Luis Revenga reúne a Quijote y Falstaff en el escenario

La idea no deja de ser sorprendente. El autor y director Luis Revenga ha decidido reunir sobre un escenario a dos leyendas del imaginario colectivo cultural en el espectáculo Don Quijote y Falstaff. Los dos personajes, situados en un lugar desolado, un auténtico páramo, en el que únicamente hay tres o cuatro televisores destartalados abandonados monologan sobre "sus aventuras y desventuras, sus ilusiones y frustraciones, amores y desamores, sexo, engaños y autoengaños", señala Revenga quien con ello ha querido reflejar no sólo las vidas de Quijote y Falstaff sino también la de sus autor...

La idea no deja de ser sorprendente. El autor y director Luis Revenga ha decidido reunir sobre un escenario a dos leyendas del imaginario colectivo cultural en el espectáculo Don Quijote y Falstaff. Los dos personajes, situados en un lugar desolado, un auténtico páramo, en el que únicamente hay tres o cuatro televisores destartalados abandonados monologan sobre "sus aventuras y desventuras, sus ilusiones y frustraciones, amores y desamores, sexo, engaños y autoengaños", señala Revenga quien con ello ha querido reflejar no sólo las vidas de Quijote y Falstaff sino también la de sus autores, Cervantes y Shakespeare, respectivamente.

"El equilibrio exacto entre la palabra y la acción es nuestro mayor empeño", dice el autor, "el espacio puesto al servicio de oír y ver el juego escénico, la sesión de trabajo en la que dos actores, dos personajes, se cuentan y nos cuentan", señala Revenga quien ha situado a Don Quijote y Falstaff, como si disputasen un combate de boxeo. "Cada uno ocupa un lugar frente al otro, su rincón", añade Revenga, y frente a ellos una espectadora que actúa como testigo y árbitro e intenta mediar entre ellos y el público.

Revenga, que actúa en la función representado el papel de autor, comparte escenario con Ángel Solo, uno de los actores más interesantes del panorama escénico madrileño, Tomás Repila, Mayte F. Troitiño y cinco músicos que interpretan en directo música de Renato Di Prinzio, La Corrala&The Globe Band, Juan Carlos Calderón, Franz Schubert, Claude Debussy, Johannes Brahms, Charles Gounod, gregoriano y Georg Friedrich Händel, a las que en algún caso se ha incorporado textos de Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo y Benedetto Pamphili. "La música es una aportación fundamental e inevitable en una representación renacentista y las canciones completan el sentimiento de la trama y ahondan en ella", concluye Revenga.

Reproches de la criatura hacia su creador

Para ver esta representación en la que al público se le involucra continuamente, conviene, según el autor, imaginar que a Don Quijote no se le oye, sino que se le lee. En cambio a Falstaff, sí, porque él es un actor isabelino, que interpreta Solo, que debe pasar por momentos trágicos, solemnes, y otros de puro divertimento, donde no falta la comedia del arte. En cualquier caso Falstaff está lleno de reproches hacia su creador.

Por su parte Repila es un Don Quijote, un personaje que no está de acuerdo con Cervantes, aunque admire su estilo de contar: "Él hubiera querido ser feliz, y aquí pasa de ser el personaje mítico, a un hombre de un pueblo, en el que todo son envidias y murmullos, lo que exige al actor pasar del ensimismamiento a la exaltación, o la cotidianeidad", dice Revenga.

"El montaje no es más que un juego escénico muy sencillo en el que el público tiene la ventaja de conocer a los personajes, y a sus autores, Cervantes y Shakespeare", apunta el director-autor, quien señala que este espectáculo es un trabajo experimental, "un diálogo entre novela, teatro el lector y el público en el teatro".

Don Quijote y Falstaff se puede ver, con entrada libre, hoy jueves 19 y mañana viernes 20 en el Centro Cultural Moncloa a las 20 horas (Plaza de la Moncloa, 1) y el 2 de abril en el Anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina en la Ciudad Universitaria.