CRÍTICA | LA ISLA PÚRPURA

Censura de terciopelo

José Padilla actualiza y miniaturiza con ingenio una divertidísima sátira inédita de Bulgákov

Una escena de la obra 'La isla púrpura'.TEATRO CENTRAL DE SEVILLA

Una sátira divertidísima de la censura estatal soviética, pero también de otros mecanismos de injerencia más sutiles. Savva Lukich, versión caricatural del presidente de la Comisión de Repertorio, que tantos sinsabores le trajo a Bulgákov, se parece como una gota de agua a otra a los productores de Hollywood que hacen y deshacen la labor de guionistas y directores; y el servilismo con el que Guenadi Panfílovich le trata, es gemelo del que gastan no pocos creadores en presencia de comisarios, curadores y otros cargos de cuya opinión depende que su trabajo tenga alguna visibilidad.

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Una sátira divertidísima de la censura estatal soviética, pero también de otros mecanismos de injerencia más sutiles. Savva Lukich, versión caricatural del presidente de la Comisión de Repertorio, que tantos sinsabores le trajo a Bulgákov, se parece como una gota de agua a otra a los productores de Hollywood que hacen y deshacen la labor de guionistas y directores; y el servilismo con el que Guenadi Panfílovich le trata, es gemelo del que gastan no pocos creadores en presencia de comisarios, curadores y otros cargos de cuya opinión depende que su trabajo tenga alguna visibilidad.

'LA ISLA PÚRPURA'

Autor: Bulgákov.
Versión y dirección: José Padilla.
Intérpretes: Juan Vinuesa, Germán Torres, Montse Díez, Manolo Caro, Delia Vime y Lucía Barrado.
Sevilla. Teatro Central, 13 y 14 de mayo.

En La isla púrpura, Mijail Bulgákov caricaturiza las peripecias que sufrió su drama épico Los días de los Turbín antes de su estreno: como en este título, en aquel hay mil batallas entre rojos y blancos, la intervención de un ejército extranjero, derrocamientos y revoluciones, planteado todo ello como un ensayo general dentro del teatro, al que asiste el censor encargado de dar el plácet.

José Padilla ha adaptado para solo seis actores un texto escrito para dieciséis, más una pléyade de figurantes: ha convertido un espectáculo potencialmente de grandísmo formato en una miniatura graciosa, que Lucía Barrado, Manolo Caro, Juan Vinuesa, Germán Torres y Montse Díez, sembrada en el papel de la diva pasada de ego y de rosca, interpretan en clave de farsa, como el texto pide, extremando la gestualidad, con virtuosismo en muchos casos. Delia Vime debuta en Sevilla en sustitución de Nerea Moreno. Hacia su zona central, la función se aparta del original, en un ejercicio metateatral dentro del metateatro.

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