El alma se serena

La compañía Hongaresa de Teatre hace la autopsia poética y musical del presidente de un club de fútbol, pródigo en prestidigitaciones financieras

Lola López, Miguel Seguí y la violonchelista Aida García.Damián Gonçalves

Velatorio del presidente del Rapid Sport Club. Miles de aficionados le cantan, pero nadie le llora. En Serenata para un país sin serenos,Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso, dramaturgos de L’Hongaresa de Teatre, hacen la autopsia poética de un hombre prominente, pródigo en prestidigitaciones financieras. A través de diálogos bernhardianos, hablan del finado su segunda esposa y su hijastro, encarnados por Lola López y Miguel Seguí, y un ramillete de secundarios (incluido un testaferro, presidente de una espectral cofradía de serenos), a los que la violonchelista Aida García presta voz a trav...

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Velatorio del presidente del Rapid Sport Club. Miles de aficionados le cantan, pero nadie le llora. En Serenata para un país sin serenos,Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso, dramaturgos de L’Hongaresa de Teatre, hacen la autopsia poética de un hombre prominente, pródigo en prestidigitaciones financieras. A través de diálogos bernhardianos, hablan del finado su segunda esposa y su hijastro, encarnados por Lola López y Miguel Seguí, y un ramillete de secundarios (incluido un testaferro, presidente de una espectral cofradía de serenos), a los que la violonchelista Aida García presta voz a través de su instrumento.

SERENATA PARA UN PAÍS SIN SERENOS

Autores: Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso. Intérpretes: Lola López, Miguel Seguí. Madrid: Teatro Lagrada, hasta el 17 de enero. Buenos Aires: Teatro Regio, del 22 al 24 de enero. Pamplona: 24 de febrero.

A la calidad de la escritura y la buena factura, dentro de su modestia, de los espectáculos de la compañía valenciana, en esta ocasión cabe sumar la calidad de la composición musical, interpretada con hondura por la joven instrumentista, que con su violonchelo da a hijo y a madrastra réplicas cuyo sentido se desprende del color de la música y de la respuesta recibida. En estos bien acordados diálogos entre voz humana e instrumento, se acusa el salto entre el lenguaje musical, abstracto, y el naturalismo de la lengua hablada, salvo en un par de ocasiones, en una de las cuales Seguí ensaya brevemente el recitativo cuasi operístico, recurso que de emplearse más ascendería dos escalones este espectáculo tan sugerente.

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