La feria de Bilbao recupera la sonrisa

La ganadería de Torrestrella, Enrique Ponce y Manuel Escribano, entre los premiados

Antonio Ferrera, en un lance ante un 'torrestrella' la tarde de 20 de agostoFERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Algo ha cambiado en Bilbao. Al amargo clima de 2016 que provocó un enfado generalizado en el aficionado local y la huida del foráneo, le han respondido las Corridas Generales de 2017 con una sonrisa, que lejos de dejar satisfecho a casi nadie hace prever un camino diferente en el que se vaya renovando la ilusión por volver a ver una plaza de Vista Alegre como su historia merece.

Tampoco es que se pueda tildar a la semana como una feria brillante, ya que apenas ha habido grandes tardes para el recuerdo, pero sí un contexto de rehabilitación. En el plano ganadero, solamente merece alta no...

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Algo ha cambiado en Bilbao. Al amargo clima de 2016 que provocó un enfado generalizado en el aficionado local y la huida del foráneo, le han respondido las Corridas Generales de 2017 con una sonrisa, que lejos de dejar satisfecho a casi nadie hace prever un camino diferente en el que se vaya renovando la ilusión por volver a ver una plaza de Vista Alegre como su historia merece.

Tampoco es que se pueda tildar a la semana como una feria brillante, ya que apenas ha habido grandes tardes para el recuerdo, pero sí un contexto de rehabilitación. En el plano ganadero, solamente merece alta nota por bravura, clase y emoción, la corrida de Torrestrella, que abrió las corridas de toreo a pie, y el encierro de El Capea para el rejoneo; aprobaron con diferentes matices los hierros de Victorino, Garcigrande, Victoriano del Río y Miura; y decepcionaron los de Alcurrucén, Jandilla y Puerto de San Lorenzo. No en vano, la divisa de Álvaro Domecq ha ganado los dos premios, el de mejor corrida y el del toro más bravo.

Todavía con lagunas, ha dado la sensación de que los gestores de la plaza han buscado recuperar el sello local, el denominado ‘toro de Bilbao’. Esta pretensión quedó más en deseo que en realidad las tardes de las figuras, y aunque se siga anhelando el toro rematado, lucido y con más trapío, el listón ha subido con respecto a años anteriores; sin embargo, la falta de fuerza y de emoción ha sido una constante. Si no se devolvieron más toros a los corrales fue por una exasperante permisividad presidencial, que rayó la tozudez el último día con algún inválido ejemplar de Miura.

Los actuantes han paseado hasta 18 orejas y tres de ellos salieron en hombros por la puerta grande de Bilbao. Enrique Ponce y los rejoneadores Hermoso de Mendoza y Andy Cartagena, estos dos últimos en un claro desprecio por el toreo a caballo, donde el criterio nada tiene que ver con el de a pie. Muchos trofeos, pero con poca repercusión, ya que la exigencia primero del público y luego del palco ha bajado mucho y las orejas de Bilbao ya no pesan como antaño.

Enrique Ponce conquistó Bilbao por sexta vez y pesó mucho en ello su historia, una relación de mutua admiración que valió para no dudar en darle dos orejas. El diestro que más trofeos ha sumado es Roca Rey, con tres apéndices en cuatro toros y, sin embargo, con muy pocos detalles del peruano para el recuerdo. A Antonio Ferrera se le pasó por delante el tren del éxito con un lote de dos torrestrellas para la gloria a los que sólo supo cortar una oreja, Garrido tuvo uno de Garcigrande de triunfo, y Curro Díaz no acabó de rubricar su inicio con uno de Alcurrucén. Diego Urdiales, Paco Ureña, Ginés Marín mantuvieron su buen tono, Román destacó ante un enorme ejemplar de Miura que cerró el ciclo, y Escribano rozó la salida en hombros con los victorinos.

Al torero sevillano le pidieron las dos orejas con fuerza y el presidente cumplió con su potestad de negar el segundo trofeo, pero Escribano se entregó de principio a fin, desde su recibo a portagayola, su dramático par al quiebro en tablas y su estoconazo a ley, que le ha valido el premio a la mejor estocada. Valores que sirvieron para tocar la sensibilidad de público y aficionados por un torero que hace pocos meses estaba recuperándose de una dramática cornada.

El otro reto de Bilbao era recuperar la asistencia de público. Las butacas azules vacías han seguido doliendo en la retina del aficionado, pero ha habido más gente, leve mejoría con la reducción del IVA, las promociones especiales y otras iniciativas. Este objetivo también suma un resultado raspado, mejorado pero con mucho trabajo por realizar para volver a cubrir los tendidos; curiosamente los de sol, los de menos precio, son los menos poblados.

Nueve días de toros que han devuelto la sonrisa a la afición de Bilbao, castigada con la decepción en los últimos ejercicios y triste por la desaparición de Iván Fandiño, a quien se ha tenido presente durante la semana. Pero queda aún un largo camino para recuperar la alegría. Los gestores han consultado con la afición, se han acercado a ella, buscan nuevas maneras de hacer y queda esperar a que los números respalden la sensación de que la herida que había entre empresa y afición ya no sangra; ahora habrá que cicatrizar y poner en forma de nuevo el músculo taurino de Bilbao.

Premios de la feria

- Toro más bravo: ‘Apocado’ de Torrestrella, lidiado en segundo lugar por Antonio Ferrera, premio concedido por Club Cocherito

- Corrida más completa: Torrestrella, premio entregado por la Junta Administrativa de la plaza.

- Triunfador de la Semana Grande: Enrique Ponce, premio concedido por Hotel Ercilla.

- Mejor Estocada: Manuel Escribano, por la ejecutada al quinto toro de la corrida de Victorino, premio entregado por la Peña Santurce.

- Mejor Quite: Roca Rey, premio otorgado por la Peña Taurina Bilbaína.

- Mejor Par de Banderillas: Iván García, de la cuadrilla de Cayetano, premio otorgado por el Club Taurino de Bilbao.

- Premio Juan Luis Ibarretxe al fomento de la fiesta en Bilbao: Juan Luis Bikuña, periodista.

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