Análisis

Toros, en TVE: una reválida sumarísima

"En seis años no han tenido cabida en un telediario más que cuando se teñían de sangre humana"

Los toros vuelven hoy a TVE con una corrida de la feria de Valladolid, en la que se anuncian reses de Victoriano del Río, para El Juli, Alejandro Talavante y José María Manzanares. Una buena noticia, sin duda, y un motivo de profunda satisfacción para los muchos amantes de una fiesta postergada por la televisión pública desde que, a partir del 14 de octubre de 2006, fecha en la que ...

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Los toros vuelven hoy a TVE con una corrida de la feria de Valladolid, en la que se anuncian reses de Victoriano del Río, para El Juli, Alejandro Talavante y José María Manzanares. Una buena noticia, sin duda, y un motivo de profunda satisfacción para los muchos amantes de una fiesta postergada por la televisión pública desde que, a partir del 14 de octubre de 2006, fecha en la que se retransmitió la última corrida de la feria de Zaragoza, sus directivos y mentores políticos decidieran echar el cerrojo a los festejos en directo.

Es lógico, por tanto, que la anunciada vuelta se haya convertido en interesante noticia, y estén los ánimos taurinos saltarines en la ingenua creencia de que se acabó el veto y que volverán las tardes de toros a los bares y peñas de este país.

Pero seis años de sequía dan para mucho; han proliferado los planteamientos antitaurinos en televisión, en los partidos políticos y en la propia sociedad, y no parece nada fácil hacer borrón y cuenta nueva con una tradición cultural caída tiempo ha en desgracia y abandonada por casi todos.

Ahora, porque el PP necesita que se visualice su defensa de los toros; por el empeño personal del presidente del Senado, Pío García Escudero, buen aficionado; por el trabajo constante e impagable de Juan Manuel Albendea, presidente de la Comisión de Cultura del Congreso, y porque el nuevo responsable de RTVE, Leopoldo González Echenique, no figura en el grupo de los anti, la fiesta se encuentra con este regalo vallisoletano. Pero, ¿significa, acaso, algo más? ¿Es este el inicio de una nueva etapa?

Veamos. Anótese, primero, el gravísimo e irreparable daño que TVE ha infligido a la fiesta de los toros con su pertinaz prohibición, que no solo ha afectado a la retransmisión de festejos, sino —y esto es aún más grave— a la emisión de noticias taurinas. Desde hace seis años, los toros no han tenido cabida en un telediario más que cuando han estado teñidos de sangre humana. La actividad que hoy se considera oficialmente una disciplina artística y un producto cultural no ha existido como noticia en los informativos diarios de la televisión pública. Y ese fundido a negro se ha notado, y mucho, en la percepción que tiene sobre los toros una parte de la sociedad española.

Además, la corrida de mañana se convierte en una reválida sumarísima que, si no se aprueba, se volverá de manera irremediable y mortal contra la fiesta.

La corrida de Valladolid se retransmite porque el empresario, el ganadero y los toreros han renunciado a lo que legalmente les corresponde por sus derechos de imagen, y esta parece que será la condición previa para la emisión de festejos en años venideros. No está previsto que las cámaras vuelvan a entrar en una plaza en la presente temporada, y el planteamiento televisivo es que se retransmitan tres o cuatro festejos en la próxima (no más), siempre que sus protagonistas renuncien a sus legítimas percepciones económicas.

Pero hay más: el nivel de audiencia que alcance el festejo vallisoletano será una razón de peso para el futuro. Si la corrida no concita entre los telespectadores el interés que TVE considera adecuado para esa franja horaria, la baja audiencia será un motivo importante para que no haya repetición.

¿Y si la corrida es, además, un fracaso artístico?

En otras palabras, Valladolid es un examen injustamente riguroso, y más parece una encerrona que un cambio de criterio. Si TVE cree que la fiesta de los toros es un producto informativo y cultural, que abra sus telediarios a las muchas noticias, buenas y no tan buenas, que genera este espectáculo. Si no es así, Valladolid suena a voltereta, y a un juicio sumarísimo sobre la emisión en directo de las corridas.

La retransmisión de un producto cultural no debe depender de que sus protagonistas renuncien a sus salarios; ni de su audiencia, ni de su resultado artístico. Si es arte, se promociona, sin más.

El resto es crear una falsa expectativa; es empitonar a la fiesta de los toros cuando más afecto necesita.

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