Crítica | Slow West

La paz de la muerte

La película es una obra sobre la universalidad del amor y de la muerte

Fotograma de 'Slow West'.

Los héroes románticos del western están condenados a la tragedia. El viejo Oeste, territorio para desalmados y canallas, nunca fue territorio para la búsqueda de la persona amada; el romance, si acaso, se encuentra, pero nunca se busca. Y el escocés John Maclean lo aplica en su primera película como director, la estupenda Slow West, obra sobre la universalidad del amor y de la muerte, con estructura de tragedia clásica en movimiento (llamada de la aventura, encuentro con diversos aliados y enemigos, rosario de pruebas...), que por momentos parece un western metafísic...

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Los héroes románticos del western están condenados a la tragedia. El viejo Oeste, territorio para desalmados y canallas, nunca fue territorio para la búsqueda de la persona amada; el romance, si acaso, se encuentra, pero nunca se busca. Y el escocés John Maclean lo aplica en su primera película como director, la estupenda Slow West, obra sobre la universalidad del amor y de la muerte, con estructura de tragedia clásica en movimiento (llamada de la aventura, encuentro con diversos aliados y enemigos, rosario de pruebas...), que por momentos parece un western metafísico aunque siempre avance de un modo romántico, y que sólo en el último tercio se vuelve irónico y estético.

Slow West

Dirección: John Maclean.

Intérpretes: Michael Fassbender, Kodi Smit-McPhee, Ben Mendelsohn, Caren Pistorius.

Género: western. R U, 2015.

Duración: 84 minutos

Hiperrealista y crepuscular, Slow West mantiene un imposible espíritu de conquista en un camino en el que ya nada se puede conquistar. Maclean, también guionista, retrata a sus criaturas con la lírica de la derrota y, en la línea del Tommy Lee Jones de The homesman (de estreno aquí en noviembre), con la lógica de la pobreza, tanto física como espiritual. Así, sus secundarios, más que buscadores de oro en una tierra prometida, son inmigrantes muertos de hambre (escoceses, holandeses) que roban y matan simplemente para poder comerse un mendrugo de pan. Una dicotomía dominadora, la de los sueños y la lucha, con la derrota como el mejor de los triunfos, que encuentra apoyo constante en la magnífica banda sonora de Jed Kurzel. Maclean, músico antes que cineasta, integrante de los portentosos The Beta Band, creador de la inmensa Dry the rain, ya puede morirse tranquilo. Como sus héroes.

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