Ficción para explicar el mundo

Con tantos clásicos por leer, ¿por qué acudir a los contemporáneos? Porque su perplejidad es la nuestra por mucho que la naturaleza humana sea una tumultuosa ciudad con barrios —el amor, el miedo, la muerte— que no cambian de nombre pase el tiempo que pase. Y, sin embargo, el tiempo marca la diferencia. La novela es, por un lado, la historia privada de los pueblos; por otro, un espejo a lo largo del camino. Eso decían dos clásicos, precisamente. De ahí que, en algún momento, todo lector busque el reflejo que ha dejado en los libros el camino que le ha tocado en suerte.

Puede que a la al...

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Con tantos clásicos por leer, ¿por qué acudir a los contemporáneos? Porque su perplejidad es la nuestra por mucho que la naturaleza humana sea una tumultuosa ciudad con barrios —el amor, el miedo, la muerte— que no cambian de nombre pase el tiempo que pase. Y, sin embargo, el tiempo marca la diferencia. La novela es, por un lado, la historia privada de los pueblos; por otro, un espejo a lo largo del camino. Eso decían dos clásicos, precisamente. De ahí que, en algún momento, todo lector busque el reflejo que ha dejado en los libros el camino que le ha tocado en suerte.

Puede que a la altura de 2012 sea una temeridad elegir “los mejores libros del siglo XXI”. Lo que es seguro es que será más difícil a la altura de 2092 y que los diez títulos de la colección que el próximo domingo lanza EL PAÍS retratan bien el pasado y el presente de la centuria que apenas acaba de arrancar.

Un extraterrestre que leyera esos libros —tres de ellos firmados por sendos premios Nobel— podría hacer bien el retrato robot de una especie de mamíferos conscientes de serlo y capaces de autodestruirse (La carretera, de Comac McCarthy), que tienen la costumbre de enamorarse (El museo de la inocencia, de Orhan Pamuk), de recordar su propio pasado (Verano, de J. M. Coetzee; El mundo, de Juan José Millás), y de inventar la juventud de los demás (Estaciones de paso, Almudena Grandes), lo mismo que tienen miedo a la muerte (El animal moribundo, de Philip Roth) y tendencia al delirio (La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza). Una especie que explota a los de su misma especie (El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa) mientras quiere llegar a las estrellas (El viento de la Luna, de Antonio Muñoz Molina).

La Historia grande y la pequeña —intrahistoria le dicen— se mezcla en libros que cuentan con los pies en el suelo la carrera espacial vista desde la España de la posguerra por Muñoz Molina, el colonialismo retratado por Vargas Llosa en el Congo y Perú o el golpe de Estado del 23-F relatado —sin recurrir a la ficción pero con pulso de novelista— por Javier Cercas.

Su libro Anatomía de un instante, Premio Nacional de Narrativa en 2010, abre la colección el próximo domingo por 1,95 euros. El resto de los títulos se venderá cada sábado con EL PAÍS por 3,95.

Diez grandes títulos

Anatomía de un instante, de Javier Cercas.

La carretera, de Cormac McCarthy.

El viento de la luna, de Antonio Muñoz Molina.

Verano, de J. M. Coetzee.

El animal moribundo, de Phillip Roth.

El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa.

El museo de la inocencia, de Orhan Pamuk.

Estaciones de paso, de Almudena Grandes.

La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza.

El mundo, de Juan José Millás.

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