¿Qué está acabando con las aves en Europa? La agricultura intensiva es la principal responsable, por delante del cambio climático
Una investigación de 178 especies advierte de un descenso del 60%, de media, de las aves vinculadas a los terrenos agrícolas por los monocultivos y el uso de fertilizantes y pesticidas
En Europa, las poblaciones de aves han descendido de media un 25% en los últimos 40 años, una cifra que sube hasta el 60% en el caso de las especies vinculadas a los terrenos agrícolas. La producción de alimentos intensiva es la principal responsable de semejante pérdida de biodiversidad, debido a los monocultivos y al uso masivo de pesticidas y fertilizantes que eliminan insectos y plantas, la base de la alimentación y ...
En Europa, las poblaciones de aves han descendido de media un 25% en los últimos 40 años, una cifra que sube hasta el 60% en el caso de las especies vinculadas a los terrenos agrícolas. La producción de alimentos intensiva es la principal responsable de semejante pérdida de biodiversidad, debido a los monocultivos y al uso masivo de pesticidas y fertilizantes que eliminan insectos y plantas, la base de la alimentación y refugio de las aves, señala un completo estudio publicado este lunes en la revista científica PNAS. Pero no es el único obstáculo a superar por los pájaros. El cambio climático aparece en segundo lugar y está detrás de la pérdida del 40%, de media, de aves de ambientes fríos y de un 18% de las que viven en lugares cálidos. La urbanización, el tercer factor analizado, ha eliminado al 28% de los pájaros de los entornos urbanos. Los investigadores han llegado a estas conclusiones tras desmenuzar los datos recogidos durante 37 años (de 1980 a 2016) referentes a 178 especies de aves comunes, observadas en 20.000 lugares diferentes de 28 países europeos.
“Lo importante es que, por primera vez, hemos unido todas las piezas que conocíamos por separado y hemos cuantificado las afecciones, para averiguar en qué lugares están peor o mejor las aves”, explica a EL PAÍS Sergi Herrando, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto Catalán de Ornitología (ICO) y coautor del estudio. En el estudio se ha relacionado el estado de las aves de entornos agrícolas, urbanos, forestales y de ambientes cálidos y fríos, con las afecciones que sufren por las actividades humanas y el cambio climático.
Para ello, los autores han examinado la información recogida anualmente por la red de voluntarios coordinados en cada país, que se integra en el Programa Paneuropeo de Seguimiento de Aves Comunes (PECBMS, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es utilizar a estos animales como indicadores del estado general de la naturaleza, porque son muy sensibles a los cambios ambientales y fáciles de observar.
Los investigadores han constatado que en cada país los pájaros han disminuido de forma diferente, dependiendo de sus prácticas agrícolas. Las regiones de Europa Occidental, donde las parcelas de cultivos suelen ser grandes y con un importante uso de pesticidas, se sitúan entre las más afectadas. Sin embargo, en los países del este la situación es mejor. “Tiene que ver también con la situación económica de las naciones, no es lo mismo una hectárea de regadío en Holanda, un país con un alto poder adquisitivo, que en Rumanía, donde los recursos son escasos y no tienen capacidad para adquirir tantos insumos”, pone como ejemplo Herrando.
Un problema global
A pesar de estas peculiaridades por países, el problema es “global”, advierte Stanislas Rigal, investigador de la Universidad de Montpellier y autor principal de la investigación. “Los efectos perjudiciales de los grandes cultivos, fertilizantes y pesticidas se extienden por toda Europa”, concreta en nota de prensa. La solución se encuentra en producir alimentos de forma más sostenible y continuar investigando, porque la información existente en Europa sobre los químicos empleados no está completa. “El descenso continúa [de las aves]”, avisa Lluís Brotons, investigador del CSIC y coautor del estudio. Para frenarlo, se necesitan “cambios transformadores en las sociedades europeas, que se pueden incentivar con nuevos pactos políticos como la Ley de Restauración Europea que se está negociando”
El impacto nocivo de estas sustancias sobre los insectos y otros invertebrados complica aún más la situación, mantiene el estudio. Son especies “cruciales” durante el periodo de reproducción de 143 de los 173 tipos de aves analizados, por lo que podría afectar a su éxito reproductor al modificar el comportamiento de los padres y la supervivencia de los pollos, que necesitan proteína. Además, del efecto que pueden producir la alimentación con semillas que están contaminadas y “las sustancias tóxicas se van acumulando en su organismo y pueden llegar a provocarles la muerte”, indica Lluís Brotons, investigador del CSIC y también coautor del estudio.
Las aves no solo desaparecen en territorio agrícola, las especies típicas de los bosques (picapinos, herrerillos, petirrojos, carboneros...) han decrecido una media del 18%. Esta conclusión contrasta con el aumento de la cubierta forestal en Europa ―un 9% en los últimos 30 años, según un informe de Forest Europe―. ¿Si hay más árboles, más vegetación, qué está ocurriendo? “Los bosques tienen menos calidad, han perdido árboles centenarios y la fauna y la flora se ha simplificado” por el manejo o los incendios, responde el estudio. Herrando añade que hay bosques en los países escandinavos (Noruega, Finlandia...) que se gestionan como explotaciones similares a las agrícolas convencionales, como si se tratara “de cosechar lechugas”. “Se plantan muchos árboles, pero nada más que eso y las aves y otras especies no tienen donde refugiarse [como sucede en los monocultivos] y disminuyen”, explica. Un escenario que, sin embargo, cambia en el sur de Europa, donde han aumentado los pájaros típicos de los bosques.
La cuenca mediterránea constituye otro caso particular. El relieve, más montañoso y abrupto que en áreas del centro de Europa o la zona atlántica, ha permitido mantener, “al menos en determinadas partes”, un paisaje agrícola tradicional, en mosaico, con agricultura tradicional y familiar que frena la bajada de las aves, que se produce en las grandes extensiones cultivadas, abiertas y continuas.
“España es muy diversa, tiene zonas de agricultura intensiva en Murcia, Andalucía, en el valle del Ebro... Pero, al contar con mayor diversidad paisajística, la afección a las aves es menor que en Holanda o Alemania”, explica Herrando. La política de conservación, en su opinión, ha sido bastante buena, sobre todo para especies emblemáticas como el águila imperial, el buitre..., “pero nos hemos olvidado de las más pequeñas, que mantienen la red ecológica, dispersando las semillas o con el control de insectos. Así no vamos a salvar al sisón”, puntualiza en referencia a una ave esteparia declarada este año en peligro de extinción.
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