CÁMARA OCULTA

Obviedades

Al clausurar las proyecciones para extranjeros de películas españolas organizadas en Madrid es cuando se ha oído eso de que “nos quieren más fuera que dentro”, aludiendo el representante de los productores españoles, autor de la frase, a que este año algunos títulos de producción española han ingresado más dinero en las taquillas de otros países que en nuestro propio territorio. La frase ha sido tomada en serio por algunos pero a la mayoría les ha dado un poco de risa, por la obviedad de que el resto del mundo es muy grande, y que por esos lares caben muchísimas más personas posibles espectado...

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Al clausurar las proyecciones para extranjeros de películas españolas organizadas en Madrid es cuando se ha oído eso de que “nos quieren más fuera que dentro”, aludiendo el representante de los productores españoles, autor de la frase, a que este año algunos títulos de producción española han ingresado más dinero en las taquillas de otros países que en nuestro propio territorio. La frase ha sido tomada en serio por algunos pero a la mayoría les ha dado un poco de risa, por la obviedad de que el resto del mundo es muy grande, y que por esos lares caben muchísimas más personas posibles espectadoras que aquí; por lo tanto, no tiene nada de extraordinario la noticia de que haya más espectadores fuera del país que dentro. Todas las cinematográficas del mundo se nutren en buena parte del mercado exterior. El cine estadounidense, sin ir más lejos, necesita vitalmente del dinero extranjero, su industria se basa en ello. ¿Y por eso vamos a decir que “queremos” a los estadounidenses más de lo que ellos se quieren a sí mismos en su propio país?… Qué dislate. Lo que ese comentario seguramente significaba es que la culpa de la crisis del cine español es en definitiva de los espectadores españoles “que no nos quieren”. Ninguna responsabilidad, pues, para quienes hacen o promocionan las películas. El no-espectador es el culpable. El público.

Curiosamente, la ironía va a más al comprobarse que, al margen dela última película de Almodóvar, las españolas que han engrosado la taquilla en el extranjero son las dirigidas por Woody Allen y Roman Polanski, ciertamente coproducidas por empresas españolas. Cómo no, el tema se ha discutido en los blogs, con un rebrote de la notable inquina que la sola mención del cine español despierta en una parte de la población, convencida de que el cine se paga con su dinero o de que todos cuantos trabajan en hacer las películas son rojos maleantes o sinvergüenzas profesionales, gente a eliminar. Los insultos habituales han arreciado, especialmente contra las figuras del cine español que más destacan fuera de España. En estos casos no se trata de falta de amor, sino de auténtico odio. Dan miedo.

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