La factura climática de la invasión de Ucrania asciende hasta los 250 millones de toneladas de gases de efecto invernadero

Un informe cuantifica las emisiones ligadas a las acciones de guerra, la reconstrucción de las infraestructuras dañadas y los incendios forestales de los tres años de conflicto

Bomberos de Ucrania intentan sofocar un incendio forestal causado por la explosión de una bomba en Kharkiv, en septiembre de 2024.Anadolu (Anadolu via Getty Images)

Además de muertes, heridos y desplazados, la invasión rusa de Ucrania deja una negativa huella medioambiental que contribuye a empeorar el calentamiento global. Los tres años de guerra, que se cumplen ahora, han supuesto unas emisiones de efecto invernadero de 230 millones de toneladas de CO₂eq (dióxido de carbono equivalente, la unid...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Además de muertes, heridos y desplazados, la invasión rusa de Ucrania deja una negativa huella medioambiental que contribuye a empeorar el calentamiento global. Los tres años de guerra, que se cumplen ahora, han supuesto unas emisiones de efecto invernadero de 230 millones de toneladas de CO₂eq (dióxido de carbono equivalente, la unidad que se emplea para medir estos gases). Es una cantidad enorme, similar a lo que expulsarían de media en todo un año 120 millones de automóviles de combustión. Para entender su dimensión también ayuda recordar que un país como España ―de casi 49 millones de habitantes— emitió unas 270 millones de toneladas en todo 2023. El cálculo sobre la huella climática de la guerra lo han elaborado varios expertos agrupados en la denominada Initiative on GHG Accounting of War (iniciativa sobre contabilidad de los gases de efecto invernadero en la guerra, en inglés), que ha publicado ya varios informes de este tipo.

Lennard de Klerk, autor principal del estudio, explica a EL PAÍS que la cifra que ofrecen considera “todas las emisiones que se pueden atribuir a la guerra”, y las de los dos bandos. “Por ejemplo, se tiene en cuenta el uso de combustible por parte del ejército ruso como agresor y del ejército ucraniano como defensor”, añade por correo electrónico. Para elaborar su cálculo, explica este experto en huella de carbono, partieron de una premisa: rastrear las emisiones que son resultado del conflicto y que no se hubieran producido si Rusia no hubiera invadido Ucrania en febrero de 2022.

Para llegar a la cifra global de emisiones de efecto invernadero los autores contabilizan las causadas directamente por las acciones de guerra, pero también las ligadas a la reconstrucción presente y futura, los incendios forestales, los daños a las infraestructuras energéticas, los desplazamientos de refugiados y la aviación civil. Las que ocupan el primer puesto en los tres años de conflicto son las vinculadas a los combates, que han ido creciendo a medida que se prolonga la invasión. “Las emisiones de guerra comenzaron con 21,9 millones de toneladas de CO₂eq en los primeros 12 meses, aumentaron en 29,7 millones de toneladas de CO₂eq en los segundos 12 meses y en otros 30,5 en los terceros 12 meses, sumando 82,1 después de tres años”, apunta el estudio. Y entre todas estas fuentes emisoras destacan los medios de transporte, es decir, “el combustible fósil utilizado por los tanques y los aviones de combate, grandes devoradores de diésel y queroseno”.

El segundo gran apartado que más contribuye a engordar la factura climática de los tres años de conflicto es el de la reconstrucción de viviendas, edificios públicos e infraestructuras que se deberá acometer y que “será una tarea titánica”, según recalcan los investigadores. La mayoría de los daños, explica el informe, se produjeron durante las primeras semanas del conflicto, pero se advierte de que “los centros urbanos de primera línea siguen sufriendo graves daños”. “La reconstrucción de lo destruido requerirá enormes volúmenes de materiales de construcción, de los que el hormigón y el acero, intensivos en carbono, causarán más del 80% de las futuras emisiones” de este apartado, que suma 62,2 millones de toneladas de gases.

Otra fuente importante —que, además, en 2024 disparó sus emisiones— son los incendios forestales, que “tuvieron una contribución relativamente grande en el tercer año debido al clima muy seco y caluroso durante el verano”, señala Lennard de Klerk. En el informe se abunda en esa línea: “2024 destaca como un ejemplo preocupante de cómo el cambio climático y los conflictos armados se refuerzan mutuamente, lo que lleva a un aumento del calentamiento global”. Los incendios forestales causados por la guerra se intensificaron drásticamente el pasado año, y afectaron a una superficie de 92.100 hectáreas en Ucrania, tres veces más del área que se había quemado en los dos primeros años de invasión. “Como es peligroso para los bomberos operar en la zona de guerra, estos incendios se propagan de manera incontrolada, creciendo en tamaño e intensidad, y provocando emisiones de carbono y destruyendo la vegetación y otros sumideros naturales de carbono”, explican los investigadores.

El informe desglosa también las emisiones causadas por la destrucción de infraestructuras energéticas. Aquí se tienen en cuenta los ataques rusos contra los depósitos y refinerías de petróleo, a los que se suman la destrucción de centrales y los sabotajes la red eléctrica. Se incluye, además, el metano que se expulsó a la atmósfera como consecuencia del sabotaje en septiembre de 2022 de la red de gasoductos Nord Stream, que transportaba gas natural desde Rusia hasta Europa Occidental por el Báltico. La autoría de las explosiones continúa sin esclarecerse, pero varias informaciones periodísticas apuntaron este verano a una operación ejecutada por Ucrania tras la invasión por parte de Rusia.

Fuga de metano causada por el sabotaje del Nord Stream en septiembre de 2022. Anadolu (Anadolu Agency via Getty Images)

Initiative on GHG Accounting of War cuenta con el respaldo de la Fundación Europea para el Clima, una organización filantrópica centrada en el impulso a las políticas de lucha contra el calentamiento global. Y en el caso del análisis sobre los tres años de conflictos, ha dispuesto de la colaboración del Ministerio para la Protección Ambiental y Recursos Naturales de Ucrania. En el informe se sostiene que “la Federación de Rusia debería ser considerada responsable de estas emisiones y de los daños derivados relacionados con el clima”. Cifran en 42.000 millones de dólares los costes climáticos de las emisiones en estos tres años de guerra.

Lennard de Klerk apunta a que hasta ahora en ningún conflicto armado se había realizado una contabilización de la huella climática que deja la guerra. “El precedente más cercano es un cálculo del uso de combustible del Ejército estadounidense durante la guerra contra el terrorismo en Irak y Afganistán”, señala este investigador. “Pero esto no incluía otras fuentes de emisiones como los incendios forestales o las emisiones de reconstrucción”, añade.

Al margen de la huella climática, la guerra está dejando un daño medioambiental “generalizado”, según el autor principal de este informe. “Ejemplos de ello son la contaminación del suelo por daños en los depósitos de petróleo, las municiones sin detonar que filtran materiales tóxicos al suelo, las instalaciones de tratamiento de aguas residuales y las montañas de residuos que se inundaron tras la destrucción de la presa de Kajovka en junio de 2023, la ocupación de parques naturales...”

Sobre la firma

Más información

Archivado En