de riesgo había sido hasta h...

Noel Gallagher actuó con su banda en el célebre programa musical de la BBC Later… with Jools Holland el 31 de octubre. El exlíder de Oasis se presentaba para interpretar dos temas de su tercer largo tras abandonar el grupo que le hizo una celebridad en los noventa. La suya había sido y es todavía una fama forjada a base de reconfortar a las audiencias recordándoles que, a pesar de que todo está inventado, aún existe alguien que puede reproducir lo mismo y hacerles sentir que todo está por hacer. Ese alguien es, claro, él. Bien, pues Noel, un tipo cuya idea de riesgo había sido hasta hacía bien poco comprarse unas Adidas Gazelle reeditadas en un color no disponible en el año 1972, salió al escenario para interpretar un tema titulado Fort Knox inspirado en Power, acaso la cima creativa del rapero Kanye West, y otro llamado Holy Mountain, que sonaba a mezcla entre Flamin’Groovies y Primal Scream y en cuya interpretación colaboró una muchacha que tocaba… las tijeras. Este último detalle molestó a miles de fans del mancuniano y provocó que su hermano Liam, con quien mantiene una relación que cuando no se basa en la indiferencia se centra en la más abierta hostilidad, anunciara que en su próximo concierto alguien subiría al escenario a pelar patatas.

A sus 50 años, Noel Gallagher se ha convertido finalmente en esa versión de Paul Weller que muchos esperábamos, pero que él se negaba a abrazar, no se sabe si por incapacidad o por miedo a alienar a unos fans nada dispuestos a salirse de las coordenadas marcadas por el éxito de los dos primeros álbumes de Oasis y que, desde aquellos supersónicos tiempos, viven entregados a la ingrata tarea de esperar que cada nuevo lanzamiento de un Gallagher suene como aquellos discos y tenga canciones tan brillantes como las que los conformaban. Solo se cumplía la primera premisa. Ahora, por fin, Noel hace un intento por cabrear a sus fans en lo que podría presentarse como una reinvención.

Aunque Fort Knox en realidad suena más a The Chemical Brothers que a Kanye West, se agradece y se disfruta el esfuerzo. Keep on Reaching es una delicia pop que incluye un sampler de una mujer hablando en francés —cuando la escuche Liam es probable que suba al escenario a alguien a recitar algo en mongol—, mientras que Love is the Law es el primo inglés de Bruce Springsteen, It’s a Beautiful World es pop casi sintético, justamente moderno, perfectamente retro y Holy Mountain es una maravilla adhesiva, brillante, rica y sorprendente. Pero no solo funciona el disco cuando Noel se lanza a lo semidesconocido, sino que, cuando vuelve a pastos más familiares, la cosa también engancha. The Man Who Built the Moon es un tema con alma de clásico fraternal y catártico que conduce a la melancolía sin casi tener que apelar a la nostalgia. Who Built the Moon? es, pues, el primer híbrido de la fábrica Gallagher. Contamina menos, suena más fino, pero aún no se atreve a ir por ahí desenchufado de su pasado.

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