Ir al contenido

Alemania ya no quiere liderar la lucha contra el cambio climático

El Gobierno de Merz deja relegada la acción por el clima frente a la inflación, el contexto geopolítico inestable y los problemas presupuestarios

La política climática queda en un segundo plano cuando la economía atraviesa problemas. Lejos quedaron los años de bonanza en los que Angela Merkel se alzaba como “canciller del clima”. Alemania acumula dos años en recesión y un tercero que cerrará con apenas un leve crecimiento. La alta inflación, los elevados costes energéticos de una industria que consume grandes cantidades de energía, el debilitamiento de la producción en un contexto geopolítico inestable y los problemas presupuestarios ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La política climática queda en un segundo plano cuando la economía atraviesa problemas. Lejos quedaron los años de bonanza en los que Angela Merkel se alzaba como “canciller del clima”. Alemania acumula dos años en recesión y un tercero que cerrará con apenas un leve crecimiento. La alta inflación, los elevados costes energéticos de una industria que consume grandes cantidades de energía, el debilitamiento de la producción en un contexto geopolítico inestable y los problemas presupuestarios han llevado a que quede en un segundo plano la protección del clima, especialmente desde el cambio de Gobierno de una coalición de socialdemócratas, verdes y liberales a una de conservadores y socialdemócratas.

El canciller alemán, Friedrich Merz, que asumió su cargo hace seis meses, tiene muy claras sus prioridades. “Una protección climática que ponga en peligro o incluso destruya la base industrial de nuestro país, una protección climática que ponga en riesgo la prosperidad de nuestro país, no es aceptada por la población”, declaró en el Parlamento alemán a finales de septiembre. Dos meses antes, ya había declarado que solo son responsables de aproximadamente el 2% de los gases nocivos, por lo que “aunque mañana Alemania fuera climáticamente neutra, no se produciría ni una sola catástrofe natural menos en el mundo”.

El líder conservador, reacio así a asumir un papel de liderazgo en este ámbito, busca defender su idea de que dando más aire a la economía se beneficia al mismo tiempo al clima. Y así lo dejó ver también en su discurso en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno en Belém (Brasil), que precedió a la conferencia de cambio climático de Naciones Unidas (COP30), donde afirmó que “la economía es la clave” para proteger “aún mejor” el clima.

El giro en Alemania es patente. La ministra de Energía y Economía, la conservadora Katherina Reiche, anunció nada más tomar su cargo que se construirán más centrales de gas como reserva de las previstas y sometió la transición energética a una “prueba de realidad” con el objetivo de transformar fundamentalmente el sistema energético para reducir los costes. Para Reiche lo importante es que el camino sea más económico y eficiente.

Expertos como Veronika Grimm, miembro del consejo económico que asesora al Gobierno, rechazan que dentro de estos planes se esté promoviendo de nuevo el uso de los combustibles fósiles. “Se trata de impulsar la transición energética de forma rentable. De lo contrario, no podremos tener éxito”, dice Grimm.

Pero no todo el mundo lo ve igual. El líder de los Verdes, Felix Banaszak, acusó a Merz de retrasar la protección del clima y la transición energética “siempre que puede” y de acudir a Belém con “las maletas vacías”. Al mismo tiempo, advirtió de las consecuencias de una política climática alemana menos ambiciosa. “Si nosotros cedemos, todos cederán”, declaró en la cadena alemana N-tv. “Algunos miembros del Gobierno cuestionan abiertamente los objetivos climáticos alemanes y en Bruselas, Merz ha bloqueado los ambiciosos objetivos intermedios de la UE para 2040”, agregó.

Los conservadores están presionando para conseguir una posible flexibilización de la llamada prohibición de los motores de combustión en toda la UE, algo que preocupa especialmente en Alemania, un país con una gigantesca industria automotriz actualmente en crisis. “Alemania ha pasado de ser el impulsor de una ambiciosa política climática europea a ser un obstáculo”, agregó el político ecologista. De momento, la UE ya ha rebajado su objetivo climático y ha externalizado su responsabilidad mediante la posibilidad de comprar créditos de emisión a terceros países.

Para Kira Vinke, directora del Centro para el Clima y Política Exterior del think tank DGAP, la situación actual en protección del clima en Alemania es “ambigua”, ya que considerar el gas como una solución transitoria para la transformación ecológica puede llevar al país a nuevas dependencias.

“Sin embargo, el sector energético no es actualmente el mayor problema en Alemania. Lo son más los sectores de la construcción y el transporte, en los que no estamos cumpliendo los objetivos que nos hemos fijado. Esto significa que debemos apostar mucho más por la movilidad eléctrica y por el fortalecimiento de nuestra infraestructura de transporte público. También en este caso debo decir que el Gobierno tiende a frenar”, explica Vinke por teléfono desde Belém.

Desinformación y polarización

La experta esperaba que Merz hubiera hecho compromisos concretos en el ámbito del Fondo para la Selva Tropical, como ha hecho Noruega, más allá de limitarse solo a decir que contribuirán “con una cantidad considerable”. En su opinión, “muchas cosas siguen sin estar claras” con el nuevo Ejecutivo, que “todavía está buscando su posición”. Además, señala que existe otro problema que es la desinformación y narrativas polarizantes en las redes sociales. “Esto influye en el estado de ánimo en Alemania y pone en peligro el consenso social sobre la protección del clima”.

“Merz intenta poner en primer plano los temas de la competitividad, la seguridad económica y el crecimiento económico. Sin duda, se trata de un cambio de enfoque que también tiene como objetivo abordar las preocupaciones de los ciudadanos alemanes. Si nos fijamos, por ejemplo, en el aumento de los costes de la energía y la vida ―aunque la mayoría de los alemanes siguen viviendo en una relativa prosperidad―, muchas personas están preocupadas por el aumento de los alquileres y los precios de la energía”, agrega Vinke.

Importantes institutos económicos del país también muestran reservas ante la nueva política de Merz. Desde el IW critican que con el nuevo Gobierno no está claro qué importancia le dan a la neutralidad climática y critican que la falta de claridad sobre la política climática lastra la disposición a invertir. Mientras, Claudia Kemfert, directora del departamento de energía, transporte y medio ambiente del instituto económico DIW, alerta de que la política climática alemana necesita “más valentía, rapidez y visión de futuro”.

En lugar de inversiones decididas en energías renovables, eficiencia energética y protección del clima, estamos asistiendo a retrocesos y retrasos. Así lo ha demostrado también la última cumbre del acero, en la que la descarbonización apenas tuvo relevancia”, ha expresado.

Mientras, el Climate Action Tracker (CAT), del NewClimate Institute, que evalúa las medidas de protección climática de los países de todo el mundo, considera que el nuevo rumbo de Alemania pone en peligro los objetivos climáticos. “El nuevo Gobierno alemán está dispuesto a restar prioridad y socavar la política climática en todos los ámbitos”, escribieron en su última evaluación en la que calificaron como “insuficiente” los objetivos, políticas y financiación del país.

En la cumbre del clima de Belém ha habido un momento que bien podría simbolizar este cambio de política en Alemania, informa Naiara Galarraga. El canciller Merz se enzarzó en una pequeña polémica con el presidente brasileño Lula, después de que el alemán sugiriera que Belém era un lugar del que irse cuanto antes: “A algunos periodistas que estuvieron conmigo en Brasil les pregunté: ¿Quién de ustedes quisiera quedarse aquí? Nadie levantó la mano. Todos estaban contentos de que pudiéramos regresar”. Lula le ha replicado que “debería haber ido a un bar, bailado, probado la gastronomía de Pará, porque se habría dado cuenta de que Berlín no ofrece ni el 10% de la calidad de Belém”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En