París reverdece de los tejados a las calles para resistir el cambio climático

La celebración de los Juegos Olímpicos ha acelerado el proceso de transformación de la ciudad

Plaza de Catalogne, en París, uno de los proyectos verdes llevados a cabo por el Ayuntamiento de la ciudad.Guillaume Bontemps / Ville de Paris

El termómetro marca 31 grados en una esquina de la place de Catalogne, en el sur de París. Hace apenas cuatro años eran los coches los que reinaban en esta gran glorieta, rodeada de imponentes edificios del ...

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El termómetro marca 31 grados en una esquina de la place de Catalogne, en el sur de París. Hace apenas cuatro años eran los coches los que reinaban en esta gran glorieta, rodeada de imponentes edificios del arquitecto catalán Ricardo Bofill. Pero la plaza luce hoy distinta. Un “bosque urbano” se ha alzado sobre el hormigón, con habitantes descansando bajo los árboles, leyendo entre arbustos y refrescándose con pulverizadores de agua. El nuevo espacio es apenas un ejemplo del cambio emprendido por la capital francesa en los últimos años. El objetivo es reverdecer la urbe sea como sea para hacer frente al calentamiento global. Los Juegos Olímpicos, escaparate de las transformaciones, han acelerado el proceso.

El lugar no es muy grande, pero ofrece una bocanada de aire fresco a los habitantes del barrio. La rotonda ha desaparecido y en su lugar se alzan ahora 470 árboles. Aún habrá que esperar unos diez años para que el bosque adquiera cierto tamaño, precisa el Ayuntamiento. Pero el Consistorio, dirigido por la socialista Anne Hidalgo desde 2014, insiste en que el nuevo espacio verde permitirá desimpermeabilizar el suelo y reducir la temperatura de la plaza y sus alrededores hasta 4 °C. De una isla urbana de calor se pasa a lo que se conoce ahora en París como una “isla de frescor”. El nuevo diseño, además, ha ido acompañado de carriles bici, al igual que en todo París, donde los ciclistas ganan cada vez más peso.

Calle de la Providencia, en París, a la altura de una escuela, con nueva vegetación.Joséphine Brueder/Ville de Pari

“El desafío no solo es reducir la presencia del automóvil, algo que hacemos desde hace unos 20 años, sino vegetalizar” la ciudad, explicó Patrick Bloche, teniente de alcalde de París, en una rueda de prensa a mediados de julio. No siempre es fácil. La capital francesa, con 20.000 habitantes por kilómetro cuadrado, es una de las más densas del mundo y su subsuelo alberga una importante red de canalizaciones, telecomunicaciones, metros y estacionamientos. Es una de las razones por las que no se pueden implementar espacios verdes como la de la place de Catalogne en cualquier lugar. Pero hay otras maneras de hacerlo. Y los cambios, poco a poco, se van notando.

En junio de 2023, el Consejo de París ―la asamblea de la capital― aprobó un nuevo Plan Local de Urbanismo “bioclimático” para adaptarse a los efectos del calentamiento global. El documento establece una serie de objetivos para 2035, como la ampliación de algunos parques existentes o la creación de otros nuevos. A más largo plazo, para 2050, la ciudad prevé 300 hectáreas adicionales de áreas verdes [a modo de comparación, el parque de El Retiro de Madrid tiene una extensión de 120 hectáreas]. El desafío es inmenso. En 10 años, apenas se han creado 45 hectáreas de espacios verdes en la ciudad, según el Ayuntamiento. El texto también apunta hacia la despermeabilización del 40% del espacio público, lo que implica sustituir revestimientos de hormigón o de alquitrán por otros de tierra.

“Una verdadera ciudad jardín”

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Las nuevas orientaciones deberán entrar en vigor en 2025. Pero la urbe ya se ha puesto manos a la obra. Y los Juegos Olímpicos han sido, en muchas ocasiones, un acelerador de los proyectos. El mayor ejemplo es el del Sena, donde el baño estaba prohibido desde hace un siglo por la contaminación. Tras una inversión de 1.400 millones de euros para sanear sus aguas, los parisinos podrán nadar en el río en tres emplazamientos específicos que abrirán dentro de un año.

Hay otros ejemplos que muestran el giro emprendido por la ciudad. Desde 2020, un total de 110 millones de euros se han invertido en proyectos de naturalización. Además de la place de Catalogne, el Ayuntamiento abrió un nuevo parque de 3,5 hectáreas en una antigua vía ferroviaria del este de la ciudad, en el que se están plantando 2.000 árboles. “Hay que buscar nuevos espacios verdes que conquistar”, subrayó Christope Najdovski, teniente de alcalde responsable de aumentar la vegetación en el espacio público. Para hacerlo, explica, hay que aprovechar la totalidad del espacio disponible: plazas, calles, techos, muros e incluso patios de escuela. “Ya no solo vamos a construir una ciudad con jardines, vamos a avanzar hacia una verdadera ciudad jardín”, destacó.

Aspecto de la rue du Temple, en París tras la intervención.Jean-Baptiste Gurliat/Ville de Paris

El Ayuntamiento de París aprovechó el desconfinamiento de 2020, tras la pandemia, para dar un nuevo impulso a estas políticas y las de peatonalización. Desde entonces se han multiplicado las llamadas rues aux écoles [calles escolares, en español], espacios situados frente a las escuelas en los que los vehículos tienen prohibido transitar, salvo algunas excepciones. Ya hay más de 200 vías de este tipo en la ciudad y el objetivo del Consistorio es llegar a unas 300 para 2026. Una parte de ellas han sido naturalizadas con árboles y parterres, y las calles de alquitrán han sido reemplazadas por revestimientos más claros.

Las calles escolares ofrecen seguridad a los más pequeños, pero constituyen también nuevos espacios para los habitantes del barrio. En algunas hay tableros de ajedrez dibujados en el suelo. En otras rayuelas y pequeñas pistas de atletismo. La ciudad también ha implementado los llamados “patios oasis” en escuelas primarias e infantiles, con zonas renovadas para proponer áreas más naturales, con más vegetación y puntos de agua. Ya hay más de 130 en la capital francesa y durante los periodos de calor extremo, algunos estarán accesibles al público durante los fines de semana.

Otra manera de aumentar las áreas verdes en la ciudad son las “calles jardín”, en las que la hierba crece a veces en las aceras y al pie de las fachadas, y donde se reservan espacios para plantar arbustos, flores y otras plantas. El Ayuntamiento quiere que haya entre 20 y 30 de estas arterias en 2026, cuando termina el segundo mandato de Hidalgo.

Para ese año, París busca también alcanzar 150 hectáreas de techos y fachadas naturalizadas, sobre todo en los edificios municipales. La ciudad propone además una herramienta de acompañamiento técnico y financiero para incorporar vegetación a los patios y los techos de las copropriedades, permeabilizar los suelos y recuperar las aguas de lluvia. La transformación está en marcha y se puede percibir al deambular por las calles. El desafío, sin embargo, será mantener estos cambios.

Cuando Hidalgo fue reelegida en 2020, se comprometió a plantar 170.000 árboles adicionales. Hace un año, el Ayuntamiento afirmó que ya eran más de 63.000 los que se habían plantado. El reto será conservarlos para que no mueran prematuramente. Pero de momento, turistas y habitantes aprovechan estos nuevos espacios para disfrutar y pasear por la ciudad. A pie o en bici.

“Los Juegos Olímpicos han conseguido enviar un mensaje al mundo: la ciudad no es un lugar para recorrer masivamente en coche, sino un lugar para vivir en el que puedes desplazarte a pie, en bicicleta o en transporte público”, escribió en X Stein Van Oosteren, portavoz de la red de bicis de la región parisina. Este medio de transporte experimentó un gran impulso tras el desconfinamiento y su uso ya supera al del coche dentro de la capital, informó un estudio publicado en abril del Instituto público Paris Région.

El megaevento deportivo aceleró la creación de nuevos carriles bici para conectar las distintas sedes olímpicas, así como nuevos estacionamientos efímeros. Otros están para quedarse, como el de la Gare du Nord, una de las estaciones de tren más concurridas de Francia, que acaba de abrir con más de 1.000 plazas disponibles.

El espacio público se transforma. Y los vecinos, poco a poco, se lo van apropiando. “Va en la dirección correcta y eso es un éxito”, afirma uno de ellos, Robert Gazzola, de 70 años, al lado del nuevo bosque urbano en la place de Catalogne. El cambio, opina, es “formidable para el barrio”. El hombre duda si ese tipo de infraestructuras tendrán realmente impacto a la hora de mitigar los efectos del cambio climático de una ciudad como. “Pero es mejor que nada”, añade. ¿Cambio real o mera campaña publicitaria?, se pregunta el diario Le Parisien. Los próximos años lo dirán.

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