Stefano Bollani: “El elitismo tiene los días contados”

El pianista italiano derriba las barreras entre la clásica y el jazz

Stefano Bollani (izquierda) y Kristjan Jarvi, durante su concierto de septiembre en Leipzig.MARCO BROSCH (MDR)

Hay un hombre en Italia que lo hace todo. Pianista de jazz en diversos formatos, concertista de clásica, escritor, intérprete de sonidos brasileños y, por qué no, de pop, actor ocasional y presentador de televisión, Stefano Bollani (Milán, 1972) es lo más parecido que hay en la música instrumental europea a una estrella del rock, y no solo por su don de gentes o por su aspecto alejado de la etiqueta de los grandes templos líricos; pelo y barba descuidados y vestuario informal.

La última empresa de ...

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Hay un hombre en Italia que lo hace todo. Pianista de jazz en diversos formatos, concertista de clásica, escritor, intérprete de sonidos brasileños y, por qué no, de pop, actor ocasional y presentador de televisión, Stefano Bollani (Milán, 1972) es lo más parecido que hay en la música instrumental europea a una estrella del rock, y no solo por su don de gentes o por su aspecto alejado de la etiqueta de los grandes templos líricos; pelo y barba descuidados y vestuario informal.

La última empresa de alguien a quien las cosas parecen costarle menos que al resto de los mortales consiste en la profanación de esos mundos sinfónicos. El viaje arrancó hace seis años con la grabación junto a Riccardo Chailly de Rhapsody in Blue y Piano Concerto in F, de George Gershwin con la Gewandhausorchester de Leipzig. Tras el éxito de aquel (con sus 100.000 copias vendidas en Italia), vendría otro disco, Sounds of the 30s, con música de Stravinsky, Ravel, Kurt Weill y Victor de Sabata, también en el sello Decca y con idénticos colaboradores. Y luego, la colaboración con Zubin Mehta, la Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia o, el pasado septiembre, una actuación en la ciudad alemana con el director de orquesta estonio Kristjan Jarvi al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio MDR de Leipzig. Con ella, el pianista tenía previsto estrenar una composición propia, Concerto Azzurro for Piano and Orchestra.

Una indisposición de Jarvi impidió finalmente ensayarla apropiadamente para su debut (que quedó aplazado hasta el Mayo Musical Florentino de 2017), así que la participación de Bollani se sustituyó en el programa por la infalibilidad de Rhapsody in Blue, con la que el italiano se metió al respetable (de, recordemos, la ciudad en la que Bach desarrolló gran parte de su carrera como cantor) en el bolsillo, con su mezcla de sentido del humor y destreza al instrumento.

Como en la escuela

“El público de los conciertos, sobre todo si son ante una sinfónica, se sienta allí, como intimidado, no se atreve a aplaudir, no ríe, no… nada”, explicó Bollani horas antes del recital en un hotel de Leipzig. “Están como en la escuela. Cuando entienden que los músicos están pasándolo bien, ellos lo pasan bien también. Lo contrario se parece a hacer el amor sin mostrar emociones”.

La conexión española

“¡Me encantaría tocar más en España!”, exclama el pianista Stefano Bollani con contagioso entusiasmo. Está en la buena senda para lograr su objetivo. De momento, el músico se ha asociado con el también pianista Chano Domínguez (Cádiz, 1960) para ofrecer una serie de conciertos a dúo el próximo verano en la Península. Esta no sería la primera aventura de Bollani en un formato de no tan larga tradición en la historia del jazz pero practicado por él en el pasado. El italiano ha tocado a dúo con las leyendas del instrumento Chick Corea y Martial Solal.

Músico precoz, Bollani llegó al jazz de la mano del ragtime y de Louis Armstrong. “Aunque estuve unos meses escuchando los discos a una velocidad inadecuada, hasta que un día vino mi padre del trabajo y me lo hizo notar. Para mí, aquella música era mucho más atractiva a toda pastilla”, recuerda. Su temprana alergia a los prejuicios (“la diferenciación entre la alta y la baja cultura ya no tiene sentido; el elitismo cultural tiene los días contados”, dice) impregnó desde el principio su carrera en el jazz italiano, cuando, a mediados de los noventa, recibió el testigo del trompetista Enrico Rava, perteneciente a una generación anterior más inclinada a la experimentación.

La suya ha popularizado, “gracias al apoyo de los medios”, una versión desprejuiciada del jazz hasta, en su ejemplar caso, ¡llevarla a la televisión! Tras desdoblarse como showman y músico en el programa Sostiene Bollani, de Rai 3, el pianista prepara su desembarco la primera cadena con el programa L’importante è avere un piano, título que ofrece un juego de palabras entre la importancia de tener un piano y un plan.

En él, nuestro hombre recibirá en la cadena pública de mayor audiencia a varios músicos amigos para ofrecer actuaciones en directo. La lista, en la que figuran “nombres españoles” es, de momento, secreta. A Bollani no le asusta la idea de sustituir al histórico comentarista político Bruno Vespa (tanto contribuyó a ciertos hábitos que hay hasta una frase hecha en el país: “me fui a dormir después de Vespa”). Más bien al contrario, le apetece ser, como de costumbre, el extraterrestre recién llegado. “Antes era el más ligero de los que salían en la cadena cultural y ahora seré el más cultureta de la cadena ligera. El más bobo de los intelectuales y viceversa, cuando, por suerte no soy ni una cosa ni otra”.

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