Andreas Malm, escritor: “Donde la extrema derecha gana y gobierna, el clima pierde”

El profesor de Ecología Humana en Suecia publica ‘Piel blanca, combustible negro’, un ensayo que analiza la profunda relación entre los partidos extremistas y los combustibles fósiles

El escritor y activista sueco Andreas Malm, este martes en Nueva York.Corrie Aune

“Los combustibles fósiles están impregnados de racismo desde sus inicios”, se lanza Andreas Malm (Mölndal, Suecia; 46 años), “se empezaron a usar en el Imperio Británico —que era en sí mismo una estructura para dominar a los no blancos— y los británicos dijeron que sus máquinas de vapor eran signo de su supremacía en el mundo”. Con esos orígenes, mantiene, se entiende mejor que...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

“Los combustibles fósiles están impregnados de racismo desde sus inicios”, se lanza Andreas Malm (Mölndal, Suecia; 46 años), “se empezaron a usar en el Imperio Británico —que era en sí mismo una estructura para dominar a los no blancos— y los británicos dijeron que sus máquinas de vapor eran signo de su supremacía en el mundo”. Con esos orígenes, mantiene, se entiende mejor que los partidos de extrema derecha combinen el odio a los extranjeros con el amor por el petróleo. Para demostrarlo, el escritor, periodista y activista acaba de publicar en español Piel blanca, combustible negro (Capitán Swing), un ensayo que analiza la relación entre los partidos extremistas y la emergencia climática. El profesor de Ecología Humana en la Universidad de Lund investiga ahora sobre cambio climático en la Universidad de Nueva York, ciudad desde la que atiende a EL PAÍS por videollamada.

Pregunta. Según usted, ¿cuál es el vínculo entre el fascismo y los combustibles fósiles?

Respuesta. Mussolini, Hitler y los fascistas alemanes e italianos estaban enamorados de las tecnologías avanzadas de combustibles fósiles: aviones, coches… En Alemania había grandes reservas de carbón e hicieron todo lo posible para explotarlas al máximo. Este amor por las máquinas [contaminantes] ha permanecido en la extrema derecha, porque está a favor de técnicas de dominación a otras personas, como la que permiten estas máquinas.

P. La mayoría de la gente entiende que el cambio climático existe. ¿Por qué votan a negacionistas?

R. Esta es la mayor paradoja. La situación actual es diferente a cuando escribimos el libro, porque ni Bolsonaro ni Trump están ya en el poder, aunque este último podría volver en los próximos meses. Si Trump vuelve, parece que será más agresivo que la primera vez cuando se trate de negar el cambio climático, darle a las compañías de combustibles fósiles todo lo que quieran y desmontar las políticas climáticas. Y también sería más agresivo hacia las poblaciones no blancas con sus planes para deportar a 10 millones de personas. Y dice que se convertirá en dictador por un día para poder perforar [pozos petroleros]. ¿Cómo es posible que el tipo más loco de negacionismo climático pueda volver a estar al frente de Estados Unidos? Creo que tiene que ver con la protección de privilegios y con una negación cada vez más profunda de lo que pasa en el mundo.

P. ¿Por qué considera que el coche es una máquina ideológica?

R. Las personas que conducen mucho tienden a ver el coche como una parte integral de quiénes son, porque les permite moverse y les da esa sensación de libertad individual. En ese sentido, el coche es una máquina ideológica muy efectiva para crear este tipo de vínculo profundo, casi libidinoso, con la tecnología, donde los hombres casi responden con lo que los freudianos llamarían “ansiedad de castración” ante la idea de que se les prive de su coche. Esto es profundamente irracional, pero puede entenderse como un proceso psíquico donde las personas han invertido mucho en este objeto y han llegado a verlo como parte de ellos mismos, como un miembro poderoso de sus cuerpos.

P. ¿Qué efecto tiene el ascenso de los partidos de extrema derecha en la lucha contra el cambio climático?

R. Donde la extrema derecha gana y gobierna, el clima pierde: siempre se opone a las políticas climáticas, a las restricciones sobre el consumo de combustibles fósiles, a los recortes de emisiones, y trata de desmantelar todo tipo de limitaciones. Así que si queremos hacer progresos frente a la emergencia climática, tenemos que asegurarnos de que la extrema derecha se mantenga fuera del poder. Y el problema es que podríamos enfrentarnos a otro mandato de cuatro años con Trump en la Casa Blanca, que probablemente abandonará otra vez el Acuerdo de París y dará un impulso a estas fuerzas en todo el mundo. El momento es aún peor que la última vez, porque la crisis climática es más severa en 2024 que en 2016.

P. En su libro, advierte de los peligros de lo que llama el “fascismo fósil”. ¿Podría llegar?

R. Sí. EE UU es el principal candidato a corto plazo porque Trump ha dicho que hará “una dictadura por un día” para poder perforar. Y han revelado que tiene un acuerdo con los ejecutivos de las grandes petroleras de que si financian su campaña les dará todo lo que quieran y se asegurará de eliminar todo tipo de políticas climáticas vigentes. Si tienes este tipo de ruptura violenta con la rutina democrática después de una nueva victoria de Trump, donde estos ataques a las personas no blancas se combinan con dejar que las compañías de combustibles fósiles hagan lo que quieran, podría ser el momento de comenzar a hablar del fascismo fósil como una realidad.

P. ¿Hay vínculos entre el capital fósil y los partidos que usted considera de extrema derecha?

R. Sí. En algunos casos hay vínculos directos, siendo Trump el principal ejemplo, porque está haciendo negocios directamente con las compañías petrolíferas. En otros países europeos, los vínculos no son tan obvios, en parte porque no tenemos ese sistema político en el que las empresas financian directamente a los candidatos o partidos. Así que no encuentras vínculos directos similares entre el AfD —la extrema derecha alemana— y la industria del carbón en Alemania. Es más bien una proximidad política donde AfD defiende los intereses de la industria del carbón, igual que ocurre en Noruega y el Reino Unido. La extrema derecha se alinea con el capital fósil porque es la primera y más agresiva línea de defensa de sus intereses.

Andreas Malm, autor de 'Piel blanca, combustible negro', este martes en Nueva York. Corrie Aune

P. ¿Por qué el negacionismo climático y el odio a la inmigración van de la mano en estos partidos?

R. Creo que tiene que ver con la defensa de los privilegios y el rechazo a dejar que estos privilegios sean cuestionados. Y el sentimiento de que lo que tenemos es nuestro y no vamos a dejar a nadie que venga y lo comparta o nos lo quite. Esto funciona tanto para la defensa del coche como para la del petróleo o el carbón. Y se aplica a lo que se percibe como una defensa de la nación: no vamos a permitir que estas personas no blancas entren en nuestra patria porque es nuestra. Es para nosotros, los blancos, que pertenecemos a ella. Es una mentalidad similar en ambos frentes.

P. En el libro habla de que las petroleras impulsaron los bulos frente a la ciencia climática y ahora vemos a la extrema derecha hacer lo mismo. ¿Hay una continuidad?

R. Sí. La subversión original de la verdad en el primer gran ataque a la información científica fue la campaña para negar el cambio climático en los años 80 y 90. Y esto abrió la puerta a otros tipos de desvinculación del conocimiento, la ciencia y la verdad. La crisis climática es algo enorme, así que si tienes una campaña concertada para negar su existencia, esto puede tener efectos colaterales en otras partes de la sociedad, y surgen personas que pueden negar también el covid u otras cosas. Hay una lógica que une ambos puntos.

P. ¿Cómo consigue el ecopostureo de las grandes empresas que creamos que están haciendo algo para mitigar el cambio climático?

R. Lo que están haciendo las grandes compañías petroleras es promover la eliminación del dióxido de carbono ya emitido. Dicen que están invirtiendo en la captura directa de carbono del aire, que consideran el santo grial. Es una nueva estrategia de comunicación para decir “somos gente amable, estamos contribuyendo a resolver el problema, vamos a ayudar a limpiar la atmósfera”. Esto tiene muy poco que ver con la realidad: las inversiones que están haciendo siguen siendo bastante pequeñas, y es muy improbable que la captura directa de dióxido de carbono tenga la capacidad de limpiar todo lo que las petroleras continúan emitiendo. Primero habría que detener la extracción de combustibles fósiles, pero usan esta excusa para seguir extrayendo petróleo y el gas. En los dos últimos años, sus beneficios han sido más altos que nunca y a cambio tienen estas inversiones simbólicas en energías renovables o en tecnologías de captura de carbono.

P. Explica que la crisis ecológica provoca desilusión por el capitalismo en los jóvenes. ¿Esto puede contribuir a transformar el sistema económico?

R. Hay que ser honestos y reconocer que el movimiento climático era muy fuerte en 2018 y 2019, pero que en ningún sitio es igual de fuerte hoy. Tenemos que esperar que eso cambie y que estalle nuevamente, entonces quizás podríamos ver algún tipo de dinámica que apunte más allá del statu quo actual.

Puedes seguir a Clima y Medio Ambiente en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Sobre la firma

Más información

Archivado En